LA CUENTA ATRÁS DE LA GRAN CITA DEL DEPORTE

Entre la euforia y el recelo

Parada militar 8 Fuerzas de los granaderos y de las guardias galesa y escocesa posan, ayer, en Londres.

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BEGOÑA ARCE
LONDRES

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A 100 días del inicio de los Juegos Olímpicos, Sebastian Coe está convencido de que Londres 2012 entusiasmará al mundo.«No creo que haya visto nunca, en tantos países distintos, el nivel de excitación ante lo que estamos haciendo»,afirma el presidente del Comité Organizador. Sir Sebastian quizá se ha llevado esa impresión en sus constantes viajes internacionales. Pero mientras él habla del«acontecimiento más esperado que se recuerda en tiempos recientes», sus compatriotas, especialmente los londinenses, siguen teniendo muchas reservas sobre el evento deportivo que se les viene encima.

Si los sondeos se cumplen, al menos una cuarta parte de los habitantes de la capital se marchará durante los Juegos. Las autoridades han pedido a los londinenses que trabajen desde casa o que retrasen la vuelta al hogar, prolongando una hora las pintas en el pub, para evitar las horas punta una vez terminada la jornada.

De vacaciones

A la vista de esas previsibles dificultades en el transporte, en una ciudad que estará protegida por 40.000 miembros de las fuerzas de seguridad ante el temor a un atentado, van a ser muchos los que opten por tomarse las vacaciones el 27 de julio, coincidiendo con la ceremonia de apertura a cargo del cineasta Danny Boyle.

La Cámara de Comercio Británica ya ha advertido de una reducción de la productividad durante el periodo olímpico. Un 89% de las empresas radicadas en la capital creen que los Juegos van a afectarles. Y el compositor y empresario teatral, Andrew Lloyd Webber, predice un bajón en la venta de entradas de las salas del West End.«Hay que permitir a Londres continuar su vida durante los Juegos. Debemos trasladar a atletas y espectadores, sin impedir a los londinenses hacer su vida normal», señala Coe.

Hasta el momento se han invertido 7.500 millones de euros en la modernización del sistema de transportes, incluida la renovación del metro más viejo del mundo. Los 10.500 deportistas participantes, así como varias decenas de miles de delegados y miembros de la prensa acreditados, no deberán preocuparse. A su disposición van a abrirse 48 kilómetros de carriles de circulación prioritaria para atravesar la ciudad sin problemas. Lo harán en 4.000 vehículos BMW, con baja emisión de carbono, entre los que hay coches, motos y hasta bicicletas. «Es ridículo que se use una flota importada cuando Londres tiene el mejor servicio de taxis del mundo», clama Ken Livingstone, el candidato laborista a la alcaldía en las elecciones de mayo, que ocupaba precisamente el puesto de edil cuando se designó a la ciudad en el 2005.

Presupuesto disparado

En el Parque Olímpico se trabaja a contrarreloj. El ir y venir de grúas y camiones es incesante, aunque los visitantes pueden admirar a distancia la belleza y grandiosidad del estadio, el velódromo, el centro acuático o la torre diseñada por Anish Kapoo. Algunas construcciones, en una de las partes más pobres del Este de Londres, se mantendrán después de los Juegos. Otras, en cambio, van a desaparecer o se va a reducir su tamaño y uso.

Preservar el legado del 2012 y rentabilizar la enorme inversión realizada -«en el peor contexto económico que hayamos conocido», según ha dicho el propio Coe-,

es otro de los grandes retos. El presupuesto inicial de 2.400 millones de libras se ha transformado en 9.300 millones (11.200 millones de euros). El ministerio de Cultura, Medios de Comunicación y Deportes insiste en que los beneficios«serán muy grandes en términos sociales, económicos y deportivos, y van a incentivar la economía del país». Los británicos no terminan de creérselo. «Es un despilfarro colosal», opina Sam Leith, columnista del vespertinoLondon Evening Standard.«Imagínese a un albañil que viene a su casa y le dice que le costar 300 libras un trabajo, luego se lo sube a 1.500 libras y encima cuenta que se ha atenido al presupuesto».