LA VUELTA DE LOS CUARTOS DE LA COPA

Un Espanyol enorme sobrevive a la emboscada del Pizjuán

El Sevilla marca en el minuto 88, pero se queda a las puertas de la remontada

Los jugadores del Espanyol celebran el pase a las semifinales de la Copa, a la finalización del encuentro disputado frente al Sevilla en el Sánchez Pizjuán

Los jugadores del Espanyol celebran el pase a las semifinales de la Copa, a la finalización del encuentro disputado frente al Sevilla en el Sánchez Pizjuán / periodico

RAÚL PANIAGUA / SEVILLA

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Con alma, esfuerzo, sufrimiento y una seriedad admirable, el Espanyol sobrevivió al infierno del Pizjuán y se plantó en las semifinales de la Copa del Rey. La maravillosa aventura de los pericos por el torneo del KO continúa. Después del 3-1 de la ida, el equipo blanquiazul no se amilanó en Nervión. Ni siquiera con el tanto de Diogo en el minuto 88. El Sevilla se quedó a un gol de la remontada y el cuadro catalán logró una clasificación merecida (1-0). El Athletic de Valverde será el último escollo antes de la soñada final, con la ida en Bilbao y la vuelta en Cornellà.

Desde el año 2006 no jugaba el Espanyol unas semifinales de Copa. Se enfrentó al Depor y acabó conquistando el título contra el Zaragoza en el Bernabéu. Con el Barça en la otra semifinal parece osado soñar con otra gesta similar pero la ilusión que ha generado el torneo en los pericos es impresionante. Qué mejor escenario que el Nuevo San Mamés para prolongar una ruta preciosa por la que ya cayeron Valencia y Sevilla.

UNA CALDERA

Tres horas antes del partido ya había decenas de seguidores del Sevilla en las cercanías del Pizjuán. El «¡Échale huevos!» fue el cántico estrella de la jornada. Esperaban los sevillistas repetir gestas no muy lejanas, como la remontada ante el Oporto de la pasada UEFA. «Este partido ya lo hemos vivido, jugado y ganado», llegó a decir Monchi, el director deportivo del club andaluz. Enfrente, las estadísticas estaban con el Espanyol, que solo había sido eliminado en una de las siete ocasiones en las que tuvo un 3-1 en la ida de una eliminatoria de Copa. Las dos últimas, además, contra el Sevilla.

Unos 300 aficionados acompañaron al equipo blanquiazul en el Pizjuán. Los maravillosos recuerdos del 2000 y el 2006, con los títulos conseguidos ante el Atlético y el Zaragoza, respectivamente, permanecen en la memoria de los pericos, habituados a sufrir. La Copa es la ilusión, es el sueño para escapar de los nervios de la permanencia o la monotonía de la zona tranquila. Las semifinales serán otra cita preciosa.

Eliminado el Valencia en una noche épica en Cornellà, el Sevilla suponía otro duro rival. La imagen de la ida en el Power8 fue estelar, pero el tanto de Bacca en el último suspiro (3-1) añadió intriga a la vuelta. Temía Sergio González temía el inicio de partido. Se esperaba una salida en tromba del bloque andaluz en una caldera. Pero la realidad fue muy distinta.  A los 74 segundos el Espanyol acarició el gol con una falta perfectamente lanzada por Arbilla que se estrelló en la cruceta. Una lástima.

Ese susto envalentonó a los locales, comandados por la explosividad de Deolofeu y el talento de un fugaz Denis Suárez. Arriba, Bacca y Gameiro eran los referentes. Pero el Sevilla puso más corazón que cabeza. Demasiados balonazos, poco criterio. El Espanyol supo aguantar muy bien. Incluso tuvo un par de ocasiones más en un remate raso de Sergio (m. 17) y una vaselina del capitán, que vio adelantado a Beto. La idea era genial, pero la ejecución no fue buena. Bien plantado, serio en defensa y con Pau concentrado, el cuadro catalán se marchó al descanso con buenas sensaciones, mientras Emery mostraba ya su nerviosismo.

AGOBIO FINAL

Salió el Sevilla más agresivo en la segunda mitad, intentando llevar el partido al terreno pasional. Emery metió a Diogo y Banega en busca de una mutación. El argentino tuvo la primera ocasión pero Pau estuvo firme (m. 49). Iborra (m. 59) y Gameiro (m. 64) también lo intentaron, mientras el técnico local se comportaba al más puro estilo Simeone, histérico e incapaz de encontrar soluciones.

Quedaban 20 minutos y Sergio dio entrada a Colotto para acabar con una defensa de cinco. Faltaba el último esfuerzo y Diogo puso el suspense con un gol a dos minutos del final cuando más de un hincha se iba ya. Volvió la caldera, volvieron los cánticos, pero el Espanyol resistió con bravura. Supo luchar. Supo sufrir. Y tuvo el premio merecido.