El partido del Calderón

El Atlético choca contra otro planteamiento ruin de Mourinho

El equipo rojiblanco no tuvo claridad para superar a un Chelsea ultradefensivo

Fernando Torres supera a Juanfran, anoche en el Vicente Calderón.

Fernando Torres supera a Juanfran, anoche en el Vicente Calderón.

CARLOS F. MARCOTE
MADRID

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Unos lo llaman astucia. Otros, disciplina táctica. Algunos, solvencia defensiva sobresaliente, que la verdad es que no le falta al Chelsea. Se trata simplemente de racanería, de antifútbol sin más, que deja en pañales lo que hace el Atlético para llegar a codearse con los mejores en los últimos tiempos. El plan de Mourinho en el Calderón resultó así de ruin y con él se llevó el premio que buscaba, un empate a cero con el que dice sentirse muy cómodo para lograr en Stamford Bridge el pase a la final de Lisboa. Claro que tampoco al equipo rojiblanco, único club invicto en la presente edición de la Champions, le molesta demasiado llegar en estas condiciones a la cita del miércoles que viene. Tendrá, eso sí, que tener algo más de claridad arriba.

Con aires de «puto amo», como se refirió a él Pep Guardiola hace tres años en vísperas de otra semifinal de Liga de Campeones en el Bernabéu, llegó el técnico portugués a Madrid para intentar bajar los humos al Atlético, del que su último recuerdo era la final de Copa cedida ante el equipo rojiblanco después de ocho victorias seguidas en su etapa como técnico madridista. Soberbio, prepotente, despreciativo, mirando por encima del hombro a todo el mundo en una actitud estomagante de tan premeditada y ensayada como la tiene. No se olvidó tampoco de proclamar cínicamente su presunto madridismo para calentar a la hinchada colchonera que, la verdad sea dicha, necesitaba de pocos estímulos para hacerle objetivo preferente de sus invectivas.

RENUNCIA / Luego, a la hora de meterse en faena y escenificar la manera de buscar sacar algo en claro del Calderón, su propuesta no fue tan altiva y a nadie sorprendió que la forma de desquiciar al Atlético partiera y pasara por la renuncia más descarada al balón, en refugiarse en su parcela con el objetivo primordial de no dejar resquicios a un rival que no se siente precisamente cómodo con la administración de la pelota. Entre otras cosas, porque no está confeccionado para moverla con la destreza y la velocidad adecuadas en coyunturas como la de ayer, ni para inventar en las distancias cortas ante un rival amurallado de la manera en que lo hizo el conjunto londinense. No le importó al Chelsea lo más mínimo renunciar a todo tipo de pretensión ofensiva que no derivase de alguna jugada a balón parado en saques de esquina o faltas que pudiera provocar Fernando Torres, completamente aislado entre los defensas rojiblancos. Etoo se quedó en Londres, Hazard finalmente no se vistió, Óscar estuvo en el banquillo y William actuó prácticamente de lateral, con lo que el nivel de creatividad del Chelsea quedó reducido al mínimo.

También el del Atlético, que no tuvo más remedio que esforzarse sin suerte en buscar huecos en la tupida malla inglesa, sin encontrar líneas de pase por ningún lado. Tanto sus jugadores como su gente hubieron de entregarse también casi en exclusiva a la esperanza de cosechar algún fruto con la estrategia a balón parado y en la recta final con balones colgados que no encontraron ningún rematador certero. Sobre todo a raíz de la lesión de Cech, que salvó un gol olímpico de Koke en un saque de esquina desde la izquierda pero tuvo que marcharse por la mala manera de aterrizar. Pero su relevo, el veterano portero australiano Schwarzer, no pasó por verdaderos apuros. Ni siquiera cuando Terry tuvo que abandonar también el campo en  el segundo tiempo.

Buscó otras alternativas tras el descanso el conjunto rojiblanco con la entrada de Arda, pero la realidad fue que no llegó a contabilizar ni una sola ocasión de gol propiamente dicha. Todos los remates forzados de Costa y Raúl García se marcharon altos y Schwarzer solo tuvo que esforzarse en un golpe franco lanzado por Gabi.