Girona, por fin de Primera

El equipo catalán certifica el anhelado ascenso tras 87 años de espera

JORDI TIÓ / GIRONA

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Un total de 87 años y cuatro intentos fallidos ha tenido que esperar el Girona para coronarse como equipo de Primera División por primera vez en su historia. Ya nadie en Catalunya podrá decir nunca más que el club rojiblanco no está a la altura de la ciudad, una hermosa capital, envidia de muchos, que hace ya lustros que juega en la particular Liga de las Estrellas de las ciudades con un encanto especial. Y de eso, Girona, anda sobrada. En cambio, por odiosos caprichos del destino, nunca había podido alardear de tener al equipo entre los 20 mejores de España, algo que sí habían disfrutado las aficiones del Nàstic de Tarragona y, con anterioridad, la del Lleida. Se acabó por fin la espera, Girona ya es de Primera y por méritos propios.

La explosión de alegría de los aficionados al final del partido sirvió para expulsar las emociones contenidas durante mucho tiempo y también el temor que atenazaba a seguidores y jugadores tras los mazazos de las últimas temporadas, cuando el sueño de Primera llegó a escurrirse literalmente de entre los dedos y de forma excesivamente cruel.

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Quizá por eso la ciudad se mantuvo prudentemente en calma durante la jornada, temorosa quizá de proclamar a los cuatro vientos lo que todo el mundo pensaba: era el día. No se podía demorar más el ascenso porque todos los caminos llevaban hacia él. Incluso las necesidades de ambos equipos: les bastaba con un punto, a unos para tocar la gloria, a otros, para alejarse del infierno de la Segunda B. Y así fue.

UN SALTO DE OTRA DIMENSIÓN

El partido fue soso, soporífero, fiel al guion previsto de evitar cualquier tipo de agresión entre los contendientes. Pero la afición lo pasó en grande porque el premio era mayúsculo, descomunal para el Girona, no solo en el terreno deportivo, donde ahora podrá codearse con los grandes de Primera, sino también en aspecto económico. Y es que solo por derechos de televisión, el club catalán ingresará la próxima temporada entre 30 y 40 millones de euros. Una brutalidad si se tiene en cuenta que el presupuesto del club esta campaña ha sido de 9,5 millones, el más alto de toda su historia.

La  fiesta fue completa y ni la lluvia, que irrumpió con ganas a la llegada de los jugadores al estadio pero que dio tregua durante el partido, evitó que Montilivi registrara la mejor entrada de la temporada (9.082 espectadores). Solo 200 (el aforo oficial es de 9.282) se perdieron una cita con la historia que Girona no olvidará jamás. Sí, un 4 de junio del 2017, el equipo de la ciudad registró su nombre entre los grandes del fútbol español con el reto, también mayúsculo, de alargar el periplo más allá del primer año. Para ello habrá que hacer las cosas con cabeza, sin volverse loco y aprovechando y optimizando al máximo el dinero que se obtenga de la televisión.

UNA OLA DE PRIMERA

Montilivi acabó haciendo la ola, de Primera, imbuido el estadio en un éxtasis que ha tardado 87 años en llegar. Hasta hubo tiempo de a Xumetra, ahora en el Zaragoza, ovacionado por su pasado en el Girona al saltar al terreno de juego en la segunda parte.

Todos tenían ganas de aplaudir, de cantar y saltar. "A Primera, oe, a Primera, oe", se desgañitó Montilivi, que también coreó el nombre del Zaragoza, con el que se ha sellado una larga amistad.

En el olvido quedaban por fin las tentativas fallidas del pasado ante el Lugo, el mismo Zaragoza y Osasuna, la pasada temporada. Se acabó el sufrimiento y la eterna espera. El Girona entra en una nueva dimensión de la que todos deben disfrutar a lo grande. Lo merece el club y la ciudad. Por fin, Girona, un club y una ciudad de Primera.

FIESTA A OSCURAS CON LA AFICIÓN

Tras la invasión de los aficionados del terreno de juego volvió una relativa calma para empezar la fiesta con toda la plantilla, que regresó con el campo a oscuras y en medio de fuegos de artificio. "Estoy enormemente orgulloso de ser un hombre de palabra. Hace tres años os dije que me gustaría celebrar algo muy grande. Ya sois de Primera", proclamó Pablo Machín, el entrenador, el gran artífice del milagro. "Gironins, ya la teniu aquí. Por fin estamos donde se merece este club", chilló Eloi Amagat, mientras la afición cantaba "adiós a Segunda, adiós". 

"Nos hemos sacado una  espina. Este partido es la cara de una cruz que fue el partido del Lugo", recordaba Carles Puigdemont, presidente de la Generalitat, que no quiso perderse el ascenso del equipo de su ciudad. "La entidad está en muy buenas manos, con Geli y su consejo de administración. Harán un proyecto modesto pero competitivo", vaticinó Puigdemont sobre el reto que espera al Girona a partir de ahora.

Un atronador espectáculo de fuegos artificiales y la vuelta de honor de los jugadores al campo ha dado por finiquitada la fiesta que este lunes se alargará por las calles de la ciudad, con la rúa de los campeones y la visita al ayuntamiento, en la plaza del Vi.