Guardiola buscaba a Messi

La apoteosis futbolística solo llega si coinciden varias personas y factores en un mismo momento

ANTONIO BIGATÁ

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Ahora que se abren debates sobre el Bayern de Mú-

nich, confieso que me ha quedado grabada la imagen de Pep Guardiola apasionado y derretido en la tribuna del Camp Nou viendo las diabluras futbolísticas de Messi contra el Manchester City. ¡Cuánta emoción se le desparramaba desde el paladar futbolístico! Pero también me ha impresionado una secuencia visual más reciente: la del propio Pep en Oporto, desconcertado, herido, perdido, mirando hacia el césped en lo que entendí que era una búsqueda desesperada de Messi. Guardiola buscaba a Messi para que arreglase el desastre que propinaban los portugueses al Bayern pero, oh, solo encontraba a DanteMessi en aquel momento estaba en París trabajando para nosotros. Así es la vida.

Admiro profundamente a Guardiola, pero marco distancias con quienes sobre él o sobre otras personas, como MourinhoSimeone y Ancelotti, hacen conjeturas simplistas sobre quién es el mejor entrenador del mundo. Siempre he pensado en la posibilidad de que el mejor entrenador del mundo esté por ejemplo en el Alcoyano y no lo sepamos. Y solo lo tomaremos en consideración si se hace cargo de un gran equipo cargado de figuras.

Las cosas son complejas, son puzles de muchas piezas. Lo digo porque estoy seguro de que Guardiola es el primero que considera que Messi le convirtió en dios cuando ambos coincidieron en espacio y tiempo estando en plenitud. Lo digo porque Pep no tendría su actual aureola si no hubiese coincidido con el delantero argentino, del mismo modo que Messi tampoco sería el gran dios que es si no hubiese coincidido con Xavi, Iniesta, Pep Tito Vilanova y si, paradójicamente, no hubiese caído en un club con tantas urgencias históricas, problemas psicológicos colectivos mal resueltos, enemigos tan pérfidos  y exigencias de grada tan desmesuradas como es el Barça.

El momento y el lugar

Tata Martino no tuvo ninguna posibilidad de ascender a la divinidad porque en vez de a Messi tuvo un futbolista con problemas físicos y posiblemente psicológicos. Lo digo, en fín, porque el fútbol es una cuestión de tareas colectivas y la apoteosis únicamente llega cuando se suman adecuadamente varias personas, cosas y circunstancias en un mismo momento.

¡Claro que Pep buscaba a Messi! Es inteligente, sabía lo que necesitaba aquella noche en que algunos simplistas (de entre los que no le quieren) creyeron encontrar la prueba del nueve de que es un buen entrenador sin más, y en que otros simplistas (de entre los que le adoran) pensaron tal vez que se les chafaba la guitarra, a algunos incluso la de sus expectativas personales.

Pero todo está abierto y es como es: el Bayern todavía tiene buenas posibilidades de eliminar en el Allianz Arena al Oporto (entre otras cosas porque es mejor equipo y tiene mejor entrenador) y Guardiola continuará siendo un top aunque eliminen al Bayern o aunque los líos, destituciones y reproches que se han desatado internamente en el club por lo sucedido en Oporto se lo lleven por delante. Pero del fundamentalismo rechazo su argumento sobre la lesiones; el año pasado el Madrid machacó al Bayern  en semifinales cuando no tenía estas bajas. Fútbol es fútbol, las lesiones y las bajas formas existen y son otro jugador número doce. La perfección del dios verdadero es hacer plantillas que las prevean y organizar servicios médicos que las resuelvan.

Son legítimos los amores y odios a Guardiola. Pero merecen desdén quienes no aprecian lo que poseen, como el privilegio de seguir teniendo a Messi y el puñado de cracks que le acompañan, o el actual proyecto del Barça, bueno pero forzosamente distinto al que servían sus mismos jugadores en un tiempo irrepetible que no  volverá.