GESTA PARA LA HISTORIA

Éxtasis en Montilivi

Ninguno de los 13.000 espectadores olvidará que un 29 de octubre del 2017 vieron al Girona derrotar a un Madrid liderado por un inexistente Cristiano Ronaldo

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Sergi López-Egea

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Un día se dirá que el 29 de octubre del 2017 unos héroes de Girona vestidos de rojiblanco derrotaron a todo un Madrid con 12 Copas de Europa. Y ese día de éxtasis, en el que Portu se convirtió en David para derrotar a un Goliat vestido de Cristiano Ronaldo, 13.000 elegidos para la gloria, reunidos en la grada, tuvieron el enorme placer de verlo, de disfrutar, de sufrir poco y de pasárselo en grande siendo protagonistas de una gesta para la historia.

Ni con un partido jugado a 155 minutos el Madrid habría sido capaz de derrotar a esos chicos de Pablo Machín que jugaron con el balón, con las piernas pero también con el alma y el corazón de un público que cuando acabó el partido no se movió de las gradas para quedar afónico de chillar una y otra vez: “¡Girona, Girona, Girona!”.

Mucho deporte, poca política

Estaba asustado el Madrid, o quizá la caverna de la capital española, por el ambiente, más político que deportivo, que podía encontrar en Montilivi. Apenas hubo unos chillidos, los típicos del Camp Nou, en el minuto 17, luego una referencia a los dos líderes independentistas encarcelados y unos gritos a favor de Carles Puigdemont, cesado como presidente de la Generalitat. Porque el espectáculo estaba en el campo y las banderas, las proclamas, del lado que sean, había que dejarlas para otro día. En Montilivi solo había un Girona. Solo había una Catalunya.

Pareció lo de siempre, lo visto desde los tiempos de Hugo Sánchez, sin ir más lejos, que se podría ir. De un tiro al palo se pasó al 0-1. La eterna suerte blanca. Los pobres atacando y dejándose la piel en el campo y los ricos, en la única aparición de Cristiano Ronaldo, marcando el 0-1 y para casa.

Gritos de "¡olé, olé!"

Pero qué lejos de la realidad. Montilivi no había dicho su última palabra porque ya estaba presto y dispuesto para disfrutar con una segunda parte de ensueño y para enmarcar. Hasta, ver para creer, se pudo escuchar toda una sinfonía de “olé, olé” y “olé” en la jugada siguiente al 1-2. Ni la tocaron. Ni la olieron. Ni la vieron. El Girona jugaba a placer y el público se deleitaba en la grada.

¿Y por qué no pasárselo bien y hasta ironizar? Cristiano no era Cristiano y el público la tomó con él. “!Cristiano, qué malo eres, Cristiano que malo eres!”. O, acto seguido, tras hacerse un lío en el área de Bono, recompensarle todo el campo con gritos de “¡Messi, Messi!”. Porque la grada, en algunos minutos no solo pensaba en rojiblanco sino en azulgrana, porque ocho puntos son muchos puntos.

A 8 puntos del Barça

El ambiente adverso lo tuvo el Madrid en el campo. Los enviados especiales llegados desde la capital española se ponían las manos en la cabeza, que movían negativamente de lado a lado. “La que se va a liar. Los palos que van a recibir”, comentaban cuando el árbitro auxiliar mostró  al público que el partido se ampliaba 4 minutos, que lejos de parecer una eternidad, fueron 240 segundos de placer como el mejor postre a un ágape sensacional.

Fue como una tarde de verano, para creer en el Girona y para sentirse fuertes en Primera. Pase lo que pase, aunque se tuerzan las cosas, que no ocurrirá, ningún seguidor del Girona podrá olvidar esta tarde del 29 de octubre del 2017. Ni los del Madrid, ni los del Barça, tampoco, aunque por al menos ocho puntos de distancia.