Florence Kiplagat: "Ser mujer y atleta en Kenia no es nada fácil"

Florence Kiplagat posa delante de su coche, en Kenia.

Florence Kiplagat posa delante de su coche, en Kenia.

GERARDO PRIETO / BARCELONA

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Florence Kiplagat ha regresado a Barcelona para intentar reeditar su gran éxito del año pasado, cuando estableció un nuevo récord del mundo de medio maratón (21.098 metros), con una marca de 1.05.12 horas, batiendo de paso el de los 20 kilómetros, con un crono de 1.01.56. La supercampeona keniana, de 27 años, no ha dudado en volver a la capital catalana para ser de nuevo la estrella de la eDreams Mitja Marató de este domingo (salida a las 8.45 horas delante del Parc de la Ciutadella, con vistas al Arc de Triomf) e intentar rebajar su gran plusmarca de hace justamente un año. En esta conversación, Kiplagat se sincera también sobre las dificultades que ha tenido que superar para llegar al éxito en un país donde las mujeres los tienen realmente más difícil.

-¿Cómo empezó a correr?

-Por pura necesidad. No conocí a mi madre, murió cuando era muy pequeña, y supe quién era mi padre a los 12 años. Vivía con mi tío, y cuando acabé mis estudios en el instituto comprendí que el atletismo era la mejor manera de salir adelante. Sabía que tenía talento y aposté por ello. Tuve suerte porque me seleccionaron para el Mundial júnior que se celebró en Pekín. Ahí empezó todo.

-De entre todos tus éxitos deportivos, ¿con cuál se queda?

-Sin duda, con el del año pasado en Barcelona, cuando pude lograr los récords del mundo de 20 kilómetros y de medio maratón. Eliud Kipchoge me aconsejó que lo intentara aquí porque él ya había corrido esta prueba y sabía que el circuito era llano y que la organización, el ambiente y la hospitalidad eran inmejorables.

-¿Y cuál es su reto en la carrera de este domingo, en su segunda participación en la eDreams Mitja Marató de Barcelona?

-Mi sueño es correr por debajo de los 65 minutos. Lo quiero hacer porque, si lo consigo, creo que ese récord quedará por muchos años, como el de Paula Radcliffe en maratón. Mi entrenador, Renato Cánova, me dijo el año pasado que lo podía hacer, pero perdí el avión en Nairobi y llegué a Barcelona solo 48 horas antes de la prueba, bastante cansada. Aun así me fue bien (risas), pero pudo haber sido mejor. Así que voy a intentarlo otra vez. Este año he llegado con dos días más de margen, a ver si eso es una buena señal (más risas).

-¿Y cuándo va a intentar el récord mundial de maratón?

-Es difícil saberlo. Calculo que necesito como mínimo tres años más de preparación. Quiero ir paso a paso. Intentaré antes el de 25 kilómetros, probablemente en Berlín este año, y si sale bien, luego el de 30.

-Ser mujer, madre y atleta de élite en Kenia no debe ser fácil...

-Nada fácil. Tengo dos hijas, Faith (12 años) y Asha (6 años), y a veces no entienden que esté siempre tan cansada. Incluso lloran cuando no gano, no comprenden que después de tanto esfuerzo pierda una carrera. Pero eso no me preocupa, solo pienso en que no sufran y en que reciban una buena educación. Mi primo Noah, mi mano derecha, se hace cargo de ellas cuando viajo a las competiciones o cuando necesito descansar tras un entreno agotador. Hace falta mucha determinación y disciplina para ser mujer y atleta en nuestro país.

-¿Ha pensado a que se va a dedicar en el futuro?

-Me quedan 10 años de atletismo, eso espero al menos, y no lo he pensado demasiado, aunque sí que me gustaría ser entrenadora. Tengo un grupo de atletas que siguen mi método y me hace mucha ilusión verlos progresar.

-Sería la primera entrenadora en Kenia, ¿no?

-Creo que sí, de momento no hay ninguna, y espero que la federación nacional esté a la altura. Me hace ilusión, aunque tengo otros proyectos. He comprado 30 hectáreas de tierra en Naiberi [a 20 kilómetros de Eldoret] y espero ampliarlas a 100. Quiero crear una granja y levantar viviendas y una escuela para los niños huérfanos a causa del VIH.

-¿Qué opina de los casos de dopaje surgidos últimamente en su país?

-Todos sabemos que los mejores corredores del mundo están aquí, pero es comprensible que la gente tenga dudas cuando pasan cosas así. Creo que el principal problema es la falta de educación. De hecho, la mayoría de los atletas que han dado positivo no tenían estudios. Ahí está la clave: educar para conseguir que sean los propios atletas los que rechacen el dopaje.