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«Al Barça le iría bien incorporar la danza a su entrenamiento»

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EMILIO PÉREZ DE ROZAS
BARCELONA

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Cesc Gelabert (Barcelona, 1953) acaba de llegar de Japón. Allí se pasaron el día preguntándole por el Barça. A él, bailarín contemporáneo, coreógrafo de prestigio mundial, magnífico futbolista en su juventud («tenía un aire a Busquets»), le encanta hablar de fútbol, pero fue allí a hablar de danza. Y lo primero que le pidió, la semana pasada, la bailarina japonesa Chieko Kojima fue ver jugar al Barça en el Camp Nou. «Y, en cuanto sonó el himno, va y lo canta. Se lo sabía de memoria».

-Usted, en el patio de los Sagrados Corazones, era casi como Messi, el puto amo.

-Yo solía ser uno de los dos que escogía compañeros. Todos en la pared y yo y otro escogiendo, uno a uno, a los componentes de cada equipo. El fútbol ha formado siempre parte de mi vida. Y el Barça más, mucho más.

-¿Ve posibilidades de eliminar al Milan en la vuelta?

-El reglamento del fútbol va en contra nuestra. En contra de los hábiles, de los artistas. Y muy a favor de los equipos que, como el Milan, el Inter o el Chelsea, van a toda castaña. El Barça necesita pausa, pensar, una actitud superfina para crear. En eso es como la danza.

-Algo de danza tiene el fútbol del Barça, ¿verdad?

-Mucho. Es más, yo creo que el Barça aún mejoraría más si incorporase la danza a sus entrenamientos. Mentalmente les iría muy bien porque el fútbol y la danza tienen puntos de conexión muy importantes a nivel psicofísico, como son el espacio, el ritmo, la emoción y la velocidad de ejecución.

-Fisicamente no son muy comparables, supongo.

-Son cuerpos distintos, menos compatibles. El futbolista es de explosión, de fuerza, de musculatura corta, potente. El bailarín, más espigado, de músculo largo, fino. Diría que solo Cruyff me ha parecido siempre más próximo a la danza que al fútbol. Incluso en sus movimientos y aceleraciones.

-Usted, que casi pudo ser profesional del fútbol, ¿qué envidia de este deporte?

-Envidio que, siendo tan parecido a la danza -pues, de una u otra manera, todos hacemos danza a diario-, mi pasión viva en la zona del olvido, minusvalorada por todos, sin que nadie se percate de que tiene el mismo ritmo, sincronía, expresión y capacidad de sorprender y enamorar que el fútbol. Yo ya no sé qué explicar para vender la danza; y el fútbol se vende solo.