La Liga de Campeones

Las islas ahogan a Messi

Espeso 8  Messi se resbala ayer en Londres ante Koscielny, el central del Arsenal.

Espeso 8 Messi se resbala ayer en Londres ante Koscielny, el central del Arsenal.

DAVID TORRAS
LONDRES

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Será cierto que a Leo Messi le ahogan las islas. Que no se encuentra nada cómodo en Inglaterra porque anoche certificó su maldición. No solo porque completó su séptimo partido en territorio inglés sin marcar ni un solo gol sino porque tuvo dos clarísimas ocasiones en las que Messi no fue Messi y, además, también le anularon un gol legal. Por eso, terminó el partido desesperado. Renegando la estrella argentina de sí mismo, enfadado con su extraña ineficacia.

En Londres, Messi mostró su cara más solidaria (dio la asistencia a Villa en el único gol, ¡suma ya 20 esta temporada!), pero después eligió mal en el remate final. Algo que no es nada habitual en Messi. Tiró varias veces y sin puntería.

El gol que no fue

En la primera ocasión, la estrella del Barça elevó el balón con extrema suavidad sobre el corpachón del joven Szczesny, que se desparramó sobre el césped. Y hasta Guardiola, poco dado a gestos de excesiva euforia, apretó los dos puños y empezó a levantar sus brazos para festejar el gol de Messi. Pero la pelota, burlona ella, trazó una parábola extraña hasta desviarse de la portería del Arsenal. El técnico quedó desconcertado. Como Messi. En condiciones normales hubiera sido gol. Pero anoche nada pareció normal en la figura de un irreconocible Messi. ¿Por qué?

Porque no ahorró ni una gota de sudor en la recuperación de los balones. Porque conectó, de nuevo, de maravilla con Villa. Es una sociedad que siempre deja buenos réditos al Barça. Porque se movió con astucia entre las líneas defensivas del Arsenal, generando mucho peligro, empeñado cómo estaba en terminar con la maldición que le persigue en las islas. Son siete los partidos oficiales en los que no puede celebrar ningún gol, nueve si se incluyen dos amistosos (uno con el Barça y otro con la selección argentina). Pero, ¿por qué fue irreconocible Messi?

Porque falló dos ocasiones que no suele. En la primera, la pelota le hizo un guiño de enemistad. Y en la segunda, otra vez ante el corpachón de Szcesny, escogió tirar la pelota rasa sin querer superarlo por encima como había hecho en la anterior acción. Fue, curiosamente, cuando la jugada requería de otra decisión. Y Messi se desesperó porque encadenaba con el de ayer dos partidos consecutivos sin marcar. No lo hizo en Gijón, sí marcó Villa, ni tampoco en Londres, sí lo logró Villa, de nuevo.

Ni de cabeza

A medida que el Arsenal metía el partido donde más le interesaba, Messi se iba encogiendo, dolido además porque le habían anulado un gol que era legal. Marcó de cabeza al borde del área pequeña, pero el árbitro italiano Nicola Rizzioli apreció fuera de juego. No era. Y Messi se quedó sin el gol que había peleado todo el partido. «¿Quién no se preocuparía por Messi», dijo, acabado el partido, Wenger, el técnico del Arsenal. «Claro que nos preocupa para la vuelta», añadió el entrenador francés, tal vez recordando lo que sucedió la última vez que los gunners visitaron el Camp Nou. Sucedió hace casi un año y fue la noche en que Messi, el mismo que se ahoga en Inglaterra, rompió con cuatro goles maravillosos que sacudieron Europa.

Wenger hace bien en preocuparse por Messi. Guardiola, también. Aunque este no lo diga públicamente porque sabe que el genio nunca le ha dejado tirado y tiene el legítimo derecho de apuntar desviado una noche, pese a que parezca un acontecimiento de otro mundo, dadas sus asombrosas cifras. Alguien que lleva 40 goles en tan solo media temporada después de haber dado 20 asistencias, puede tener un mal día. Algo que ni él mismo se puede permitir. No hay crítico más exigente en el planeta con Messi que Messi.