LA RESACA DEL CLÁSICO

La hora de Luis Enrique

Luis Enrique sigue atentamente el juego en un momento del clásico en el Bernabéu

Luis Enrique sigue atentamente el juego en un momento del clásico en el Bernabéu / periodico

JOAN DOMÈNECH / BARCELONA

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Dos derrotas en 12 partidos no es un balance alarmante. Sí lo es que se hayan producido en menos de un mes (30 de septiembre en París, 25 de octubre en Madrid) y ante los rivales más fuertes que ha ofrecido el calendario. Ante aquellos que aquilatan el verdadero nivel que tiene el Barça. En ambos casos encajó tres goles. La similitud de ambos tropiezos trasladan la mirada a Luis Enrique, a quien le ha llegado el momento, tal vez pronto, de tomar decisiones para asentar la estructura del equipo mientras moldea y transforma el modelo a su gusto.

El análisis de París se resumió en los errores individuales cometidos. El de Madrid repitió el mismo epígrafe. Los laterales fallaron en el Parque de los Príncipes y Rakitic se despistó en un gol de córner. Del Bernabéu salieron salpicados Alves Mathieu, y también Piqué por el penalti cometido. Pero también el entrenador quedó bajo sospecha por no saber cambiar la deriva perjudicial que tomaba el partido, al margen de ordenar la sustitución de Xavi en el momento en que iba a sacar un córner. Rakitic, su sustituto, que golpeó el primer balón tras una hora en el banquillo, lo entregó al contrario, Isco ganó el esprint a Iniesta Mascherano corrió al mismo punto de la línea de banda siendo el último hombre.

El dilema del 4 y el 6

Luis Enrique trata de moldear el Barça a su gusto, y el equipo se debate entre lo que fue y lo que quiere. O Xavi o Rakitic. El croata llegó para sustituir al egarense, y así empezó la Liga. En tres de los cuatro últimos encuentros ha sido titular Xavi, entre ellos el Bernabéu. El más significativo, de lo que deduce el dilema que corroe al técnico: elegir entre el 4 (Rakitic) o el 6 (Xavi).

Durante las próximas semanas cohabitarán los dos, como ya sucedió ante el Granada (6-0) antes de viajar a París, por el percance de IniestaLas pruebas que efectuaron al jugador albaceteño confirmaron la lesión del sóleo de la pierna derecha. El club no quiso precisar el alcance de lo que podría ser una pequeña rotura muscular. Iniesta estará de baja un par de semanas, con lo que se perderá tres partidos: el del sábado ante el Celta y las visitas al Ajax y Almería (5 y 8 de noviembre).

La opción Rafinha

Luis Enrique también podría utilizar a Rafinha, el emblema de su voluntad renovadora. El centrocampista jugó los dos primeros partidos y luego desapareció por un par de percances musculares. Con el alta en la mano, fue descartado para el Bernabéu. Igual que Sandro, el tercer mejor goleador después de Neymar Messi, que jugó con el filial en Tenerife. La llegada de Luis Suárez le ha devuelto a la casilla de salida después de cuatro meses con el primer equipo. El mismo futuro que se le intuye a Munir con el uruguayo ya exculpado.

La elección de los futbolistas marcará el estilo del equipo. Y trasladará al césped las ideas de Luis Enrique. Apostó por los veteranos en el Bernabéu (Piqué y Mascherano atrás, Xavi junto a Busquets e Iniesta) confiando en la reedición de éxitos pasados (cuatro victorias en la seis últimas visitas ligueras) pero la imagen que dejó el Barça fue muy distinta.

Entrenador sin dudas

«No tendré dudas ni por un partido ni por 50», dijo antes de medirse con el Ajax para subrayar la fortaleza de sus ideas. Luis Enrique está en pleno proceso de transformación hacia un Barça más vertical y rápido que desea atacar de forma diferente (sin extremos abiertos, con laterales percutiendo desde atrás) y defender con la solvencia que está consiguiendo. Solo ha parecido vulnerable dos veces. En París y en Madrid, donde se esperaba la señal del cambio. Y no llegó.

LOS PROBLEMAS ESTRUCTURALES

1. La diferencia se ve en los laterales.

Carvajal y Marcelo defendieron y atacaron. Pese a que se enfrentaban a Neymar y Luis Suárez, tipos que reclaman una dedicación exclusiva, se estiraron hasta el área del Barça. Sobre todo Marcelo, autor del centro del penalti y de varias llegadas en la segunda parte. Los dos tuvieron ayuda de sus respectivos interiores, James e Isco, para cerrar la banda. Pero a Alves y Mathieu nadie les ayudó: ni Xavi ni Iniesta acudieron a evitar el dos contra uno y tampoco Suárez y Neymar echaron una mano. Alves no atacó, atado en corto en la pizarra, en previsión de las oleadas de Marcelo, Isco y Cristiano. Mathieu sí atacó, pero lo hizo peor que Alba, menos rápido y técnico. Si Luis Enrique quería ganar altura, que la ganó, no sirvió de nada: el 2-1 vino de un córner de Pepe.

2. Al centro del campo le fallan las fuerzas.

Xavi, Busquets e Iniesta, el centro del campo más glorioso del Barça, el del 2-6 (2009), el del 1-3, el del 0-2, el del 3-4, el de Guardiola, el de Tito, el de Martino, fue el centro del campo de Luis Enrique. Las alternativas para renovar la línea con los fichajes de esta temporada quedaron orilladas: Rakitic fue suplente, Rafinha se quedó en Barcelona y Mascherano volvió a jugar de central, como antes. Solo completó los 90 minutos Busquets, que anda renqueante con problemas físicos y reaparecía el sábado. No pudieron imponer el fútbol que han exhibido a menudo en el Bernabéu por su inferioridad numérica (además de la física ya asumida): eran tres contra cuatro. Tan técnicos como ellos que les hicieron correr como nunca. El Madrid supo esconder la bola con el viento y marcador a favor y sin pelota el Barça se diluye.

3. Los delanteros se desconectan.

Después de muchos partidos con los tres delanteros muy juntos, ayer Suárez y Neymar se abrieron algo más a las bandas. Los dos extremos, distantes 40 metros, se conectaron en el 0-1: centro largo de Suárez que controla Neymar, Messi arrastra a Ramos y el brasileño se planta en la frontal con ángulo de tiro. Suárez y Messi fabricaron otra ocasión que pudo ser el 0-2 y se quedó en nada. Los tres, como colectivo, se ausentaron hasta la segunda mitad. Esperaron balones y apenas recibieron un par en buenas condiciones. Demasiado poco para intimidar. Todo lo contrario que Cristiano y Benzema: siendo dos contra cuatro defensas, disfrutaron como pocas veces del juego que les sirvieron sus compañeros. Su vida ha cambiado, para bien, con Ancelotti respecto a Mourinho.

4. La diferencia entre líneas es abismal.

Un correcalles de área a área fue la segunda mitad desde que el Madrid se adelantó en el marcador. Quedaban 40 minutos y el Barça no supo ser paciente para meterse otra vez en el partido marcando el ritmo que le convenía. Jugó de área a área: en la propia estaban los defensas, cada vez más intimidados por las llegadas locales, y en la ajena los delanteros, esperando, poco comprometidos para presionar y dificultar la salida de los blancos. El Madrid pudo jugar al contragolpe, como le gusta. Y al pie, como ha aprendido a hacer con Ancelotti, porque tenía espacios, con una facilidad pasmosa, hasta el punto de arrancar «olés» en la grada. El vértigo nunca fue un gran aliado del Barça. El Madrid, aparentemente más solidario, defendió siempre con dos líneas de cuatro jugadores detrás del balón.