El Barça gana sin brillo

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JORDI TIÓ / GIRONA

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La primera Supercopa de Catalunya se tiñó ayer de azulgrana tras la victoria del Barça sobre el Espanyol desde el punto de penalti (4-2 en penas máximas), en una final sin brillo y que tuvo una mitad para cada equipo. El Barça, superior ante un retraído Espanyol con muchos suplentes, dominó un primer tiempo en el que destacó la excelente colocación de Samper como mediocentro, siempre bien situado para frenar el primer pase ofensivo blanquiazul, y la movilidad de Suárez, felino y silencioso a la hora de ganar la espalda del central o visionario como asistente. Del delantero uruguayo surgió el primer remate peligroso, al conectar un cabezazo tras un buen pase de Sergi Roberto que Pau envió a córner, y suya también fue la acción del primer gol, al recortar primero dentro del área dejando traspuesto a su marcador y asistiendo con un suave toque para elevar el balón hasta la cabeza de Piqué, que anotó libre de marcaje.

Con el viento a favor, el Barça se sintió más cómodo si cabe. Alba aprovechaba su velocidad para llegar a la línea de fondo con la colaboración de Sergi Roberto, mucho más activo que en su última aparición titular ante el Eibar, mientras que Rafinha y Pedro trabajaban en la presión ahogando la salida de la pelota del Espanyol, al que le costaba un mundo salir de su campo. El primer remate con algo de intención del equipo blanquiazul llegó pasada la media hora en un lanzamiento lateral de falta que Masip atajó sin problemas. Más vivo tuvo que estar el meta azulgrana al borde del descanso, cuando una excelente pared al primer toque pilló a la zaga barcelonista adelantada y despistada. Víctor Álvarez se plantó solo ante Masip, a pesar del intento de corrección de Alba, pero el portero le aguantó la embestida y acabó atajando el balón, en un tiro potente pero sin nada de intención. Fue lo más relevante del Espanyol en el primer tiempo, pero no lo mejor. Eso llegó tras el descanso cuando Arbilla empató de un extraordinario lanzamiento de falta que clavó en la escuadra.

SIN CONTROL

El equipo de Sergio González, con siete cambios en el once, se animó con el empate y tomó la iniciativa ante un Barça que dejó a Suárez en el vestuario, junto a Piqué, Pedro y Alba. Mal lo vio Luis Enrique, especialmente tras otro susto (Masip saltó a las botas de Mamadou tras una corta cesión de Ie), y el técnico sacó a Xavi, que se llevó la ovación de la noche, y Rakitic. El Barça buscaba recuperar la batuta que había perdido ante un crecido Espanyol, ya con siete jugadores del filial sobre el terreno de juego, por cinco de los barcelonistas.

Con Xavi y Rakitic llegó el orden mientras que Adama se dedicaba a hacer la revolución en cada arrancada por la derecha. El extremo, pura explosividad, exhibió tanto sus virtudes como sus carencias, especialmente su individualismo y exceso de conducción, empeñado en el lucimiento individual y sin entender que este juego es cosa del colectivo. Tanto fue así, que incluso se ganó una bronca de Rakitic.

VUELO DE MASIP

 Sin poder trenzar con acierto, y con Munir y Sandro desaparecidos, el Barça apostó por el disparo lejano, cosa que dejó en las botas de dos croatas, Halilovic y Rakitic, que en tres ocasiones metieron el miedo en el cuerpo con disparos que salieron rozando los postes. Aunque para susto el que dio de nuevo el Espanyol, a falta de cuatro minutos para el final, pero Masip evitó el gol con un vuelo espectacular en la mejor parada de la noche. Sin nada más que ofrecer, más allá de una dura tarascada final que el árbitro optó por obviar, ambos equipos firmaron las tablas para jugarse el título desde el punto de penalti.