Esencia magrebí

Parte del éxito del equipo olímpico de Río pasa por corredores españoles nacidos en Marruecos

Los  atletas españoles de orígen marroquí Fifa, Lamdassem, Merzogui y Mechaal, al trote por las eslcaeras en Montjuïc.

Los atletas españoles de orígen marroquí Fifa, Lamdassem, Merzogui y Mechaal, al trote por las eslcaeras en Montjuïc. / periodico

SERGI LÓPEZ-EGEA / XAVI CHICA / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Ya hace unos cuantos años que los asiduos a las pistas de atletismo catalanas no se sorprenden con la presencia de chavales nacidos en el Magreb, principalmente en Marruecos, o hijos de quienes llegaron a Catalunya, cruzando el estrecho, no siempre en las mejores condiciones, buscando el sueño de la fortuna, o simplemente un trabajo con el que poder subsistir.

Todo el mundo se acostumbró enseguida a ver al pelotón marroquí, genes cargados de una velocidad exquisita, los herederos de los míticos Saïd Aouita o Hicham el Guerrouj, aventajar a los chicos, a los críos con apellidos más tradicionales, más europeos. Imposible capturarlos. Esos chavales estaban predestinados a llevar un día la llama del equipo olímpico español. Entre este grupo destacado estaba Adel Mechaal, llamado a ser ahora la referencia de una distancia sobresaliente, marca España, el 1.500, el heredero de José Manuel Abascal, José Luis González, Fermin Cacho y Reyes Estévez, un corredor de cuerpo marroquí y alma catalana, ampurdanesa.

La nueva imagen del equipo olímpico de atletismo que acudirá en agosto a Río de Janeiro pasa por la esencia magrebí, por corredores como Ayad Lamdassem, Abdelaziz Merzougui o Ilias Fifa, que abandonaron Marruecos buscando un trabajo, una nueva forma de vida y que descubrieron en el atletismo un estilo, una fórmula de correr para vivir; de las carreras populares, de los premios por ser más rápidos entre un extenso grupo de deportistas voluntariosos, a tutearse con los mejores del mundo en el mejor escenario posible, en el circo atlético de los Juegos Olímpicos.

ILIAS FIFA

"Este apellido te hará grande"

Cuando Ilias Fifa (26 años) abandonó Casa Barata, el barrio de Tánger donde nació, su padre se despidió de él con una frase premonitoria. «Hijo, con este apellido harás algo grande». Tenía 17 años y entonces no podía ni siquiera entrever qué tipo de grandeza le depararía el futuro. Suficiente tenía con ir sorteando el presente: alcanzó España escondido en los bajos de un camión, jugándose la vida, y tras pasar por varios centros de menores trabajó como ayudante de cocina en restaurantes, de mozo de almacén en Mango y, finalmente, limpiando aparcamientos. «Vine a España a trabajar y a labrarme un futuro mejor, para mí y para mi familia; solo eso», explica. Ilias era un inmigrante marroquí más, pero con un don aún por explotar.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Cruz\u00f3 el estrecho\u00a0","text":"escondido en un cami\u00f3n y ahora le aguarda la pista de R\u00edo"}}

Y ese don es correr. Fifa se instaló en Santa Coloma de Gramenet, ciudad de cromosoma atlético, y empezó a compaginar sus trabajos a media jornada con entrenamientos en una pista de 250 metros de cuerda y en la montaña, en Sant Jeroni de la Murtra. Poco a poco fue dándose cuenta de su potencial, siempre aconsejado por el entrenador Rafa Caro. Fichó por el Barça y en el 2015, tras obtener la nacionalidad española, se convirtió con 26 años en el primer colomense de la historia que participaba en unos campeonatos del mundo de atletismo. «El Mundial de Pekín fue importantísimo y me sirvió para ganar experiencia y perder el miedo a una competición grande». Allí fue 13º en la semifinal de los 5.000, con un tiempo de 13.28.29, lejos de su mejor marca (13.05.61), la cuarta mejor de todos los tiempos en el atletismo español.

«Ilias está preparado para triunfar. Tiene la cabeza amueblada, sabe escuchar y siente pasión por el atletismo. Y solo lleva dedicándose plenamente a él desde finales del 2015», apunta un esperanzado Rafa Caro. «Cuando no me entreno, siempre que puedo duermo. Me encanta dormir y echar siestas de tres horas. Sé que eso va bien para mi preparación», añade Fifa, quien se declara admirador de Lamdassem. «Ayad lleva muchos años compitiendo en España y nos ha guiado en nuestro camino». Lamdassem es el hermano mayor del grupo.

Pronto llegarán nuevos retos y, quizá, la consagración en la élite. «En el 2016 sueño con ganar una medalla en el Europeo de Amsterdam y ser finalista en los Juegos de Brasil, para los que ya tengo la mínima», afirma con mirada ambiciosa. Si todo va bien, su plan de entrenamiento le llevará a estar al ciento por ciento justo en verano. El momento de hacer grande el apellido Fifa. 

ADEL MECHAAL

"Mi país se llama Catalunya"

Las montañas del Rif se distinguen como uno de los paisajes más entrañables de Marruecos, con la vieja aduana entre ruinas marcando la antigua frontera del protectorado español. En Jebha, no muy lejos de Tetuán, Mustaphá, padre de Adel, entonces casi un bebé, recibió una oferta de trabajo, lo que le valió para conseguir el visado y viajar hacia Barcelona. «Mi padre ayudó, como albañil, a la construcción de la Vila Olímpica. Al acabar los trabajos por los Juegos Olímpicos, su empresa se instaló en Palamós y él consiguió enseguida toda la documentación para que la familia viajásemos desde Marruecos». Seis hermanos tiene Adel Mechaal (25 años), aunque él, gracias a su trabajo, ahora en excedencia, como funcionario del Ayuntamiento de Calonge, se independizó. Desde el 15 de septiembre ya puede presumir de haberse convertido en atleta profesional, «algo muy difí- cil», afirma. Es uno de los principales reclamos del New Balance Spain y el mejor atleta del equipo español de 1.500 donde aspira a conseguir un puesto en la final olímpica. «Es un reto muy complicado, pero no es un imposible. Soy campeón de Espa- ña y solo mi cuerpo, una desdichada lesión [cruza los dedos], me puede apartar de Río», explica Adel, con calma, en catalán, con fluidez, mientras sorbe un café con leche, en la misma mesa que Merzougui.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Enamorado del Empord\u00e0,","text":"\u00a0fue en la lista municipal de CiU por Calonge"}}

Habla de su antigua «xicota» y del cariño hacia el Empordà, de su ciudad casi natal (Palamós) y de la de adopción (Calonge), donde ocupó como reclamo la última posición en la lista municipal de CiU en las pasadas elecciones a petición del alcalde Jordi Soler. «Tengo mis sentimientos y no voy a quejarme del trato exquisito que me da la selección española, cuya camiseta llevaré con absoluto respeto, pero si un día se consigue la independencia, yo lo tengo claro: mi país se llama Catalunya».

Conoce la discriminación. «Mi familia fue de las primeras que llegó a Palamós desde Marruecos y los primeros años no fueron fáciles». Y reniega del dopaje. «Pero tampoco me gustó que algunos compañeros de selección me mirasen mal por compartir, por ejemplo, mesa en el desayuno con Àngel Mullera [atleta catalán actualmente sancionado], con quien tengo amistad». Fue más problemática esa relación que la integración en el equipo nacional por su origen magrebí. Adel es un chico totalmente europeo. «En Marruecos hay un gran sentimiento patriótico por lo que nos miran con cierto recelo a los atletas nacidos allí porque somos rivales deportivos».

AYAD LAMDASSEM

"Una fuga cambió mi vida"

Una lesión en el pubis provocada por el exceso de competiciones casi acaba con la carrera de Ayad Lamdassem (34 años) hace pocos meses. «El año 2015 fue un calvario para mí, estuve a punto de dejar el atletismo. Incluso ahora que ya estoy recuperado tengo un poco de temor y no fuerzo al máximo», admite este leridano, tricampeón de España de 10.000 metros y olímpico en Pekín y Londres, además de subcampeón europeo de cros en el 2010 y el 2012.

Un palmarés envidiable que empezó, como muchas cosas buenas en la vida, gracias a un salto al vacío. En abril del 2002, Lamdassem aprovechó una concentración del equipo nacional marroquí en Santiago de Compostela, donde se iba a celebrar una competición universitaria, para darse a la fuga y desertar. Tenía muy meditada esa decisión. Estaba enrabietado a causa del «favoritismo» que reinaba en la federación marroquí, harto de que premiaran a otros atletas con menos méritos deportivos pero más influencias. «Aquella fuga cambió mi vida», se sincera el atleta nacido en Sidi Ifni, colonia española hasta 1969.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Desert\u00f3 del equipo nacional marroqu\u00ed\u00a0","text":"en Santiago y decidi\u00f3 vivir en Lleida"}}

Así llegó hasta Lleida, donde hoy lo tiene prácticamente todo: vivienda, una familia con tres hijos, tranquilidad para poder ejercitarse y un entrenador, Antonio Cánovas, que lleva años quejándose a la federación española por los pocos recursos que se invierten en formación. «En España no hay sistemas de detección de talento, estamos huérfanos de marcas mínimas y tener atletas como Lamdassem es una gran suerte», afirma Cánovas.

El atleta del equipo Bikila trata de recuperar ahora todo el terreno perdido por culpa de la lesión y luchará por obtener la mínima olímpica, bien para la prueba de los 10.000 metros o el maratón, distancia que le ilusiona, porque es capaz de correrlo, en forma, por debajo de 2.10 horas. «Prefiero los 10.000 porque llevo años haciendo mínima en la distancia, pero me probaré en un maratón en abril, a ver qué pasa», comenta ante la cuenta atrás para Río.

Tan fiel al atletismo como a su hora de rezo en la mezquita, Lamdassem dejó inacabada una carrera de Económicas en Marruecos, algo que le provoca bastante desazón. «Me da mucha pena porque era el único miembro de mi familia a quien se le daban bien los estudios. Cuando acabe mi carrera como atleta quizá vuelva a los libros». También sabe lo que no quiere para sus tres hijos: «No los voy a obligar a correr. Los hijos de un campeón siempre tienen mucha más presión».

ABDELAZIZ MERZOUGUI

"Correr es un sentimiento" 

La historia de Abdelaziz Merzougui (25 años) comenzó como la de muchos adolescentes que viven en pequeños poblados a las puertas del desierto del Sáhara. La televisión les muestra un paraíso de ensueño, una Europa de lujos, la tierra prometida de la que hablan con sus amigos, chavales quinceañeros (en el 2006) como él, que se dejan engatusar por las mafias que ofrecen viajes que muchas veces no van a ninguna parte. En su caso, una patera lo dejó en una playa de Lanzarote. «En Marruecos apenas corría... Hoy, correr es un sentimiento para mí».

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Especialista en 3.000 obst\u00e1culos,\u00a0","text":"lleg\u00f3 en patera a Lanzarote"}}

Merzougui bebe aceleradamente un zumo de naranja en un bar de la calle de Lleida de Barcelona, mientras repasa su vida, mientras sonríe al hablar de su pequeño Youssef, de 2 años, y al citar a su mujer Fátima. La familia vive en L’Hospitalet. Merzougui coge todos los días el metro para desplazarse a Santa Coloma, al encuentro de su amigo Ilias Fifa, unas horas obligadas de esfuerzo y carreras por el tartán, en su caso con la mirada puesta en la prueba de los 3.000 obstáculos de los Juegos de Río, y reconfortado porque el sueño europeo le hizo descubrir el atletismo como profesión. «Jamás he trabajado de otra cosa, siempre corriendo, ganándome muchas veces la vida con los premios de las carreras populares y ahora becado por la federación», dice, aunque con la beca congelada por culpa de una lesión.

De su introducción al mundo del atletismo tuvo la culpa su buen amigo Ayad Lamdassem, quien le facilitó el viaje desde Lanzarote a Lleida, donde Merzougui vivió muchos años hasta que conoció a Fátima, una chica casi tan catalana como marroquí, y regularizar su situación: pasaporte español y atleta internacional. Ya estuvo en los Juegos de Londres y en el Europeo de Helsinki del 2012. La condenada lesión lo apartó del Mundial de Pekín.

«Mi vida está en este país, aunque visito regularmente Marruecos [la última vez a finales de enero, por la desgracia del fallecimiento de su madre, funeral al que lo acompañó su amigo Ayad], pero el día en que me retire quiero seguir vinculado al atletismo como entrenador», cuenta Merzogui. «Corriendo ganas en salud y en dinero. Mi vida está aquí. Aparte del viaje que he tenido que hacer ahora por la muerte de mi madre, voy algún verano a Marruecos, muchas veces para entrenarme en altitud, los chicos de allí te conocen y te admiran». Los chicos de «allí» quieren ser de mayores como Merzougui, correr para triunfar, para vivir y, soAbdelaziz Merzougui. bre todo, para ser felices.