LA CELEBRACIÓN DE UN TETRACAMPEÓN DEL MUNDO

De lo alto del podio al karaoke

Márquez, que descartó órdenes desde el muro en Motegi, celebró el título con los suyos cantando en un local del aeropuerto de Tokio

Marc Márquez, bajo una lluvia de cava tras ganar el pasado domingo su segundo título de MotoGP.

Marc Márquez, bajo una lluvia de cava tras ganar el pasado domingo su segundo título de MotoGP. / periodico

EMILIO PÉREZ DE ROZAS / PHILLIP ISLAND Enviado especial

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Valentino Rossi, que lo conoce bien, que tiene negocios con él, que lo sufre, dice que Marc Márquez puede «perfectamente» superarle en victorias (107 contra 43) y títulos (9 contra 4). Aleix Espargaró dijo el domingo en Motegi (Japón), nada más bajarse de la moto: «Vale ya puede ir despidiéndose de sus marcas, Marc las va a destrozar». Marc Márquez tiene 14 años por delante para intentar alcanzar al Doctor. «Marc é stato bravisimo», dijo su jefe Livio Suppo. «Pero eso no es nuevo en él, lleva así desde que debutó con Honda en MotoGP». Suppo tiene razón. A Márquez, en Italia, ya le llaman Mister 85%, porque, en los dos años que lleva en la categoría reina ha corrido 33 carreras y en 28 de ellas ha terminado en el podio. El hijo mayor de Julià y Roser se sube al cajón en la inmensa mayoría de las carreras que corre.

Nada más acabar con los compromisos que provocó su coronación en casa de Honda (la firma alada no había logrado nunca ser campeona en casa), Márquez se trasladó con los suyos a Tokio. No llegó a la capital. Se quedó en el aeropuerto de Narita. Y, más concretamente, en su karaoke. Y allí acabaron con todo, música y demás, imitaciones y demás, risas y demás. Y aún no ha llegado a Phillip Island, donde al entrar en la preciosa islita que alberga el circuito se encontrará un inmenso cartel que reza «Desafiando las leyes de la naturaleza», ilustrado con una foto suya, otra de Jorge Lorenzo y una tercera de Valentino Rossi.

Aquel duro y glorioso 2013

«Phillip Island es una pesadilla para mí», explicó Márquez en Motegi. «Tengo una cuenta pendiente con ese circuito y espero saldarla el domingo», recordó el bicampeón de MotoGP más joven de la historia. La pesadilla la recuerda todo el mundo: el pasado año, cuando estaba a punto ya de coronarse rey, fue sancionado por detenerse a cambiar de moto una vuelta después de lo reglamentado. «Ese 2013 supuso un master acelerado para este niño», relata Carlo Pernat, el hombre que descubrió a Rossi. «Marc aprendió ese año todo lo que tenía que aprender. Y lo aprendió con dolor, con sufrimiento. Ahora ya es invencible. Y todos los saben, incluidos sus adversarios».

Márquez no se siente invencible. Cuando le preguntan si cree que romperá todos los récords, empezando el domingo por las 12 victorias en una misma temporada de Doohan (Marc suma 11) o superará los 9 títulos de Vale, los 12+1 de Ángel Nieto o los 15 de Giacomo Agostini, Márquez dice: «Nadie puede saber qué ocurrirá. Me gustaría recordar, en este momento de máxima felicidad, que en octubre del 2011, cuando sufrí aquel accidente en Malasia donde perdí visión en el ojo izquierdo, los médicos me dijeron que no sabían si me curaría. Lo pasé muy mal. Temimos lo peor, temimos que no pudiera volver a correr. El doctor Sánchez Dalmau me operó y obró el milagro, o casi, de que recuperase la visión completa y volviese a correr. Yo nunca olvido que estuve a punto de no volver a correr». No solo no lo olvida sino que, después de cada gran éxito, llama al doctor Sánchez Dalmau y le recuerda que «parte de este título es suyo».

También el del domingo, fruto de un fin de semana agitadísimo. Sin frenos el viernes, con una avería incomprensible en una de sus motos, con una qualy rara pero, afortunadamente, con el warm-up (entrenamiento del domingo, previo a la carrera) excepcional. «Eso me hizo ver que, en efecto, podía pelear por la victoria». Eso sí, antes pactó con Emilio Alzamora, su mánager, y todo su equipo, encabezado por Santi Hernández, que no le darían órdenes desde el muro, que no le pondría la típica pizarra: «P2 OK». Y todos aceptaron dejarlo libre, a su aire. «Sabía lo que tenía que hacer. Sabía que Jorge [Lorenzo] se escaparía porque tenía más ritmo que nosotros. Y sabía que mi carrera era contra Vale y Dani. Y les gané. Y ahí se acabó todo». Y empezó la fiesta en el karaoke de Narita.

Un título marca de la casa

«Marc sabía lo importante que era para Honda ganar el título en casa», señala Suppo. «Pero no le dijimos nada. Lo dejamos tranquilo y libre para que decidiese él. Sabemos lo inteligente que es sobre la moto e hizo la estrategia perfecta». «Marc se siente ya el líder del equipo, de Honda, y eso le ha hecho madurar aún más», concluye Alzamora. Lo que nadie explica es que Márquez quería un título marca de la casa, de los suyos, sobre todo después de haber leído, el pasado año, en el dominical de La Gazzetta dello Sport que sus triunfos eran made in Italia. Pues bien, este segundo ya es made in family and friends.