El timo del F-1 alemán

El Mercedes que arrasa en el Mundial no tiene ni una sola pieza alemana Los jefes campeones tampoco son germanos

Hamilton, al volante de su Mercedes, en Australia

Hamilton, al volante de su Mercedes, en Australia / periodico

MIGUEL MARTÍNEZ

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Ocupa un lugar privilegiado en los anales de la F-1. Nunca antes había existido un coche tan dominador. Y, cuando se habla de dominar, se habla de pasearse viernes, sábado y domingo. Antes se habían visto coches superlativos, pero ninguno demostró el dominio de este, que lidera entrenamientos, 'poles positions' y múltiples podios.

El Mercedes FW07 que el británico Lewis Hamilton, flamante tricampeón del mundo (2008, 2014 y 2015), y el alemán Nico Rosberg estrenan este fin de semana en el precioso trazado de Melbourne (Australia) es, así lo afirman sus pilotos, mejor que el FW06 y el FW05, probablemente los dos mejores coches de la historia a juzgar por los números, sobre todo, los del 2015: 16 victorias en una temporada, 12 dobletes, el mayor tanto por ciento de puntos conseguidos en la historia de este deporte. Es el escaparate soñado para mostrar las virtudes de un coche alemán: rápido, robusto, fiable, eficiente, tecnológicamente avanzado… Pero, y aquí está el truco, este F-1, este bólido, este cohete, este monoplaza no tiene nada de alemán, ¡nada!, ni una pieza. Si alguien le pone el ejemplo del FW06 o el FW07 como muestra de las virtudes alemanas, que sepa que le estará engañando.

Cuando Mercedes decidió regresar a la F-1 (2010) no se preocupó de abrir una nave en su fábrica alemana de Stuttgart, nada de eso. Simplemente, compró la fábrica del equipo ganador del 2009, Brawn GP en Brakley, la sede del antiguo BAR (British America Racing) que, a su vez, compró, a comienzos de este siglo, la fábrica que Ken Tyrrell había creado a finales de los años 60, un ADN completamente inglés, donde trabajan alrededor de 800 empleados para construir el chasis, las piezas aerodinámicas, el túnel del viento, las suspensiones… todo.

El motor híbrido, esa maravilla en la que el equipo ha basado su dominio en los dos últimos años, se fabrica muy cerca del pueblecito de Brakley, en Brisworth, también en el condado de Northamptonshire, donde Mercedes acabó comprando todo el capital de la fábrica Ilmor, que ya le fabricaba los motores con los que proveía a los McLaren (dos títulos en 1999 y 2000) o al propio Brawn GP, campeón en el 2009, entre otras escuderías y competiciones. Después de los dos primeros títulos, y tras la muerte de Paul Morgan (uno de los fundadores junto a Mario Illien), la estrella de plata adquirió más capital y le cambió el nombre de Illmor (Illien y Morgan) por el de Mercedes Hight Performance Engines LTD. En la actualidad, en ese centro, trabajan 800 personas, la mayoría inglesas.

NI LOS JEFES SON ALEMANES

El coche se diseña, se construye y se evoluciona en Brakley, el motor en Brixworth, la centralita electrónica se hace en Woking, los frenos son Brembo de fabricación italiana, y los neumáticos, Pirelli, de diseño italiano fabricados en la plaza turca de Ismitz. No hay rastro de nada alemán en el coche… Ni en el equipo. El departamento de jefes de ingeniería es mayoritariamente inglés, comandado por el británico Paddy Lowe. ¿Y los jefes? Tampoco son alemanes, Toto Wolff y Niki Lauda son austriacos.

También es inglés el piloto que le ha dado los dos títulos, Hamilton, junto a Rosberg, ¡por fin! ¡un alemán! ¿alemán? Bueno, Nico, de padre finlandés, reside y vive desde sus primeros meses de vida en Mónaco. Eso sí, nació en Heildelberg, cerca del circuito de Hockemhein. Ese es el único rastro alemán del coche y del equipo de F-1: la partida de nacimiento de Rosberg y, sí, solo sus primeros meses en territorio alemán. Nada más.