Furia en patines

Las Ingles de Acero, antes de empezar un entrenamiento en el polideportiva de la Trinitat Vella.

Las Ingles de Acero, antes de empezar un entrenamiento en el polideportiva de la Trinitat Vella. / periodico

HELENA LÓPEZ / BARCELONA

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Hacen añicos el techo de cristal de un solo golpe, sin perder la sonrisa. Y no es el techo de cristal lo único que resquebrajan. Tras sus patines saltan por los aires los no pocos tópicos y etiquetas que intentan endosarles sin éxito. Su nombre, anoten, es Ingles de Acero y aquí mandan ellas. Entiéndase este aquí, como, al menos, el Centre Esportiu Municipal Trinitat Vella, donde entrenan tres noches por semana. Son el equipo local de 'roller derby' y funcionan de forma asamblearia y autogestionada. Solo chicas, sobra decirlo. Su tarjeta de presentación: una virgen con lágrimas negras sujetando un sagrado corazón con la mano derecha y un patín con la mano izquierda.

Pese a que en el imaginario colectivo una jugadora de 'roller derby' se aparece como una atlética 'pin up', tatuada y sensual, las Ingles de Acero rehúyen de ese cliché. Insisten en que lo que ellas son, ante todo, es deportistas. "Esto no va de cuerpos de escándalo que se lucen en la pista. El nuestro es un deporte inclusivo. Cada una es como es y es bueno que así sea. Aquí no lo intentamos cambiar a nadie, sino que sacamos el máximo provecho de cada cuerpo". Lo explica Violent Femme, capitana del equipo y vicecapitana de la selección española, que la semana que viene disputará en Dallas el Mundial de este deporte de contacto nacido en Estados Unidos en los años 20 y que un grupo de jóvenes barcelonesas importó a la capital catalana a partir de la nada a finales del año 2010.

Obviamente Violent Femme no es su nombre real. Una de las características de este juego de trasfondo profundamente feminista es que todas las jugadoras tienen un nombre de guerra. La decidida capitana de las Ingles de Acero --elección decidida en asamblea, como todo en este equipo-- cuando se quita los patines se llama Mia Palau. Tiene 29 años. El equipo --el único en Catalunya de esta disciplina-- lo forman otras 29 mujeres de entre 20 y 35 años, todas con "una vinculación muy fuerte" a este deporte, del que todas aseguran estar "enamoradas". 

LA PRIMERA VICTORIA

Caperucita Terror -'Ester Pérez fuera de la pista-- cuenta en qué consiste exactamente eso del 'roller derby', disciplina que, con su tenacidad, han conseguido meter en la categoría de Deporte, en mayúsculas. "Lograr federarnos y que nos reconocieran fue una gran victoria. Era obvio que lo nuestro no era ni patinaje artístico ni de velocidad", subraya la joven, de 23 años. Lo suyo, explica, va de "caer y levantarse, la verdadera ética del deporte". Para practicarlo se necesitan dos equipos de patinadoras y una pista oval. En cada equipo hay una jugadora --llamada 'jammer'-- que puntuará por cada rival que sobrepase. El resto de jugadoras de cada equipo tiene una misión: facilitar que su 'jammer' adelante rivales y evitar el avance de la 'jammer' contraria. Ahí entra el cuerpo a cuerpo. "Es básico el juego en equipo. Los cuerpos de todas funcionan casi como si fueran uno solo. La compenetración entre nosotras tiene que ser total; y eso se vive también fuera de la pista", explica la joven, una de las entrenadoras del equipo por votación popular. Otro de los imprescindibles después de cada partido --juegan una media de seis partidos al año con equipos de medio mundo, ya que en España los equipos punteros están en Barcelona, Tenerife y Madrid-- es el tercer tiempo. El pospartido en algún local. "Después de estar una hora dándonos, toca destensarnos y bailar juntas; está también en los estatutos del deporte", cuentan al unísono.

"El 'roller derby' es un deporte que empodera. Lo mejor para la autoestima", añade Loreto Araneda fuera de la pista, Mad Mad Chika, dentro. A sus 34 años es de las veteranas del equipo. También es de las amantes de su lado más provocador y de su raíz 'postpunk', algo que se refleja en su sensual estética: pelo largo rosa de un perfil y azul del otro, pañuelo en la cabeza --fuera de pista, dentro están obligadas a llevar casco-- 'piercings' y llamativos tatuajes.

El carácter abierto y horizontal del equipo va más allá de votar a las capitanas y a las entrenadoras. "Somos el único deporte femenino en el que también aceptamos a chicas transexuales. Está en nuestros estatutos la no discriminación de género", relata Andrea Cabrera, 'aka' Allie Ollie . "No es un deporte institucional, aquí las reglas las marcamos nosotras; y los valores que fomentamos los vivimos. Dentro y fuera del terreno de juego. Tenemos todo el poder de decisión, y huimos de la condescendencia machista", añade Lucille Doussin --Elle Visse cuando se calza los patines--, quien insiste en lo positivo de que en Ingles de Acero todas sean distintas "de cuerpo, de pensamiento, de sexualidad...". Esta joven parisina de 26 años afincada en Barcelona valora que, aquí, las entrenadoras también sean chicas: "En París había entrenado alguna vez con hombres y odio su tono paternalista".

Es un deporte creado por mujeres y para mujeres y eso se nota. Entrenan seis horas a la semana para jugar seis partidos al año. Pueden parecer pocos, pero un partido significa una gran inversión, de tiempo y, sobre todo, de dinero. Dinero que solo generan a partir de las cuotas de las socias --las 30 mujeres que conforman la liga-- y de las entradas de los partidos. "Para ser un equipo de barrio, reunimos a entre 300 y 500 personas cada partido", explica Caperucita Terror. "¡Buscamos patrocinador, si surge algún voluntario, aquí estamos!", bromean el martes durante la entrevista. Escrito queda.

LA SEMILLA

Mery Escuin --'aka' Sadie Fist-- es una de las fundadoras del conjunto. Pensó en crear un equipo en su ciudad, Barcelona, al escuchar las vivencias de una amiga que vive en Londres y lo practicaba --"y aún práctica", subraya--. Empezaron a entrenar en el Fòrum, un grupo pequeño. Sin pista, sin vestuarios, sin nada. Llamaban la atención y la gente las miraba, claro. No es habitual ver a un grupo de mujeres --la mayoría de estética rockera-- practicando un deporte de contacto, golpeándose, sobre ruedas. "Fuimos creciendo y la cosa se fue haciendo cada vez más inviable. En invierno con el frío y en verano con la calor. Además del riesgo de ser multadas", relata Sadie Fist. Así que recorrieron la ciudad buscando un polideportivo en el que entrenar en condiciones. Y fue una faena. Dificilísimo. Nadie las quería. "Podíamos rallar el parquet con los patines, no entendían qué es el 'roller derby', además de que todos eran muy caros y no tenemos dinero", rememoran. Hasta que, cual milagro, apareció el polideportivo de la Trinitat Vella que les abrió las puertas de par en par poniéndoles todas las facilidades, y para el que solo tienen palabras de agradecimiento.

PASIÓN POR 'LA TRINI'

El amor por el barrio en el que entrenan y juegan es recíproco. Él les ha dado una oportunidad a ellas que el resto les negaba, y ellas han arrastro a un público al barrio, el más periférico de Sant Andreu, que, si no fuera para ir a ver jugar a estas mujeres, raramente hubieran pisado la poco popular --no por obrera, que de eso tiene mucho, sino por poco frecuentada por no residentes-- zona.

Cuentan que dentro del equipo existen dos corrientes: las que reivindican y hacen bandera de su origen -a las que les gusta mostrar tatuajes, lucir chupas, 'piercings' y sacar su lado más sexy en la pista; jugar a provocar en la cancha, porque les da la gana- le da a todo un aire de telefilm, y las que consideran que es mejor superar esa etapa para que las tomen más en serio como deportistas. "Pero en Ingles de Acero cabemos todas, las que piensan de una manera y las que piensan de otra. Y, si alguna vez hay algún problema, para eso está la comisión de mediación", aclara su capitana, Violent Femme, a punto de viajar al Mundial de Dallas, en el que la selección española participa este año por primera vez.

Todas están emocionadas con el Mundial, aunque solo dos jugadoras del equipo están seleccionadas y aunque tengan pocas opciones ya que el destino las ha cruzado con las mejores. "Es mala o buena suerte, depende de cómo lo mires. Tendrán la ocasión de aprender mucho", concluye Andrea optimista con el espíritu de superación que las define.