NOCHE DE CINE EN EL CAMP NOU

¡Cheryshev, te quiero!

Fue una obra maestra del Barça en medio de un delirio cuando salió el ruso que 'eliminó' al Madrid

Cheryshev se lleva las manos a la cabeza en el Camp Nou.

Cheryshev se lleva las manos a la cabeza en el Camp Nou. / periodico

ELOY CARRASCO / BARCELONA

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La última vez que Gary Neville estuvo en el Camp Nou se marchó con una Copa de Europa debajo del brazo. Fue un triunfo bestial, conmovedor, con dos goles del Manchester United en el tiempo de descuento y los rivales del Bayern de Múnich desolados, inconsolablemente tirados por el césped. Si hubiese sido una película no habría resultado creíble, por excesiva. Anoche, 17 años después de aquel triunfo inverosímil, a Gary Neville le tocó vivir las cosas más impresionantes del fútbol desde el lado oscuro y se retiró con una lección que también le costará olvidar.

Había musas sueltas en el Camp Nou, con el palco lleno de los triunfadores de los Premis Gaudí y hasta una Miss Mundo, la barcelonesa Mireia Lalaguna. Pero, sin desmerecer a la muchacha, la gran belleza estuvo en el verde, donde se vio un partido de cine, o más. Los destellos de categoría fueron tantos que costaría elegir uno solo. Virguería va, arabesco viene, toma caño, mete tú ese golazo, Leo, no, no, por favor, Luis, este te toca a ti... Por un momento pareció que al Barça no le bastaba con marcar un gol digamos normal, como si quedase grosero chutar un punterazo desde dos metros en medio de la ópera que estaban construyendo entre todos para asombro de un público que en este estadio ha visto de todo.

La función, y esa es otra historia un poco más triste, fue presenciada por el menor número de espectadores en lo que va de temporada en el Camp Nou: 60.635. Hay un gran show garantizado y el invierno está siendo muy amable, pero la grada cojea cada vez más. Es propio de una película de esas en las que no se entiende nada, probablemente dirigida por un surcoreano, con certeza adorado por la crítica. La noche, decíamos, estaba siendo tan espectacular que hasta el árbitro se quiso apuntar a un cameo. Es el gallego Iglesias Villanueva un consumado amante, y ocasional practicante, del teatro, pero seguramente sobreactuó con la roja a Mustafi en el momento de la noche en que con más nitidez se dibujaba el drama para el patético Valencia.

Hubo también un espacioso rincón para la comedia. Miren que el Barça jugó bien, marcó goles fabulosos, hizo caños de escándalo y cuajó un partido lo que se dice redondo, pero cuando de verdad se vino abajo el campo fue en el momento en el que, en el minuto 57, salió a jugar Cheryshev, el hombre de esta Copa del Rey, el ídolo involuntario. La gente se distrajo un instante porque a Messi se le ocurrió marcar otro golazo, el 4-0, pero enseguida volvió a lo suyo: «Cheryshev, te quiero», gritaba a voz en cuello. Hubo luego un  fogonazo de terror, para que no faltase ningún género, cuando el Valencia se atrevió a perforar la red de Ter Stegen tras una buena jugada del amadísimo villano Cheryshev, que si algo tiene es que es una bala. Duró poco la intriga: el rematador estaba en fuera de juego: nada manchó la obra maestra.

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El Barça no soltó el martillo, no se descentró en medio del pitorreo a costa del ruso, agitado por risotadas ya directamente crueles cuando le enseñaron una tarjeta amarilla. "Este es un disgusto muy gordo, estoy muy dolido, pero no por la reacción y los vítores de la gente" y "la imagen que hemos dado ha sido muy pobre", acertó a decir al final Cheryshev, que recordará para siempre su tragicómico debut con el Valencia.

Mientras tanto, Messi (con este ya son 34 'hat-tricks' con la camiseta del Barça) volvió a ser demasiado para el insalvable soldado Ryan, ese extraño portero australiano al que Neville ha encomendado sus palos. El entrenador inglés, que un día de 1999 abandonó este estadio inenarrablemente eufórico por el triunfo más grande de su vida, es probable que anoche se marchase a Valencia mascullando un pensamiento: «He visto cosas que vosotros no creeríais». Ciencia ficción, se llama ese género. Pero en el Camp Nou todo es posible.