Las semifinales de la Champions

Guardiola, al ataque

«No estoy aquí para un homenaje sino para intentar llevar al Bayern a la final», afirma el técnico

5-MAYO-2012 Guardiola se despidió del Camp Nou junto a Cristina, su esposa, y Maria, su hija mayor.

5-MAYO-2012 Guardiola se despidió del Camp Nou junto a Cristina, su esposa, y Maria, su hija mayor.

MARCOS LÓPEZ
BARCELONA

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Tomó Pep Guardiola asiento en la sala de prensa del Camp Nou («aquí me he sentado durante cuatros años, pero debéis entender que este no es un partido normal para mí», confesó) y le brillaron los ojos. «Le doy la bienvenida a vuestro y a nuestro entrenador», dijo Markus Howick, portavoz del Bayern Múnich, mientras el extécnico del Barça recorría la sala en un curioso y nostálgico viaje con su mirada antes de enfrentarse al partido que imaginó jugar millones de veces en los tres últimos años. «Sabía que tarde o temprano pasaría esto», dijo asumiendo que llegó esta noche. Lleva semanas dándole vueltas a la manera de jugar, y después de muchos viajes en su cabeza, tiene una conclusión clara. «Sabemos atacar, esa es la idea», afirmó un ambicioso Guardiola.

Si no atacara, no sería él, por mucho que tenga delante al Barça, ese club del que se despidió un 5 de mayo. Como ayer. En el 2012, y con el estadio a oscuras, apareció con su familia (Cristina, su esposa, y sus hijos Maria, Marius y Valentina) para tener un íntimo adiós. Ayer, 5 de mayo del 2015, observado por decenas de cámaras y vestido con el chándal rojo del Bayern -él, más cruyffista que Cruyff, en el hogar de Beckenbauer- jugueteó feliz con el balón en el círculo central. El proceso de elaboración para desactivar la obra que él mismo construyó ya está completado. «Es difícil encontrarle puntos débiles al Barça. Hay pocos sistemas defensivos que puedan controlar el talento», recalcó. Pero en Múnich confían en que Guardiola halle la fórmula magistral. «Estoy aquí no para un homenaje sino para intentar llevar al Bayern a la final», dijo.

ARRINCONAR LAS EMOCIONES / A pesar de que en ese largo viaje -un año sabático en Nueva York y dos en Alemania- se ha ido preparando para arrinconar las emociones, todo cambió cuando pisó el Camp Nou. Y se le notó, aunque lo quiso disimular, en ese brillo en los ojos. Pero una vez escuchó a Howick, y tras analizar con fanática obsesión al Barça de Luis Enrique -mantiene la idea de Pep, pero con matices muy distintos-, tiene claro lo que debe hacer. «Cuando lo estudiaba, pensaba: 'Aquí sufriremos, aquí no'. Nadie en la historia le ha quitado la posesión al Barça, es un equipo creado, construido, parido para eso. Pero no puedo lanzar un mensaje diferente en este partido al de los dos últimos años. No sería bueno para mi credibilidad».

Como no tiene los extremos que desequilibran (Robben y Ribery están lesionados y mirarán el partido desde Múnich por la tele), tal vez llene el centro del campo para desactivar los circuitos de pase del Barça. ¿Y Messi? Ahí Guardiola se rindió. «A Messi no se le para. Estando como está, no le paras. No hay sistema defensivo, no hay entrenador... Hay que intentar estar cerca para que no reciba balones y no tenga ayudas. Pero un talento de esa magnitud no se defiende, solo se limita», recalcó.

«ES UN GRAN RETO» / No solo debe «limitar» a Messi sino romperle los cómplices puentes de diálogo futbolístico que ha establecido con Suárez y Neymar, además de su tradicional conexión con Alves y la nueva sociedad formada con Rakitic en la banda derecha, sin olvidar la luz que irradia Iniesta en la izquierda. «No sé si es el partido más fuerte de mi carrera. Pero sí es un gran reto, por eso estoy tan contento de vivirlo. No creo que el partido acabe 0-0. ¿Bajas? Nunca son excusas. No están, pues no están. Ni cuando estaba aquí ni ahora me escuchásteis nada de excusas».

Sabe que necesita «un gol» en el Camp Nou para que eliminar al Barça no sea algo utópico. Sabe también Guardiola que «el recibimiento será bueno, pero lo que quiero es que animen al Barça y le ayuden, solo faltaría». Sabe que la noche que soñó en Manhattan o en Múnich ha llegado. Y por mucho que diga, querrá «controlar» el talento. Y a Messi.