Anfield se rinde al Madrid

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ANTONIO MERINO / MADRID

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Un santuario como Anfield merecía el tremendo despliegue que hizo el Madrid para vencer por primera vez en su historia al Liverpool (0-3) y dar un golpe de autoridad en su camino hacia los octavos de final. A tres días del clásico, el equipo de Ancelotti se comió a su rival con una magnífica demostración de fútbol y pegada. Cristiano, que marcó su primer gol en el feudo del equipo inglés en su primera visita como madridista después de no haber visto puerta en cinco ocasiones con el Manchester United, abrió el camino de una goleada coral marcada por la jerarquía de un equipo que sumó su octava victoria consecutiva y que parece perfectamente afinado para la cita ante el Barça.

En el libro de ruta del Madrid el choque ante el Liverpool aparecía en rojo. Había cuentas pendientes con un rival que se le resistía y al que hasta ayer no habían puesto nunca en su casillero de triunfos. Lo hizo en el templo de Anfield de forma arrolladora, con un demostración de fuerza a cargo de un equipo asociado alrededor de una idea, con las líneas muy juntas y con una artillería capaz de tumbar cualquier muro defensivo.

Al conjunto de Ancelotti le bastó la primera mitad para pasar por encima de un equipo mítico al que le costaba un mundo mantenerse en pie ante la tremenda superioridad de su rival. Ni el ritmo que quiso meterle al encuentro el equipo inglés, ni el peligro del inquieto Sterling ni la pujanza de Gerrard parecían suficiente como para desmontar el entramado que había dispuesto Ancelotti. Con un trabajo de altura en el centro del campo, con Isco desdoblándose en defensa y ataque, bien secundado por Kroos y Modric, el Madrid controló las acometidas algo alocadas del Liverpool.

EL 4-4-2 DEL CLÁSICO

Después de dos buenas intervenciones de Iker ante Gerrard, la maquinaria blanca comenzó a mostrar su contundencia. Y por ahí apareció un Cristiano sediento de marcar otra muesca en su revólver. Combinó con James, que le puso un balón que el portugués remató con la derecha según le venía (m. 23). Un excelente gol para un killer del área que le daba la razón a su entrenador cuando éste aseguraba eso de que «tener a Cristiano en el campo es tener un gol seguro».

A partir de ahí los focos solo alumbraron el juego del Madrid, que presionó a su rival y tocó el balón hasta convertir el juego en un rondo que era seguido con la mirada por el conjunto inglés. Con ese 4-4-2 que Ancelotti tiene en mente para recibir al Barcelona, al conjunto blanco le alcanzaba para tener el balón, asociarse en el centro del campo y desplegaba su poderío ofensivo. Lo volvió a demostrar en un centro medido de Kroos al segundo palo que Benzema cabeceó de manera certera cambiando la dirección del balón (m. 30).

Más que un ensayo, parecía una de esas noches en las que el conjunto blanco se entrega en cuerpo y alma a un objetivo que nadie pierde de vista. El Madrid era un vendaval que iba a sellar su tercer gol en 45 minutos. Fue en un saque de esquina que lanzó Isco y que después de tocar en Varane, Pepe y el meta Mignolet acabó en Benzema que marcó desde cerca (m. 41). Ese tanto coronaba al Madrid, que vio cómo a su rival le abandonaba también la suerte cuando Coutinho disparaba al palo justo antes del descanso.

CRISTIANO, SUSTITUIDO

 Luego, con todo hecho, el Madrid levantó el pie. Se echó atrás y vio cómo su rival tiraba de orgullo para intentar maquillar la goleada. Lallana ocupaba el lugar de un pésimo Balotelli. Con el campo volcado hacia el área de Casillas, el Madrid solo sacó el cuchillo para buscar las contras. En una de ellas, Cristiano vio cómo Mignolet le sacaba un balón con el pie (m. 64). Luego para no ser menos que Messi, Ancelotti sustituyó al portugués (m. 75) y se marchó aplaudido por Anfield. Sabe que tras su exhibición, le espera el primer clásico de la temporada al que llega con la autoestima por las nubes tras dejar su huella en una catedral como Anfield.