LA JORNADA DE LIGA

El Barça pierde en el último minuto ante una ambiciosa Real Sociedad (3-2)

Los azulgranas encajan su primera derrota de la temporada en la Liga pese a ir ganando 0-2 a los 24 minutos

MARCOS LÓPEZ / San Sebastián

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Se ha dormido el Barça. Se ha dormido el líder. Se ha dormido de manera inexplicable y ha encajado la primera derrota de la temporada en la Liga (3-2) ante una ambiciosa y osada Real Sociedad, que ha sabido remontar el 0-2 azulgrana en una soberbia segunda mitad aprovechando la expulsión de Piqué y el enredo en el juego del líder.

Era un partido para liquidarlo en la primera parte con 0-4, pues a los dos goles de Messi y Pedro hay que sumar dos palos de los mismos protagonistas, con lo que la Real ha encontrado un halo de vida cuando parecía agonizar. Pero ha terminado con Tito Vilanova pegando un balonazo de enfado a la pelota, mientras sus jugadores se marchaban apesadumbrados.

Con Guardiola. Y con Tito. En Anoeta, el Barça entra en un misterioso triángulo de las Bermudas donde no hay explicaciones futbolísticas para derrumbarse siempre de la misma manera. Al inicio, ha dominado el encuentro con tal autoridad que se lo ha creído. Demasiado. Lo ha visto tan fácil, producto de su buen juego, que no ha pensado en la caída posterior.

Valiente y con clase

Sin embargo, ese gran comienzo no le ha servido de nada a los azulgranas porque el rival, con el gol del Chory Castro, al filo del descanso, ha entrado en el partido como más quería. La Real de Philippe Montanier, un equipo atrevido, valiente, con clase, respetuoso con la pelota, jamás se ha rendido, pese a ir perdiendo 0-2 a los 24 minutos. Y eso que Messi, algo insólito en él, ha necesitado dos ocasiones para marcar el primer gol.

Luego, con un Barça más mentiroso, con Xavi, tal 'quarterback' de la NFL norteamericana, ha oteado a Alves en la banda derecha, que estaba libre porque Pedro se había ido al centro. O sea, el lateral haciendo de extremo. Y el extremo de nueve. Así ha llegado el 0-2. Todo parecía controlado. Pues, no.

En un desajuste defensivo del Barça, ya cuando agonizaba una excelente y emocionante primera mitad, el Chory Castro ha batido a Valdés y ha encendido los focos de la esperanza en Anoeta, que se ha quedado en tres ocasiones a media luz porque se ha venido abajo la electricidad. Desajuste porque el meta del Barça le ha dado demasiado tiempo y, sobre todo, espacio al delantero uruguayo de la Real para armar su pierna izquierda. Ahí ha empezado otro partido con el recuerdo del 2-2 de la pasada temporada: tras otro cómodo 0-2, casi acabaron perdiéndolo. Y, claro, ha sucedido. De nuevo, el mismo error. Pero este sábado con la derrota como castigo.

Media hora con 10

Con Pep. Y con Tito. Nada cambia en Anoeta. Ha contribuido la expulsión de Piqué, que ha visto dos amarillas (una por Kaká, o sea por ponerse delante de la pelota, y la otra por una falta), por lo que el Barça se ha quedado con 10 durante más de media hora. La valentía de Undiano enseñando tarjetas a los azulgranas se ha transformado, no se sabe por qué, en cobardía con jugadores de la Real delante. Tal vez por eso le ha perdonado a Iniesta la segunda. Pero no sirve de excusa. El Barça no ha matado el partido cuando era suyo. Y ha acabado lamentando su compasión.

Montanier, un técnico moderno, se ha percatado de la evidente fragilidad del líder y ha sacado a Ifrán, Pardo y Agirretxe, amontonando munición. Mientras, Tito apenas ha movido el banquillo: Mascherano, de manera obligada para hacer de central, por Cesc, y Adriano, por Pedro, ya para perder tiempo. El daño, de verdad, ya estaba hecho. Y, al final, la Real ha encontrado premio a su esfuerzo, una recompensa más que merecida porque el Barça se ha hecho, de nuevo, pequeño en su área. En cuatro días, ha recibido cinco goles. Pinto encajó dos del Málaga, y Valdés, tres de la Real. Y siempre en el último instante, síntoma de debilidad.

Tan solo Iniesta, mientras Messi se apagaba en la segunda mitad y a Pedro no le quedaban más piernas, se ha visto con energía para levantar al equipo. Una misión imposible. A cada minuto que pasaba, la Real ha sido mucho más grande y el Barça se ha desnudado. Media hora de fútbol no le ha bastado. Una hora de entrega, pasión y juego ha quedado coronada en el gol de Agirretxe. El líder es humano.