CICLISMO

La historia de cada año

El Tour neutralizó la etapa al quedarse sin ambulancias tras un accidente multitudinario

S. L-E. / HUY Enviado especial

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Parece la historia interminable, la que se repite cada año en las primeras etapas del Tour. Los ciclistas las denominan montoneras. Es allí donde se caen un montón de corredores. De repente, como ayer a 60 kilómetros de la meta, un ciclista pierde el equilibrio. A su estela, como fichas de dominó, van cayendo los que tienen la desgracia de circular detrás de él. No se trata de ser ni más diestros, ni de arriesgar. Es cuestión de suerte. Por eso, cuando se producen estas caídas, el nerviosismo se apodera de los coches de los directores deportivos. Los mecánicos saltan con ruedas en las manos. Nadie sabe si se ha magullado uno de los suyos.

Ayer, el accidente fue considerable, y encima, dos kilómetros después, con los nervios por enlazar, se produjo una nueva caída. En la primera, tres ciclistas tuvieron que ser evacuados en ambulancia: Tom Dumoulin, holandés y contrarrelojista, hacia el camión de asistencia médica que hay en la llegada, con luxación del hombro derecho; mientras que William Bonnet, corredor francés de la FDJ, que se estampó contra una farola, fue llevado al hospital de Huy con traumatismo craneal. Al mismo centro se envió al australiano Simon Gerrans, subcampeón del mundo, con una fractura de muñeca. El ruso Dmity Kozontchuk, compañero de Purito, se cayó cuando trataba de enlazar, dos kilómetros más tarde, y fue conducido al hospital con una fractura de clavícula. Cuatro ambulancias en carrera y las cuatro ocupadas.

Decisión controvertida

Por eso, Christian Prudhomme, el director del Tour, tomó la decisión de parar primero y de neutralizar después la carrera. Entendió que la seguridad de la carrera estaba en entredicho, si se producía un nuevo accidente, puesto que no había coches para una evacuación.

El Tour aplicó un artículo del reglamento de la Unión Ciclista Internacional (UCI) que permite parar las carreras ante la «ausencia de servicio médico». Se esperó la llegada de nuevas ambulancias y se reanudó la carrera. Sin embargo, algunos ciclistas y directores deportivos discreparon de la medida tomada, ya que en algunas ocasiones anteriores, con caídas masivas -eso sí, normalmente más cerca de la meta-, no se había aplicado este reglamento y se había continuado con la competición.

¿Por qué se producen estas caídas en el Tour? ¿Por qué en otras carreras, como el Giro o la Vuelta no acostumbran a ocurrir tantos accidentes como en la ronda francesa? Sin duda, la presión y los intereses creados generan un mayor nerviosismo entre los corredores, que van recibiendo consignas desde los coches de los directores. Y porque como ayer, aunque la caída fue más bien producto de la desgracia, muchos son los que creen que pueden ganar la etapa.

Hoy, afortunadamente, la previsión habla de una jornada con el cielo cubierto y con temperaturas más o menos agradables (unos 24 grados), pero sin riesgo de lluvia en los peligrosos tramos del pavés, siete en total, en una etapa que muchos corredores ven con tanto peligro o más que los días clave por los montes de los Pirineos o los Alpes.

Hoy llega el pavés, donde corredores como el líder Chris Froome, Alberto Contador o Nairo Quintana se sienten incómodos. A Purito Rodríguez le da igual porque él es un pillo y hasta le gusta la novedad del adoquín. ¿Y Alejandro Valverde? Nadie podrá negar que ayer se le vio raro y extraño. Era su muro (ganó en abril la Flecha Valona) y se le observó como si estuviera en fuera de juego. ¿No será que no le gusta el papel de gregario?