Fumata blanca de Rossi

Valentino Rossi se retira mientras su motor escupe humo blanco.

Valentino Rossi se retira mientras su motor escupe humo blanco. / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS

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Jorge Lorenzo hizo un gesto divertido (que nadie entendió hasta que lo explicó) al llegar al corralito de Mugello como brillante vencedor de su apasionante duelo con Marc Márquez. Simulando un bloc de notas y un lápiz, tomó notas. Alguien creyó intuir ahí un recuerdo al estudiante que copia para sacar matrícula, que fue la acusación que el tricampeón mallorquín de MotoGP lanzó sobre Valentino Rossi cuando el 'Doctor' logró la 'pole position', descaradamente remolcado por Maverick Viñales, su próximo compañero de equipo.

Marc Márquez, que no había podido comer, llegó a la conferencia de prensa posterior a su tremenda exhibición en Mugello («este chico sigue haciendo milagros con una moto que no va, que no corre, que no es ni la Yamaha, ni la Ducati, ni la Suzuki», dijo ayer un miembro de su equipo) y abrió un sobre con un 'biscotto' de la marca Rivagnati y empezó a comérselo mientras hablaba Lorenzo. Otro signo, digo yo, de lo bien que le había sentado el podio en casa de Rossi, el hombre que los escogió a ambos como enemigos.

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Y Rossi apareció ante los medios reconociendo que había sido uno de los días más duros de su triunfante y dilatada vida. «Como dicen los ingleses, 'shit happens', es decir, ha llegado la mierda». Al 'Doctor', que vio cómo estallaba el motor de su Yamaha provocando una tremenda fumata blanca en la novena vuelta de carrera, le dolió especialmente. «Porque mi abandono se ha producido en casa, en Mugello, ante mi gente, ante miles de seguidores, tras salir desde la 'pole', tras estar muy cómodo detrás de Jorge (Lorenzo) y estar convencido de que podía ganar».

LA GRAN ESCAPADA

Y no solo eso, esa fumata blanca («creo que a mi motor le ha fallado la misma pieza que a Jorge en el 'warm-up' matinal») ha permitido que «Jorge y Marc hicieran primero y segundo, escapándose en la clasificación, aunque aún quedan 12 carreras». Hay quien explica que estos son los primeros motores Yamaha que se rompen desde el 2006, cuando 'Vale' peleaba con Nicky Hayden.

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Ni que decir tiene que el box y el 'hospitality' de Yamaha vivieron ayer uno de esos días contradictorios: el que se va, Lorenzo, vive una jornada celestial y el que se queda, el elegido para ser piloto número 1 durante las próximas dos temporadas, pese a sus 37 años, vive, como reconoció él mismo, en la mierda. «Ha sido frustrante no poder recompensar a mi gente con una victoria que creí tener en la mano», reconoció Rossi, que insiste en que es ahora más veloz que el pasado año y que, contrariamente a los 2.000 habitantes del 'paddock', cree que la Honda de Márquez «no es tan mala como dicen: no acelera, no tiene velocidad punta, pero es muy buena en las frenadas y todo eso, al final de la vuelta, queda compensado».

«Volvemos a casa -explicó Lorenzo- habiendo hecho un gran trabajo aunque, eso sí, nos habría encantado no haber recibido tantos pitos». «Al final, Mugello ha sido hermoso, muy hermoso, y seguimos cumpliendo nuestro objetivo de pelear por el título, pese a todo. ¿Pancartas contra nosotros? No he visto nada, no», añadió Márquez. «Shit happens, shit happens», insistió el de la fumata blanca, el patrón de Mugello.