El Barça, un equipo sin imposibles
Messi sigue siendo el guía de un ciclo que no para nunca
Joan Domènech
Periodista
Periodista. Título de Entrenador de fútbol nivel A. Deportista vocacional. Tras retirarme como futbolista, empecé a trabajar en Mundo Deportivo (12 años, 1988-2000). He asistido a cuatro Mundiales y cuatro Eurocopas. Coautor de varios libros. Miembro del colectivo ‘Periodistes Solidaris’ y 'Amics de Johan'.
JOAN DOMÈNECH
Todo ganado, todo por ganar. El lema del patrocinador deportivo del Barça cae como anillo al dedo para ilustrar el reto que se le presenta al equipo de Luis Enrique: repetir los tres títulos que conquistó el año pasado (la temporada acaba en mayo, antes, por la disputa de la Eurocopa), porque los tres del segundo semestre dependen de los primeros.
Al Barça se le pide, alegremente, que gane la segunda Champions consecutiva, lo que ningún equipo ha conseguido desde que la Copa de Europa cambió de nombre. Como si fuera algo sencillo. Asequible sí es, o lo parece, para un equipo que cerró el 2015 ligando un repóquer de títulos. No hay nada, demostrado está, vedado al Barça del tridente, del mismo modo que se puede asegurar que nadie, ni siquiera el Barça, gana con el nombre o el escudo. El talento de la plantilla no será argumento suficiente sobre el césped si no va acompañado de la mínima dosis indispensable de trabajo.
Messi, Suárez y Neymar disparan los sueños de los culés. Las dudas que pudiera haber suscitado la relación que tendrían y la compenetración que mostrarían están enterradas en una sima. Solo alguna circunstancia imprevisible podría alterar el clima de armonía que se extiende en el territorio blaugrana, desde el Camp Nou a Sant Joan Despí.
Una travesía ejemplar
El clima con el que se alumbra el 2016, mucho más apacible, en nada se parece al del año pasado. Antes incluso de que se viviera el big bang de Anoeta. La potencia del estruendo sirvió para que el confeti volara en el Camp Nou, en Berlín, en Tiflis, en Madrid, en Yokohama...
Tan consolidado está el equipo sobre el césped como templado el ánimo de Luis Enrique para dirigirlo desde el banquillo. El técnico relajó la empuñadura del timón y el Barça superó el naufragio de San Sebastián -con víctimas, como Andoni Zubizarreta, con el maremoto de una campaña electoral- para atracar en un muelle japonés y proclamarse campeón del mundo. La travesía fue ejemplar. El premio del escudo que luce en el centro de la camiseta le obliga a defenderlo con honor allá donde vaya. Pero tampoco el emblema dorado, como el nombre y el escudo, le dará un gol de ventaja.
Los goles sobrarán. Con el tridente están garantizados. Los tres delanteros superaron en el 2015 la barrera de los 40 tantos: son 120 casi garantizados, que deberían reportar las suficientes victorias para que vuelva a organizarse otra rúa por Barcelona. Inseparables como buenos hermanos, solo les falta ir los tres juntos a Zúrich. Cristiano Ronaldo, como se verá el día 11, aún interfiere para el remake del trío que formaron Messi, Xavi e Iniesta. También sobra el tiempo. Messi tiene 28 años, igual que Suárez, y Neymar cuenta solo con 23.
Todos los frentes abiertos
Encabezando la Liga, con un derbi en perspectiva en la Copa y un enfrentamiento a la vista con el Arsenal en los octavos de la Champions, el Barça mantiene abiertos los tres frentes en los que compite. Una constante en la última década, cuando se han recopilado casi un tercio de las conquistas acumuladas por el club en toda su historia.
La era Messi será el encabezamiento perfecto, la divisa de una época, del ciclo que no para nunca, desde que en el 2003 empezara a rodar aquel añejo círculo virtuoso que allanó un camino con no pocos obstáculos. Cuatro Champions y siete Ligas, Supercopas de España y Europa y tres Mundiales de clubs, entre otros títulos, han entrado en el museo en una caravana triunfal impensable hace una década. Superando, además, el inevitable relevo generacional que se ha llevado por delante a Valdés, Xavi y Puyol precursores de una época imborrable.
El Barça se ha cubierto de gloria a lomos de Messi. El magnetismo del astro argentino ha sido, es y será el guía del equipo también para el viaje del 2016. Varían algunas estaciones. Cornellà es la primera etapa liguera, como lo fue la recordada de San Sebastián. La Copa del Camp Nou podría trasladarse al Bernabéu, sede libre y vacante desde la primera eliminatoria gracias a Cheryshev. La final de Berlín se ha trasladado a Milán, y el desplazamiento veraniego de Tiflis se ha orientado hacia Trondheim (Noruega). Al final sigue estando Yokohama, todavía demasiado lejos.
«Tot guanyat. Tot per guanyar» fue el enunciado del 6 de 6 del 2009. Del Barça perfecto. El desafío del 2016 para un equipo sin imposibles.
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