ASAMBLEA DE COMPROMISARIOS

Entre el sopor y el masaje

Trabajadoras de Qatar Airways denuncian sus duras condiciones de trabajo ante el Palau de Congressos, escenario de la asamblea de compromisarios del Barça

Trabajadoras de Qatar Airways denuncian sus duras condiciones de trabajo ante el Palau de Congressos, escenario de la asamblea de compromisarios del Barça / periodico

JORDI TIÓ / BARCELONA

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Trabajadoras de Qatar Airways se empeñaron, sin éxito, a convulsionar una asamblea del Barça que ya había perdido buena parte de chicha con la desaparición del orden del día del asunto del patrocinio de la línea aérea, que se pospone para una asamblea extraordinaria por la dificultad del presidente Josep Maria Bartomeu de arrancar una cifra mayor del "mínimo de 65 millones" que exige el club anualmente. Pero la presencia de la compañía de bandera catarí se hizo presente con la presencia de unas 15 trabajadoras de la empresa, que denunciaban en la entrada al Palau de Congressos las pésimas condiciones laborales que sufren a diario.

Sin el patrocinio de la camiseta sobre la mesa, Bartomeu y la junta afrontaron una plácida asamblea (se rozaron los 700 compromisarios acreditados con una media de edad bastante alta, algo habitual) que tuvo su punto álgido en el inicio, con el discurso del presidente sobre las 'estelades'. El enérgico inicio se templó casi súbitamente con la exposición, y aprobación holgada, del balance económico de la pasada campaña y del presupuesto de esta. Con los puntos más calientes ya solventados, llegó el turno al apartado deportivo. Robert Fernández, secretario técnico, en un breve y poco preparado discurso (nada que ver con la prosa de Andoni Zubizarreta) que empezó con un recuerdo para Cruyff, hizo un repaso a la plantilla, reclamando "unidad" para seguir ganando títulos.

La asamblea llegó a la pausa para que los asambleístas tomaran fuerzas y tras el almuerzo llegó el sopor. Primero con la exposición del loable proyecto de universidad del Barça, luego con las reflexiones del Síndic del Soci y, finalmente, con los avances del Espai Barça. Ni la entusiasta alocución del directivo Jordi Moix, de pie, en mangas de camisa y arremangando ("he pedido al presidente romper el protocolo", se excusó) logró animar a la audiencia, en plena digestión. La modorra del patio de butacas se trasladó a la mesa presidencial, donde dos directivos (Xavier Vilajoana Josep Ramon Vidal-Abarca) las pasaron canutas para mantenerse atentos.

APORTACIONES DE NIVEL

Las preguntas e intervenciones de los socios, algunas de nivel, dieron el toque enérgico final para tomar carrerilla y terminar con el tiempo necesario para no perderse el inicio del Barça-Eibar. Una de las aportaciones hizo incidencia en la contradicción de seguir predicando los valores del club y apostar por Qatar. "Hablar de libertad de expresión y proponer este espónsor no es consecuente", reflexionó un socio, el mismo que se quejó por el hecho de que el club pagara la primera multa de 30.000 euros a la UEFA por las 'estelades' de Berlín. "Es una cuestión de dignidad y de libertad de expresión. No podemos claudicar", reclamó.

El reparto de entradas para las finales también desató reclamaciones por el hecho de que los socios peñistas (unos 17.000) tienen más posibilidades en los sorteos por su doble condición, una anomalía que el vicepresidente Jordi Cardoner prometió arreglar. Otra anomalía, la Medalla de Oro del club concedida al dictador Franco, sigue aún sin solventarse, una cuestión que Bartomeu pidió a los socios que lleven a la próxima asamblea. Sería de agradecer.