Otro galardón para la estrella

Messi recibe la Bota de Oro proclamando su amor al Barça

"Eres una persona de oro, no te dejaremos ir. Te quedarás aquí toda la vida", le dijo Rosell

MARCOS LÓPEZ / DAVID TORRAS / Barcelona

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Amedia tarde, la Guardia Urbana tuvo que cerrar el tráfico en la calle Roselló, a la altura de la antigua fábrica Damm. Unas 500 personas se agolpaban a la entrada. Dentro, un joven, con aire tímido, no dejaba de mirar sonriente la bota de fútbol que acababan de regarle y que acunaba entre sus manos. No era una bota cualquiera. Nunca se la podrá calzar, pero es la más bonita que ha tenido desde que empezó a ir tras un balón. Bajo la luz de los focos, relucía. Es la Bota de Oro, el premio a los 34 goles que marcó en la Liga pasada y que ayer recibió en medio de un emotivo homenaje.

En medio de la imparable ascensión que le ha conducido a ser el mejor del mundo, Messi completó ayer otro triplete: Balón de Oro, FIFA World Player y la Bota de Oro un premio que le coloca en otra lista de lo más selecta,, con nombres como Eusebio, Muller, Krankl, Van Basten, Stoichkov, Hugo Sánchez, Ronaldo, Henry, Forlán o Cristiano Ronaldo, a quien va desbancando de todos los pedestales. La revista Don Balón y Damm tendieron una alfombra roja para que Messi desfilara de nuevo en busca de más oro. En los dos últimos años, su vida ha sido una mina. De gala en gala, de premio en premio, de título en título, y todo bajo un reconocimiento unánime que ayer vivió un nuevo episodio.

Rodeado de algunos de los mitos del barcelonismo, desde Basora hasta Stoichkov, pasando por Rexach, Fusté y Migueli, los tres asesores de la junta, Messi asistió desde primera fila a su propia obra. Se quedó embobado contemplando los 34 goles, tal vez sorprendido de su genialidad, codo a codo con Sandro Rosell, el presidente que no dejó de susurrarle al oído, rendido a tanto talento. Fuera, seguían los gritos de niños, adolescentes, padres y abuelos. «¡Queremos ver a Messi!», repetían sin cesar. Leo se estaba viendo a sí mismo.

EL APOYO DE XAVI Y PUYOL / «He conseguido muchos premios pero no tenía la Bota de Oro. es algo muy especial. Ha sido gracias a mis compañeros», dijo, con un punto de emoción. Al fondo de la sala, estaban dos de los que le han ayudado en esta aventura: Puyol y Xavi, los dos capitanes. «Es el mejor del mundo y lo demuestra cada semana. Hay algunos que son muy buenos y se lo creen. Lo mejor de Leo es que es humilde y no se lo cree», proclamó el defensa.

En la sala había otro Messi, Rodrigo, el mayor de sus tres hermanos. Le tocó hablar y lo pasó tan mal como Leo. «Sí, es tímido. Nos viene de herencia. Como yo, como mi padre», musitó. «Ya nos hacía disfrutar de pequeñitos, hacía cosas distintas», añadió Rodrigo. Juanjo Brau no es su hermano, pero como si lo fuera. Vive con él casi a todas horas, convertido en mucho más que el fisioterapeuta que cuida los músculos y las fibras del número uno. «Leo se hace querer. Lo mejor es su sentido del compañerismo y la humildad. Sabe muy bien dónde está, siempre tiene los pies en el suelo».

EL TRABAJO DE LA MASÍA / Después de tanto gol, Messi tuvo que pasar un pequeño mal trago. Le tocó subir al escenario. Una vez más y unas vez más ahí se le hace mucho más difícil moverse que cuando está en el campo. Le falta la pelota. Ayer, eso sí, tenía una bota en las manos. Y no la soltó. La agarró con tanto cariño como el que recibió después de Rosell.

«Todos los barcelonistas te queremos dar las gracias. Eres el reflejo del trabajo de La Masia en los últimos 30 años. Eres el primer jugador formado en casa que llega a ser el mejor del mundo», le dijo el presidente azulgrna durante un breve discurso, pero lleno de apasionados elogios.

«Eres una persona de oro, no te dejaremos ir. Te quedarás aquí toda la vida», le soltó luego Rosell a un Messi superado por tanto elogio. «El Barça es mi casa y como siempre he dicho, ojalá me quede toda la vida. Eso me haría tremendamente feliz», contó la estrella argentina, mientras la sala, llena hasta los topes, estalló en una gran ovación. Puyol y Xavi sonreían complacidos. «Acá estoy muy bien», decía, una y otra vez Messi con esa bota dorada, reluciendo, entre sus manos.

Era el trofeo que le faltaba. Y desde anoche es suyo. Cuando le preguntaron por quien debía ganar el Balón de Oro del 2010 fue muy claro. «Xavi e Iniesta se lo merecen por haber ganado el Mundial, pero estaré contento si se queda en nuestro vestuario», afirmó Messi antes de llevarse un susto. Una bailarina subió con el ánimo de marcarse un tango con él. «No, no, gracias», dijo avergonzado. Leo solo baila en el campo. Fuera, ya de noche, la gente seguía esperando ver al chico de oro.