EL GRAN PREMIO DE CHINA DE F-1

Ferrari endulza la vida de Hamilton

La victoria de Vettel en Malasia fortalece la posición del piloto inglés ante su inminente renovación por Mercedes

Lewis Hamilton, ayer, en el 'paddock' de Shanghái.

Lewis Hamilton, ayer, en el 'paddock' de Shanghái.

MIGUEL
Martínez

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Puede que haya algo de masoquismo en disfrutar de una situación tan tensa, o quizá, simplemente, se trate de una confianza plena en sí mismo, pero se diría que Lewis Hamilton disfruta con su inacabable proceso de renovación con Mercedes. Mientras sus nuevos asesores pelean hasta el último recoveco en los derechos comerciales y de imagen, el actual campeón del mundo somete, permanentemente, a su compañero Nico Rosberg. Hasta puede que le venga bien para rascar en los últimos flecos económicos que Sebastian Vettel achuche a las flechas de plata con el resucitado Ferrari.

HAMILTON  ES OTRO / Aquel muchacho de Tewin, hijo de un inmigrante negro que le envió a clases de kárate para que pudiera repeler los acosos que sufría en la escuela, ha aprendido a defenderse solo, incluso en una negociación con Toto Wolf, director de Mercedes, del que dicen es uno de los peores adversarios para rascar mejoras en un contrato. El dinero ya no es un problema, alrededor de 105 millones de euros por tres años de fijo (sería el mejor pagado de la parrilla) más los bonos por resultados. Solo quedan, dicen, pequeñísimos flecos que tienen que ver con los derechos comerciales y de imagen, con una autonomía mayor de la habitual en la F-1, pensando en generar ríos de ingresos al estilo de los Beckham, Woods, Lebron, Cristiano...

No parece que la negociación de su renovación le preocupe. «No tengo prisa. Yo decido el tiempo», afirma escondido tras sus gafas espejadas y la gorra que hizo hacer especial para él en Mercedes, de visera rapera y con un color más de su gusto. Ferrari se ha acercado peligrosamente al potencial de los coches alemanes y eso juega a su favor.

Ya no le pueden esgrimir que cualquiera pueda ser campeón en una flecha de plata. Hamilton disfruta comandando, una y otra vez, la tabla de tiempos, como en los libres de ayer en el Gran Premio de China, mientras su compañero Rosberg se pierde entre errores que le condenaron por detrás de los Ferrari de Kimi Raikkonen y Sebastian Vettel.

Incluso tiene tiempo para hurgar en la herida del que, en otro tiempo, fue su gran rival en la pista, Fernando Alonso. «Bueno, viendo la mejora de los Ferrari y los problemas que tiene McLaren y Honda no parece que Fernando haya tomado la mejor decisión, pero no es la primera vez que no toma bien sus decisiones».

LEWIS YA MANDA / Hamilton se ha investido de un áurea de superestrella, o quizá solo sea una pose, pero el caso es que nadie en la parrilla, ni siquiera Vettel, con sus cuatro títulos ejerciendo de nuevo Michael Schumacher en Ferrari, se acerca a su magnetismo como imagen comercial. Le encanta este papel, aunque le costó conjugar volante y confeti. «Me pudo un poco al principio, tardé cuatro años en cuadrar mi vida, pero lo conseguí», reconoció en el 2012, meses después de completar la peor temporada de su carrera, plagada de crisis, errores, cambios y desencantos. Ya no es aquel muchacho zarandeado por la fama en manos de toda su familia. Hamilton maneja ahora su vida, su destino, con el mismo aplomo con el que conduce su Mercedes, que aún es el mejor bólido de la parrilla.