LA JORNADA DE LIGA

De celebraciones y penaltis sin teatro

Cheryshev ha festejado el gol con el escudo del Madrid en las espinilleras y, tras poner el foco sobre Neymar, el árbitro ha ignorado un claro derribo en el área

Neymar disputa un balón con Jonathan Dos Santos durante el partido entre el Barça y el Vilarreal en el Camp Nou

Neymar disputa un balón con Jonathan Dos Santos durante el partido entre el Barça y el Vilarreal en el Camp Nou / periodico

DAVID TORRAS / BARCELONA

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El salto que pegó y el gesto de alegría y rabia no aparecerá doscientas veces en según qué televisiones, ni según qué radios abrirán debates sobre si fue una provocación, que así no es manera de celebrar las cosas, que si el 'fair play' y el respeto y todas las monsergas que se han dicho y se han escrito desde que Neymar marcó el 2-3 del Calderón y se marcó un baile como hacen casi todos los brasileños. Nadie le tratará de provocador ni le echará en cara su reacción pese a que el gol no fue demasiado ortodoxo.

Un remate a lo Amunike que iba fuera de banda acabó en la red porque él metió la bota con toda intención y lo desvió. Quizá la alegría tuviera un doble motivo. Por el Villarreal y por el escudo que luce en sus espinilleras. El club al que pertenece y contra el que nunca podrá celebrar un gol porque una miedosa cláusula se lo impide, como a todos los cedidos por el MadridCheryshev no es Neymar, claro.

Tanto hablar de Neymar, tanto enredar con su manera de jugar debió afectar a Vicandi Garrido, el colegiado del Barça-Villarreal (3-2) que por lo menos rompió la curiosa racha que llevaba con el Barça. Nunca había ganado con él. Pero tuvo que sufrir hasta el final, entre otras cosas porque misteriosamente dijo "sigan, sigan" ante un penalti indiscutible sobre Neymar. Bueno, o dos. Uno del defensa y a continuación el del portero, que también era expulsión. Será el efecto de la machacona campaña que es capaz de convertir a Cristiano en una víctima incluso cuando agrede y a Neymar en un cuentista tras la caza del Atlético.

Antes de esa jugada, Neymar ya había sido fiel al guion que escribe partido a partido y que le aleja día a día del Neymar de la pasada temporada y le acerca al Neymar que solo guarda respeto ante Messi. Si no lo tuviera al lado, pelearía con gusto por su trono. En el Barça, ni puede ni quiere, aunque sus números son ya más que imponentes: 22 goles, 15 en la Liga.

La ansiedad de Suárez

Lejos, muy lejos de quien lleva toda la vida marcando y que anda en un terreno desconocido, atrapado por el propio juego azulgrana y la voracidad del tándem Messi-Neymar, y por su creciente ansiedad. Cinco goles, dos en la Liga. Nadie en Liverpool creería que esas cifras corresponden a Luis Suárez, el tipo que se hinchó de marcar goles en Anfield y que ahora parece no reconocerse. Este domingo estuvo cerca, pero no hubo manera y, a la que el reloj corrió, su desesperación creció por más que no dejó de pelear ni de abrir espacios.

Pero también tropezó y se enredó unas cuantas veces, hasta el punto de que el Camp Nou, consciente de que necesita mucho más que confianza, coreó su nombre tras una ocasión. "Es cierto que es un goleador, pero no nos preocupa en absoluto", aseguró Josep Maria Bartomeu, en el papel que antes ejercía Andoni Zubizarreta. "Tenemos la mejor delantera del mundo", añadió. "El Barça está en el mejor momento de la temporada. Si en dos minutos te meten dos goles...", reconoció Marcelino, pensando que en 10 días volverán a cruzarse en la Copa.

Y ahí está siempre Messi, sea para dar una asistencia o para rematar el partido. Fueron cuatro minutos de furia desde el 1-2 que invirtieron el marcador y calentaron un Camp Nou bajo cero. No era una noche fácil para estar en la grada, bajo riesgo de quedarse tieso, pero 60.005 valientes, en la peor entrada de la Liga, aguantaron el tipo y al final pudieron volver a gritar el nombre de siempre: "Messi, Messi".