EL ABANDERADO

Cuando el mundo se enteró de que Aznar jugaba a pádel

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Ahora que ha amenazado a Mariano Rajoy con volver, son muchos los que recuerdan que el expresidente José María Aznar era, fue y, probablemente, sigue siéndolo aunque tal vez en la intimidad, un buen jugador de pádel. En la época que mandaba, y de verdad, a Aznar se le veía en compañía de poderosos y famosos deportistas practicando su deporte favorito, que no era otro que el pádel. Quieran o no sus practicantes, el exlíder del PP fue una de las personas que más contribuyó a la popularización de este deporte.

Hasta que en la vida particular de Aznar apareció su entrenador personal, cuyo objetivo, al parecer, no solo fue mantener en forma al presidente del Gobierno de aquellos tiempos sino aprovechar todo su potencial hasta convertirlo, según declaró recientemente en El País, «en una bestia, pues tiene la resistencia de un atleta olímpico». Y, ¿cómo logró Bernardino Lombao que Aznar entrase en el gimnasio y se dedicase a fortalecer sus pectorales y demás? Sencillo: «Le convencí de que dejase de jugar a esa mariconada del pádel».

Esa frase tan despectiva, por no calificarla de otra forma, apareció en un texto de Luz Sánchez-Mellado pronunciada por Lombao. Ninguno de los practicantes de pádel consultados estos días en el torneo profesional de Barcelona le da la más mínima importancia a ese desprecio. «Eso sí», dice uno de los mejores jugadores españoles de padel, que prefiere mantenerse en el anonimato, «no deja de tener gracia, o no, gracia ninguna, que esa frase la pronuncie el que ha sido el preparador físico de la selección española de pádel durante muchos años». En efecto, tal vez Lombao pretendió ser gracioso. Y no lo fue. No.