Honor por bandera

Estelades en el Camp Nou

Estelades en el Camp Nou / JORDI COTRINA

DAVID TORRAS / BARCELONA

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Por un día, la bandera del Barça, la que se canta en el himno desde hace 40 años, la que «agermana» a todos los culés, quedó engullida bajo un mar de 'estelades', la bandera que miles de aficionados alzaron ante los ojos de la UEFA y del mundo, en un gesto de reivindicación y también de desafio al que el club se ha acabado sumando después de haber callado la primera vez. El Camp Nou vibró más con ese momento, concienciado como estaba para defender su honor, que con el partido, que el equipo resolvió sin pizca de sufrimiento (3-0) bajo la fórmula más infalibe mientra no llega Messi: la conexión Neymar-Suárez.

El Barça todavía no está en octavos, pero marcha destacado y le queda medio paso, pendiente de rematarlo en los dos últimos compromisos ante Leverkusen y Roma. El triunfo italiano (3-2) deja abiertas las opciones, aunque parece difícil que se le escape el primer puesto. El BATE pasó sin pena ni gloria, igual que el reaparecido Hleb, que ayer se ganó más aplausos, simplemente por haber estado de paso, que en toda su etapa como jugador.

Pero en el Camp Nou se jugó otro partido mucho más comprometido y que no estaba en manos de Neymar y Suárez, y cuyo resultado no está claro y tardará en conocerse. Los culés, eso sí, lo jugaron a pecho descubierto, lanzados al ataque, fieles al estilo que ha cultivado el Barça en el campo y que no siempre se ha seguido desde el palco. Favorecido por el despliegue de las entidades civiles que promueven la independencia y que repartieron 30.000 'estelades', la escenografía del estadio debió dejar boquiabiertos a los representantes de la UEFA por más que ya intuyeran esa reacción, la razón de esa tregua pactada con el club.

PANCARTA PIDIENDO RESPETO

El sueco Karl-Erik Nilsson, a quien Josep Maria Bartomeu presentó a Artur Mas en medio de ese clima de conciliación que se pretende encontrar para salir de este callejón, grabó desde el palco varios de esos momentos, y no es muy difícil imaginar el tono de su informe. Una película con tres colores, amarillo, rojo y azul, y un grito de fondo: «Independencia».

De la La Masia no és toca como lema de protesta ante la FIFA se pasó está vez a otra enorme pancarta con un mensaje: «Respect». Sonó el himno de la Champions, una fanfarria siempre celebrada porque remite a un torneo elegante y codiciado, que en este nuevo siglo el Barça ha conquistado mejor que nadie, y el Camp Nou, lejos de sonreír, se convirtió en un infierno, una pitada inimaginable que hasta ahora quedaba reservada al Madrid y al himno de España. Pareció sonar más alto que otras veces, pero incluso así quedó ahogado por esa repulsa unánime.

GRITOS DE "INDEPENDENCIA"

La canica y la bola de nieve, que dijo Luis Enrique, expuesta a Europa entera. La canica echó a rodar en cuanto a la UEFA se le ocurrió imponer multar por la final de Berlín siguiendo un informe de lo más misterioso. Lejos de imponerse ante lo que ya era un atropello y una cuestión de dignidad el Barça calló y pagó, y entonces ya sí, la canica siguió rodando, rodando, hasta convertirse en la bola de nieve que anoche convirtió el Camp Nou en una manifestación más intensa que nunca.

El gesto se repitió con más firmeza que otras veces en el minuto 17 de cada parte, en un acto pendiente ahora de resolución. La pelota anda ahora en la comisión de apelación, y más allá todavía aparece el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS), el estamento que parece condenado a dar el veredicto final. Entretanto, los 40.000 euros pendientes y los que puedan añadirse por la nueva exhibición, que si son en proporción de las banderas serían una millonada, quedan congelados en medio de esta singular tregua. Pero el Camp Nou no sacó la bandera blanca.