TRIATLÓN

Ironman a los 84 años

Lew Hollander intentará este sábado batir su propio récord Guinness en el mítico triatlón de Hawái. Su objetivo es vivir hasta los 120 años

Lew Hollander, acladmo tras finalizar su último Ironman.

Lew Hollander, acladmo tras finalizar su último Ironman. / periodico

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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Los abuelos están para admirarlos. Marcarse un día a la semana para ir a comer a su casa. Escucharles, dejar que aconsejen y que critiquen a los otros nietos porque viven en pecado o llevan el pelo demasiado largo. Se dice que hay que actuar pensando en el mundo que se deja a los que vienen detrás. Pero no solo eso. Está también el ejemplo y el mensaje que dan; no cuando ya no están, sino mientras viven esa mal llamada tercera edad. Ejemplos de superación como el que destila el protagonista de esta historia.

A los 84 años, el físico de Oregón (EEUU) Lew Hollander tomará este sábado la salida del campeonato del mundo de Ironman, en la isla de Kona, en Hawái. Compite sin rivales en la categoría de 85-90 años (los cumple en diciembre), y al margen de intentar batir su propio récord Guinness como el más longevo en cruzar la meta de esta mítica prueba, procurará evangelizar al resto de deportistas con una de sus máximas preferidas: "Cuando todo falla, la persistencia prevalece".

Para los neófitos, un Ironman consiste en nadar 3,8 kilómetros, pedalear otros 180 y correr un maratón. Duele con solo leerlo. Pero es que además hay que hacerlo todo seguido y en menos de 17 horas. La prueba nació precisamente en Hawái, en 1978, cuando un militar planteó unir en una misma competición tres desafíos que se celebraban por separado. De aquel romanticismo se ha pasado a un negocio millonario que atrae a decenas de miles de atletas en un calendario que da la vuelta al planeta. El de Hawái es distinto y especial, porque al campeonato del mundo no se llega con dinero, sino con la puntuación de las citas anteriores. Hollander logró plaza el año pasado tras terminar el de Florida, su Ironman número 58. Lo hizo tras fracasar unas semanas antes en el de Hawái, cuando tras completar el agua y la bici, hizo cuentas y se dio cuenta de que terminaría fuera de tiempo. Esa noche, según su propio relato, se tomó un par de copas de vino. Llamó a su novia y le dijo que debía pensar en retos más asequibles. Al día siguiente agarró el móvil para decirle que ni hablar, que volvería a intentarlo. Suele pasar con la larga distancia: con las horas, cuando los músculos recuperan el aliento, vuelve el optimismo y las ganas de repetir.

"Úsalo o piérdelo". Hollander está lleno de frases bíblicas vinculadas con el deporte. "Lo que hagas hasta los 40 determina lo que podrás hacer a los 80". Otra: "Todos caemos en algún momento de nuestras vidas, pero solo los ganadores son capaces de levantarse". Y una más: "Mantén una relación libre de estrés". Quizás por eso atesora dos divorcios y seis hijos. Un campeón. Representa sin fisuras el verdadero espíritu americano, ese cercanismo campechano maridado con una mirada aterciopelada. Esel hombre hecho a sí mismo. Si echan una ojeada a Youtube, comprobarán que sus llegadas a meta son tan celebradas como la del primer clasificado, que termina nueve horas antes de que Lew reciba el collar de flores y la medalla de 'finisher'.

Dedos de los pies y sexo

Entrena dos o tres horas al día, pero cuando se acerca la competición puede tirarse ocho horas de corto. «Escucho a mi cuerpo antes que a nadie. A veces no me noto con fuerzas, pero me digo a mi mismo: 'pon tu culo ahí fuera y simplemente hazlo'". No es un hombre al que le guste que le digan lo que puede o no puede hacer. Y por fin tiene respuesta a dos dudas sobre la vejez que turbaban su juventud: "Si podría tocarme los dedos de los pies con las manos y si podría mantener relaciones sexuales". Sí a todo.

Si este domingo ven imágenes del Ironman de Hawái en los deportes del telediario, tengan presente al dorsal 159. Asegura que llegará "hasta los 120 años". Complicado que alcance tan rugosa edad sobre una bici o enfundado en un neopreno, pero está claro que la desdicha no le cogerá desentrenado.