La vida de la gran familia 'roja¿

Los buenos vecinos de 'Potch'

Una apacible convivencia ha presidido los casi 50 días de concentración para la hermosa aventura surafricana

AMBIENTE DE LUJO 3 Los jugadores bromean en un entrenamiento bajo la sonriente mirada de Del Bosque.  La selección se ha convertido en un equipo donde prevalece las bromas y el buen ambiente. Debajo, el barcelonista Piqué se pelea amistosamente con C

AMBIENTE DE LUJO 3 Los jugadores bromean en un entrenamiento bajo la sonriente mirada de Del Bosque. La selección se ha convertido en un equipo donde prevalece las bromas y el buen ambiente. Debajo, el barcelonista Piqué se pelea amistosamente con C

C. F. MARCOTE / M. LÓPEZ
JOHANNESBURGO

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Los días, casi un mes viviendo en la universidad de Potchefstroom, se hacían largos. Hasta aburridos. Pero nada extraño ha sucedido en la aventura surafricana de la selección. Ha sido una convivencia tranquila. Tan tranquila que nadie se ha alborotado, ni siquiera cuando Xavi, en un gesto muy futbolero, abroncó en el campo a Ramos por no hacer lo que debía. Todos, incluso el propio defensa andaluz, entendieron que era un mensaje puramente táctico. Ni más, ni menos. Algo parecido sucedió en la semifinal ante Alemania cuando Torres quedó frustrado porque Pedro no le pasó la pelota cuando podía haber sido el segundo gol. Minutos después, fue el primero en despedirle y felicitarle cuando fue sustituido.

Apenas dos días antes de la final contra Holanda, Xavi departía durante casi media hora con un par de amigos. Hablaban de fútbol. Del Jabulani, ese balón envenenado que nadie ha podido dominar, ni tan siquiera Messi, el mejor del mundo que no fue el mejor del Mundial. De fútbol, del Jabulani y de esas largas horas en la residencia universitaria, como si estuvieran preparando la tesis de su vida. Así ha sido. Unos jugaban a las cartas: lapochaes el deporte nacional para muchos. Otros chateaban con amigos. Algunos, como el hábil Busquets se peleaba con Albiol y Xavi ante la pantalla intentando dominar la Playstation. Otros aprovechaban el futbolín –«no es como los nuestros, no es el de los Billares Córdoba», se quejaba Xavi, otro maestro en este deporte– para no dejar de jugar partidos. Y la mayoría agotaba las horas libres que Del Bosque les daba después de cada encuentro para estar de cháchara con los compañeros. Y a casi todos se les veía dando paseos por el centro comercial de Potchefstroom, como si llevaran allí toda la vida.

LIDERAZGO / A Iniesta y su familia se les vió pasear por ese centro sin que nadie reparara en él. Al grupo de los «catalufos», como les llamó Iker Casillas, el capitán, en tono cariñoso y cómplice, se les solía identificar de inmediato. Porque eran muchos (la mayoría de la selección, además de Javi Martínez, el fichaje de última hora) y porque solían ir juntos a muchos sitios. De aquí para allá, con ese liderazgo silencioso, muy guardiolista, se sentían los dueños del equipo. A ellos se les unieron en el último día libre antes de la final, Sergio Ramos y Navas, para comer todos juntos en un italiano, el Primi Piatti. Luego llegó Piqué con su hermano y dos amigos. Saludaron y se fueron a otra mesa cercana, a pocos metros de otras ocupadas por varios grupos de periodistas. Apenas una foto, con el respectivo permiso, de los fotógrafos de los diarios deportivos de Madrid. Ni una molestia más allá de unos pocos autógrafos para camareros y otros comensales locales. Normalidad absoluta y convivencia exquisita.

Pero loscatalufosno han mandado más que nadie. Si algo ha tenido España, desde que Vicente del Bosque dio el pasado 20 de mayo la lista definitiva de los 23 elegidos, es un espíritu de grupo auténtico. Ahora pocos se acuerdan, por no decir nadie, de las críticas que se vertieron sobre esa esperada lista. Se acusó, por ejemplo, a Fernando Hierro, el director deportivo de la federación, de ser el muñidor de la misma para complacer a todos los clubs de la Liga – uno del Athletic, otro del Villarreal, otro del Sevilla y así...– además de insinuar la imposición de Víctor Valdés como tercer portero de la selección. Nada de eso ocurrió. «Vicente ha sido justo», decían los jugadores. Así de simple. Ni un reproche se escuchó de los elegidos. Obvio. Ningún escándalo montaron los cuatro grandes descartados (Senna, Guiza, Diego López y Cazorla) con respecto a la Eurocopa.

LIBERTAD DENTRO Y FUERA / A Del Bosque se le pueden criticar muchas cosas, puede parecer aburrido, no da titulares, no entra en guerras mediáticas, huye del populismo, pero nadie puede discutir su sentido de la justicia y su mano izquierda. Ni que sabe mucho de fútbol. No el fútbol que se lee en los diarios o se ve en la tele. Sabe del alma del fútbol. Entiende el juego y a los jugadores. Les da libertad en el campo, donde disfrutan como niños. Mucho más en los entrenamientos. «¡Prepárate! Esto es lo que te espera este año», le gritó Piqué cuando el goleador no lograba salir del centro del rondo en que se vio metido con todos los barcelonistas de la selección. Lo oyó todo el campo.

Y libertad también fuera. Ahí dentro, en el complejo universitario de Potchefstroom, Puyol, oPuyipara ellos, rellenaba a diario la cuartilla (50 euros por participar) para una interminable porra donde toca adivinar el ganador de los partidos, quien se clasifica para la siguiente ronda y el máximo goleador. En esa afición por la apuesta de buen rollo, Puyol aprendió mucho de Luis Enrique, su amigo, que era el encargado de administrarla en su época de internacional.

MientrasPuyitomaba nota durante un mes, Sergio Ramos, el más festivo de la selección, elegía la banda sonora y Casillas, como siempre, era el rey de la pocha –ni un culé entraba en ese juego de cartas basado en el engaño– y Capdevila, que se había retirado del mismo tras la Eurocopa, volvió aquí. Pero recién pasada la primera fase ya había perdido casi 1.000 euros. Ramos bastante tenía con fusionar «la música flamenquita y tipo Shakira» que ha acompañado al equipo en su recorrido por el sur de África, A Ramos le correspondía elegir y ponerla, tanto en el autobús como en el vestuario, mientras introducía a Navas, andaluz como él, sevillano como él, pero tímido y reservado en el grupo.

TRES CAPITANES / Hay tres jugadores que son el faro de los demás (Casillas, el capitán, Xavi, el alma espiritual, y Puyol, el guerrero) unidos idelógicamente a Marchena, respetado por todos. Ese respeto ha enterrado cualquier conflicto. No se conocen líos en la España de Del Bosque y si los ha habido no han trascendido. «No ha habido ni un roce, ni un pique, en casi cincuenta días de concentración. Eso es muy complicado, muy difícil. Da idea de lo que es este grupo», decía Casillas, y lo corroboraba Del Bosque. Por eso han llegado a donde nadie había llegado antes. Con buen rollo y sencillez.

AFP / JAVIER SORIANO