LA JORNADA DE LIGA

Messi no falla ante el Granada (1-2)

Dos goles del astro argentino permiten al Barça remontar el marcador tras el descanso

Messi intenta un remate ante Nyom

Messi intenta un remate ante Nyom / periodico

JOAN DOMÈNECH / Barcelona

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Leo Messi nunca falla. Ni en las grandes citas ni en las menores. Ni mucho menos cuando hay una efeméride que celebrar, entonces se expresa en su máxima extensión. Al borde de cumplir los primeros 300 goles, cifra quimérica para los futbolistas mortales (todos los demás), el astro no se ha detenido y como un meteorito ha pasado porGranada para seguir empujando alBarça hacia el cielo y traspasar la frontera de la cifra redonda:301 dianas como azulgrana.

Otra actuación implacable del delantero, más eficaz que lustroso, ha permitido al equipo remontar el marcador del Nuevo Los Cármenes en la segunda mitad (1-2) y preparar con sosiego la visita aMilándel miércoles. Tan sobrenatural es Messi, que ha sido capaz de romper una tradición de malos resultados ligueros antes del regreso a Europa. Solo una victoria en los últimos cuatro años ensombrecía siempre el reestreno en laChampions.

Messi, en cambio siempre va con la caja de colores para dibujar. La aportación fundamental del argentino no ha impidido, sin embargo, que el Barça haya llegadoapurado al final, algo descompuesto y concediendo una ocasión aBrahimiqueque ha podido costar el empate. Antes y después, sin embargo, el líder ha podido matar el duelo. Como ha matado Messi con la mirada a sus compañeros de delantera, que se han cansado de fallar.

Con la cabeza en Milán

Con otras cinco novedades respecto a la matinal del último domingo, el Barça ha removido la alineación. Indiscutiblemente, con la cabeza puesta en laLiga de Campeones, porque esta semana no ha habido cansancio acumulado.Puyol,Iniesta yJordi Alba se han sentado en el banquillo, aunque los dos últimos han tenido que comparecer por necesidad: Alba, por la lesión deAdriano; Iniesta, para poner orden en casa y levantar el empate. Nada más aparecer, como si su sola presencia fuera inspiradora, ha marcado Messi su segundo gol.

No ha existido un problema de actitud o de mentalización en el Barça, aunque el tanto deÍghalolo diera a entender al rematar solo sobre la línea de gol un pase deNolito. El cuadro azulgrana ha sabido cómo atacar a un Granada indesmayable que ha brindado un esfuerzo físico descomunal. Con un juego bastante rápido a uno o dos toques, ha logrado combinar por dentro para intentar los desbordes por fuera, con centros de los laterales o diagonales, preferentementeAlexis, que las ha desperdiciado todas. Con Messi en el balcón del área, ha habido oportunidades para todos; también para Leo, al que le ha faltado una pizca de acierto al principio.

Falta de paciencia

El Barça ha mostrado un déficit de experiencia. AThiago yCesc les faltan decenas de partidos en la mochila para conseguir dominar un partido como suelen hacerloXavi eIniesta. No es tanto la calidad en la comparación, sino la personalidad que desprenden los interiores habituales y la seguridad con que se mueven ellos, con la que mueven a los demás y con la que mueven la pelota.

Thiago busca más el pase vertical que la combinación plana yCesc toca la bola pensando en cómo llegar al área. Sin Xavi e Iniesta, al equipo le ha faltado paciencia para ir buscando vías a un lado y a otro. Laespesura defensiva del Granada ha aumentado, lógicamente, en cuanto se ha puesto por delante en el marcador, en su segundo remate a portería. El Barça ha desperdiciado unos cuantos, en una falta depuntería impropia del líder, antes de igualar el marcador, lo que ha remitido el problema a la delantera.

Fuera delanteros

NiPedro niAlexis han estado a la altura --el canario ha rematado una vez al poste-- y los dos se han marchado al vestuario antes de tiempo. Solo se ha quedadoMessi, el insustituible. Ese gol innato de la cabeza deCesc ha permitido a Leo arañar el empate al regreso del descanso y eso ha tranquilizado al equipo, que se ha sentido a salvo de cualquier sobresalto. El Granada también ha concluido que la heroicidad había acabado, pero lo ha intentado de nuevo en un arreón desesperado cuando ya había salvado la honra y el honor.