análisis

Los repartidores de caramelos

Martí Perarnau

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Por los siglos de los siglos, la historia del fútbol recordará que en cierto año ganó el título mundial un equipo compuesto por repartidores de caramelos, que sufrió durante dos horas el asalto carnicero de una banda rufianesca, indigna de sus padres y predecesores. Ese equipo de repartidores de caramelos e ilusiones, una lista efervescente de locos bajitos, hombres humildes y serenos, buenas personas sin dobleces ni maquillaje, quiso conquistar el cielo del fútbol desde una partitura bella: la del juego ofensivo, creativo, estético, combinativo y solidario. Un libreto que, ironías del destino, nació en Holanda cuando en Holanda las ideas aún pesaban más que las navajas. DeMichelsaCruyff, deKrolaVan Basten, deRepa Gullit, deVan GaalaRijkaard,el fútbol holandés siempre fue una fiesta, un homenaje al ataque. Mientras ellos inventaban el fútbol total, en España imperaba la furia, que siempre fue una excusa de perdedores destructivos. La furia jamás aportó nada al fútbol español más allá de titulares de prensa barata.

Hasta que el libreto holandés llegó aquí, tomó posesión y mando en plaza, extendió sus raíces en Barcelona, fue convenientemente traducido y adaptado y, finalmente, tomó cuerpo propio hasta alcanzar ayer en Suráfrica su máxima expresión justo ante los inventores del libreto, traidores a su propia esencia salvo los excelsosRobbenySneijder, dos ángeles en una nave de piratas.La Rojade los violinistas aterrizó en el país de las vuvuzelas con las ideas claras, las piernas pesadas, el corazón ligero y un director de orquesta tranquilo, sereno, discreto y sobrio. Un madridista dirigiendo una orquesta azulgrana podía haber dado como fruto una castaña pilonga, pero ha parido un monumento al buen fútbol demostrando que se puede ganar desde el concepto creativo y que un plan silencioso, humilde y continuado es la mejor receta.

Bastantes selecciones han ganado grandes títulos, pero muy pocas han pasado a la historia de este deporte salvo el gran Brasil dePelé. Los mejores recuerdos, sin embargo, se han anclado en la Holanda del 74 o el Brasil del 82, perdedores en el podio, pero grandes triunfadores en la historia y el recuerdo. España consigue ahora aunar ambos factores: la victoria y el éxito, el resultado y el juego. Campeones y creadores. El triunfo y la gloria unidas en la misma selección.

Un equipo de hombres generosos que apuestan por la solidaridad en vez del egoísmo, capaces de recordar a los ausentesJarqueyPuertaen el momento del éxtasis, valientes para enfrentar las navajas que apuntaban a su yugular: elIniestamágico de los goles imposibles; elXavi majestuoso; elCasillas decisivo; elPiqué gigantesco; el Puyol providencial; elRamosinagotable; elCesc punzante... La historia del fútbol ha consagrado al fin a quienes lo han merecido frente a los que han traicionado sus propias ideas. NiMessiniCristiano: IniestayXavi repartiendo caramelos.