ENTREVISTA CON EL PATRÓN DE LA F-1

Ecclestone: "Estoy en contra de la democracia"

El patrón de la F-1 conversa con EL PERIÓDICO y reconoce que el actual campeonato le parece "demasiado clínico" y que no piensa en su heredero

Bernie Ecclestone, inconfundible.

Bernie Ecclestone, inconfundible. / periodico

MIGUEL MARTÍNEZ / MONZA (Enviado especial)

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Hace dos años, Bernie Ecclestone (Bungay, Reino Unido, 1930) se reunió durante cinco horas, en su mansión londinense, con uno de los dirigentes deportivos más importantes del mundo. Tiito BernieTiito , como solían llamarle cuando la F-1 visitaba Jerez, quiso invitar a su colega al pub de siempre, pero aquel día estaba cerrado. Así que el dueño de la F-1 no tuvo más remedio que pedir unos sabrosos sándwiches, que hicieron las delicias de ambos ejecutivos.

Durante la charla, el invitado, hombre casi tan experto en materia de negociación, organización, espectáculo y generación de millones de ingresos como Ecclestone, le criticó, cariñosamente, que no estuviese preparando ya a su sucesor, dado que, pronto, el dueño de la F-1 cumplirá 85 años. Ecclestone, que aceptó el debate sobre un tema que preocupa mucho al negocio de la F-1, le dijo tajantemente a su amigo: «Jamás, óyelo bien, ¡jamás!, prepararé a heredero alguno».

Su amigo le pidió más explicaciones y Ecclestone se las ofreció encantado. «Mira, todos aquellos que preparan a su heredero, acaban falleciendo en sus manos porque ese heredero quiere heredar antes de que tú lo decidas. Así que no tendré heredero porque me importa un bledo lo que le ocurra a la F-1 el día que yo me vaya o me muera».

Con 4.000 millones de dólares de patrimonio -una de las mayores fortunas de Inglaterra-, lo de Ecclestone es más un hobby que un trabajo. Una condena por soborno le costó recientemente 600 millones de euros y perder cierta capacidad ejecutiva en la F-1. Puede que por ello el show se haya resentido y mucho: «La F-1 se ha convertido en una democracia y yo estoy en contra de la democracia», asegura sin tapujos.

-Usted, señor Ecclestone, empezó compitiendo como piloto en las motos, incluso llegó a la F-1, pero, a los 20 años, se retiró. ¿Fue porque no era buen piloto o porque vio que era muy bueno en los negocios?

-¡No recuerdo qué hice ayer y usted me pregunta qué pasó hace 60 años! No, paré porque tuve un accidente y, en ese momento, estaba cerrando un negocio importante y pensé que era mejor concentrarse en los negocios que acabar en el hospital.

-Lleva más de 45 años en la F-1. ¿Cuáles son su mejor y su peor recuerdo en todos estos años?

-Yo siempre saco algo bueno de todos mis recuerdos, así que no tengo malos recuerdos. Cuando las cosas van peor aprendes más que cuando van bien, mucho más. Y es normal porque te esfuerzas el doble.

-Después de su juicio en Alemania, aparentemente nadie de la fraternidad de la F-1 contactó con usted ni le mostró, según ha contado, ningún tipo de afecto. ¿Es verdad?

-Bueno, el presidente de Mercedes me mandó un bonito mensaje: «Enhorabuena, bien hecho».

-Se lo dijo con sorna ¿no? Pues él fue uno de los que provocó el juicio...

-Dejemos el asunto, por favor.

-¿Merece la pena seguir cuando recibe tantas y tantas críticas?

-A finales de julio, corrimos en Hungría. No olvide que, cuando yo llegué a Hungría, estaba detrás del telón de acero. Cuando negocié para que llegase la F-1 allí, era la KGB quien controlaba aquel país. Así que cuando consigues esos logros y todo acaba bien, estás sumamente orgulloso de lo que has hecho, porque lo has logrado para mucha gente. Estoy contento de llevar 30 años en esto.

-Ahora los pilotos parecen pasajeros metidos en un monoplaza.

-¡Absolutamente, sí. Así es, sí!

-Cuentan que se pasan la carrera apretando botones y haciendo ajustes. Tenemos un ejemplo muy claro: Max Verstappen, un niño de 17 años, debutante en la F-1, parece un veterano como si pilotase en la Play.

-No debería ser así. La F-1 tendría que ser un campeonato de pilotos. Cuando se apaga el semáforo, el piloto debería pilotar su monoplaza. Lo divertido es que a los pilotos no les gusta, ellos quieren estar al mando.

-¿Eso significa que está preparando cambios para el fururo?

-El problema es que la F-1 se ha convertido en una democracia… Y yo estoy en contra de la democracia. Es muy difícil, mucho, conseguir que todos estén de acuerdo. Lo ideal sería alcanzar un pacto con la FIA (Federación Internacional) para poder transformar la F-1, buscando lo que todos juzguemos que es lo mejor para todos. Pero es difícil, sí.

-¿Me está diciendo que usted, que tiene tanto poder y ha aportado tantas ideas, no se ve capaz de pactar?

-Yo lo intento cada día, pero lo que trato de decirle es que somos demasiados para ponernos de acuerdo.

-Si tuviera que tomar, ahora mismo, una decisión, decidir un cambio, algo que mejorara aún más este deporte, ¿qué decisión tomaría?

-En primer lugar, nunca habría aceptado este motor. Y, en segundo lugar, la F-1 se ha vuelto en demasiado clínica: no hagas esto, no puedes hacer lo otro… Un ejemplo: un pobre piloto lucha por conseguir la cuarta posición de la parrilla y, por cambiar la caja de cambios o el motor, tiene que retroceder diez posiciones. En mi opinión, esas cosas no tienen sentido. Ninguno. Pero existen, sí.