El partido del Camp Nou

Manita para la final

El Barça liquida al Almería en media hora y no le queda más que esperar al Madrid o al Sevilla

Luna golpea el pecho de Adriano, que tuvo que ser atendido por la patada del jugador del Almería.

Luna golpea el pecho de Adriano, que tuvo que ser atendido por la patada del jugador del Almería.

DAVID TORRAS
BARCELONA

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El Barça ya tiene una final a la vista, la primera de la temporada. Este equipo no pierde el tiempo y no espera a nadie, y ayer liquidó al Almería igual que había hecho con el Betis. Le queda saber el rival. El Madrid está en el camino, aunque tendrá que pelear con el Sevilla en el Bernabéu. El 0-1 mantiene cierto suspense. Nada que ver con el aburrido Barça con el que la emoción se reduce a saber cuántos goles meterá en cada partido. Anoche, metió cuatro en la primera media hora. Tremendo. Y, cuando el partido ya parecía muerto, no pudo evitar ponerle el lazo que tanto le gusta. Otra manita, la octava de la temporada.

El Almería sufrió el síndrome del Betis, y salió igual de malparado. Bien plantado y valiente, quiso jugar de cara y, sin darse cuenta, el Barça le pilló la espalda. Esteban, el portero, le echó una mano. Se comió los dos primeros goles, el de Messi por un doble bote y el de Villa porque se trago el remata entero. Once minutos y 2-0. Un aburrimiento, ya lo dicen en Madrid. Así no se puede ir por la Liga y por la Copa. Total, que el mismo equipo que le arañó un empate a Mourinho, se quedó sin habla antes del cuarto de hora.

El Barça siguió un camino distinto para llegar al mismo punto, alimentando el debate de cual es el antídoto, si lo hay, para cerrarle el paso. Esta vez, tomó la vía rápida, con menos toques y menos rondos. Dos contras, tres o cuatro toques, con el guante de Xavi e Iniesta de por medio, y dentro. Apenas cinco minutos después del remate de Villa, volvió a aparecer Messi que dulcemente colocó el balón lejos de Esteban. Toda la buena actitud del Almería, al garete. Se acabó la emoción.

PEDRO, OTRA VEZ / El Barça se puso a jugar con toda comodidad, ahora ya sí tocando, de un lado a otro, en un partido donde la única alteración era cosa del árbitro, incapaz de frenar los ímpetus con alguna merecida tarjeta. La única inquietud llegó al ver cojear a Messi o a Xavi tendido en el suelo después de cazarle el tobillo. Y así, al trote, fue echando atrás al equipo andaluz, temeroso de recibir otra tunda. El único consuelo es que no le cayeron ocho.

Pero faltaba Pedro, que no deja pasar una. Casi siempre por abajo pero anoche lo hizo por arriba, saltando como si midiera dos metros. El Barça dejó por una vez de jugar en corto y Pedro se elevó por encima de todos para dibujar un cabezazo precioso. Un golazo. Otro más de quien ya es una joya que no tiene precio. Y pensar que no hace tanto que todo el mundo perdía la cabeza por Ribéry.

En la segunda parte, ya nada fue lo mismo. Entonces, sí, que no hubo ni pizca de emoción. Pero cuántos firmarían el privilegio de vivir 45 minutos en paz, sin nada mas que hacer que entretenerse. Y eso es lo que hizo el equipo. Sufrió una bajada de tensión, y el juego se resintió, pero incluso así pudo meter unos cuantos más. Le sobró las ganas de gustarse y de buscar siempre el más difícil todavía. Esteban también puso de su parte con varias intervenciones. Pero ese afán de reivindicarse no le llegó para evitar en el ultimo momento la manita de rigor. Messi cumplió otra vez con su papel de asistente y Keita con el de abnegado chico para todo, siempre dispuesto a lo que le manden sin levantar la voz. Metió el quinto, el número preferido de este equipo.

Y, ahora, a esperar. Por más que Guardiola diga lo ya dijo, el Barça ya tiene en el horizonte el primer título, justo el primero que conquistó el año del triplete. La final, el 20 de abril, cuatro o cinco después del clásico en el Bernabéu. Tal vez, también ahí se encuentre al Madrid. Pero a Mourinho y compañía todavía le queda mucho trabajo. Así que no se aburrirán.