Deulofeu, ¿talento o trabajo?

Deulofeu celebra su gol contra la Real Sociedad en el Sánchez Pizjuán.

Deulofeu celebra su gol contra la Real Sociedad en el Sánchez Pizjuán. / periodico

XAVI TORRES

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«¿Cómo es que el mejor jugador juvenil del mundo no sabe colocarse como debe?», preguntó hace tres años Pep Guardiola Emili Ricart, uno de sus asistentes cuando era entrenador del Barça. El entonces fisioterapeuta del primer equipo, un enfermo del fútbol formativo, veía en Gerard Deulofeu más o menos lo que cualquier persona: el club tenía un diamante que, bien llevado, estaba llamado a marcar una época en el Camp Nou. «¡Emili, no podemos fallar con este chaval!», soltó Pep.

En aquellos momentos, Deulofeu ya era la estrella del equipo juvenil que entrenaba Óscar García. Nada nuevo. El extremo gerundense siempre ha sido el mejor jugador de su equipo, cada año, en cada categoría, en el Barça, en la selección catalana y en la española. Un talento que siempre ha llamado la atención. A todo el mundo. A los ciegos también. Y esta virtud, curiosamente, se ha acabado convirtiendo en un problema. Ser tan bueno, aunque parezca una paradoja, le ha perjudicado.

Hoy Deulo tiene 20 años. El año pasado jugó cedido en el Everton, y este año en el Sevilla después de hacer la pretemporada con el Barça y ser descartado. ¿Por qué? ¿Cómo es posible que un talento tan descomunal genere tantas dudas? ¿Puede o no jugar en el Barça? ¿Será un crack o se quedará, como tantos, a medio camino?

PERFIL CRISTIANO RONALDO

Deulofeu es diestro, juega de extremo derecho y es un chico blanco con cuerpo de negro, con unos glúteos, cuádriceps y gemelos espectaculares, un tren inferior prodigioso construido por la naturaleza y solo reforzado, en los últimos años, por el trabajo en el gimnasio. Se trata de un futbolista con perfil Cristiano Ronaldo. Es muy veloz y su uno contra uno está al nivel de los mejores, sin la variedad de Neymar Iniesta, por ejemplo, pero con la efectividad de quien hace una cosa y la hace muy bien. El de Riudarenes aprovecha la explosividad de su salida para tocar un poco el balón para marchar y, sobre todo, para preparar el disparo, su otra gran virtud. Tiene gol y eso ya sabemos que es algo impagable.

Entonces, si es tan bueno, ¿por qué no juega en el Barça? Si me permiten, por una cuestión de forma y otra de fondo. Las formas de Deulofeu han sido siempre tan exuberantes que le han acabado marcando con la etiqueta de jugador difícil. Todos sus entrenadores han tenido que pelearse con su carácter, premiando y castigando, poniendo más paciencia que con sus propios hijos. Todos, conscientes del diamante que tenían ante sí, han puesto horas para moldear una personalidad rebelde y única.

Entre todos los episodios es ya famoso el plan correccional diseñado por Albert Benaiges, excoordinador del fútbol base del Barça, después de un mal comportamiento de Deulofeu con su familia. Benaiges, de acuerdo con todas las partes, citó al joven Gerard (que tenía 14 años) con el testimonio de Joan Barbarà, hoy ayudante de Luis Enrique, para comunicarle la hoja de ruta: dejaría de jugar en el cadete A para volver al B, no recibiría ninguna convocatoria con la selección y detendría el acuerdo con Nike. Además, como se había comportado como un niño de 9 años, entrenaría toda la semana con los alevines a quienes, además, debería corregir y enseñar a jugar al fútbol. Y un detalle más: él sería el encargado de llevar los sacos de las pelotas en todos los entrenamientos. Deulofeu aceptó el castigo, obedeció las órdenes, corrigió los modales e inició un cambio en sus comportamientos.

CAMBIO DE CONDUCTA

Hoy todo el mundo habla de él como un buen chico, querido en el vestuario, con sus cosas, con sus tics extraños, pero buen compañero. Hoy, ya profesional, todas las fuentes consultadas hablan de un futbolista con una vida ordenada, de gran mentalidad, ganador, un deportista ambicioso de los que da golpes en la pared cuando su equipo pierde.

El segundo problema, el de fondo, nos lleva a la gran reflexión. Como iba siempre tan sobrado, los técnicos se preocuparon mucho de su actitud y poco de darle las armas futbolísticas necesarias para el futuro. «¡Si lo hacía todo bien!», todavía dicen hoy. Y ambas cosas eran importantes. Volvamos al principio. A Guardiola le dolía ver las carencias de una gran promesa y actuó. Le convocó para entrenar con el primer equipo y cuando terminó inició en el Miniestadi una sesión particular sobre aspectos defensivos, el hándicap principal y urgente que Pep detectó que debía corregir. Durante más de media hora, los dos solos, con Guardiola abriendo y cerrando los brazos, gritando, corriendo y haciendo de defensa y de delantero, actuando de maestro en definitiva. Ambos trabajaron qué hacer sin balón, cómo colocarse, cómo hacer la primera acción ante un balón perdido, saltar a la presión, las posiciones intermedias, la no desconexión ... Este lenguaje tan del Barça y que tan bien debería conocer Deulofeu. Pero que no era así.

David Villa fue otro deulofeista dispuesto a ayudar. No entendía algunos gestos de su joven compañero. En un rondo, por ejemplo, Gerard jugaba con los dedos de una mano cogidos en la manga de la camiseta, o permanentemente estirándose los pantalones hacia abajo. «¡Deulo, estáte por el trabajo!», le decía el Guaje, siempre atento a sus evoluciones. Y «¡ven más cerca de mí!». O «¡aprieta, aprieta ahora!» en los trabajos defensivos...

DESCARTE DE LUIS ENRIQUE

¿Era trabajo de Villa o de Guardiola ponerse a dar clases particulares a un juvenil de 17 años? ¿Lo era de Luis Enrique en la pretemporada? Quizás en un pequeño porcentaje sí pero, esencialmente, es evidente que no. Aquí ha fallado alguien. O mejor, por no señalar a nadie, ha fallado el sistema. Como dice un técnico de prestigio, «aquí en Can Barça dejamos crecer a los niños y sí que crecen, sí, a pesar de nosotros». Al Deulofeu futbolista siempre se le ha dejado hacer. Y ha hecho maravillas. Y todo el mundo lo ha disfrutado. Y él se ha soltado entre tanto golpe amable en la espalda. Pero el fútbol profesional es otra cosa y para estar al nivel que se espera de él hacen falta muchos detalles que, para situarnos en el presente, Luis Enrique no ha estado dispuesto a tratar de manera continuada. Del 19 de julio al 9 de agosto ya tuvo suficiente. Unos entrenamientos y cuatro partidos amistosos (nunca lo puso de titular) fueron suficientes para quedar agotado del talante del joven extremo.

Hoy, curiosamente volvemos donde estábamos. Deulofeu necesita clases de fútbol pero el Barça le da clases de actitud. «Como no defiende bien lo enviamos al Everton, que en Inglaterra seguro que espabila». «O al Sevilla, que allí deberá correr». ¿Correr? ¿Dónde? ¿Por qué? ¿Cuándo? Con 20 años un futbolista debería continuar su etapa de formación...

Guardiola se dio cuenta de que Deulofeu es disperso. Le das una orden y la entiende. Y la primera vez lo hace. Y quizá la segunda. La tercera ya no. Òscar García se hartó de dar instrucciones. No es constante, le cuesta focalizar atenciones sobre todo de forma continuada, tiene dificultades para elegir la mejor opción y, seguro que defensivamente es flojo. Pero Pep -y, sobre todo, Òscar- también vieron que es un futbolista diferente y que tratado de manera diferente podría aportar su gran diferencia. Y de estos hay cuatro.

Todas las decisiones son respetables pero da la impresión de que el Barça, con Deulofeu, ha optado por elegir el camino más cómodo. Con la excusa de los matices del sistema, con el hecho de actuar sin extremos, Deulo iba a jugar menos y la mejor alternativa era cederlo para tener más minutos. Detrás de la excusa del sistema, con perdón, se disfrazan muchas carencias. Munir Sandro, ellos lo saben, son más disciplinados pero en este caso el Barça opta por el trabajo y no por el talento. ¿A quién vendrían a buscar los grandes clubs europeos si el Barça los pusiera a los tres en el mercado? ¿O a por quien iría el Barça si los tres fueran las estrellas del Santos o el River Plate?

Hay quien cree que Deulofeu, bien guiado futbolísticamente, llegaría a la condición de crack. Hay quien piensa que el Barça, que tiene medios, que tiene fisios, médicos, psicólogos y, sobre todo, entrenadores, no puede desaprovechar la ocasión. «Si Deulofeu es del Barça, ¿por qué lo han de mejorar los de fuera...?», piensan algunos dentro.