La situación del club azulgrana

Cruyff cede el honor

El extécnico devuelve la insignia de presidente honorífico para "dejar de ser una molestia"

Cruyff, ayer, en el momento de devolver la insignia concedida por Laporta en la recepción del club.

Cruyff, ayer, en el momento de devolver la insignia concedida por Laporta en la recepción del club.

JOAN DOMÈNECH / Barcelona

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Johan Cruyff ya no es el presidente de honor del Barça. Apenas ha durado tres meses en ese cargo vitalicio que le concedió Joan Laporta. Apenas ha durado dos días con Sandro Rosell al frente del club. Mientras el nuevo responsable del club azulgrana daba una rueda de prensa en la sala París del Camp Nou, el extécnico se presentó en las oficinas para devolver la insignia y el honor concedido. Para «dejar de ser una molestia», argumentó, al ver la escasa predisposición de la directiva de que conservara la distinción otorgada.

En tres minutos se cerró la breve etapa institucional de Cruyff. Bajó del coche con una cajita negra en la mano derecha y se dirigió a la recepción de las oficinas. «¿Hay alguien ahí arriba?», preguntó a la azorada secretaria que veía bruscamente quebrada la absoluta placidez de la tarde. Nerviosa ante la avalancha de fotógrafos y, tal vez, por la presencia de la personalidad que tenía enfrente, empezó a teclear el teléfono. No encontró a nadie. El presidente, una decena de directivos, varios ejecutivos y los responsables de prensa no estaban. Cruyff, entonces, se puso de puntillas y depositó la cajita negra sobre la mesa.

UNA RENUNCIA FÁCIL / «Me costó mucho aceptar un cargo como ese, pero cuesta muy poco trabajo devolverlo», explicó el ya expresidente de honor, cuyo nombramiento fue aprobado por unanimidad por la directiva de Laporta el pasado 26 de marzo y fue investido públicamente el 8 de abril en la misma sala París donde Rosell daba cuenta de las primeras decisiones deportivas y organizativas. «¿Es así?», interrogó el presidente al conocer la presencia de Cruyff.

Y era así. Interpretando que, metafóricamente, se había construido una hoguera para quemarle, y ya ardían unas brasas, Cruyff, con la habilidad que le caracterizó como futbolista, saltó a un lado. «Al ver que en la primera reunión de la junta era tan importante y no se hablaba de otra cosa, no he querido estar en medio», afirmó el extécnico deldream team.

Johan aludía a la comparecencia del día anterior de Toni Freixa. El secretario de la junta de Rosell había desvelado el miércoles que en los estatutos del club no se contemplaba la figura del «presidente de honor», sino, únicamente, la de «socio de honor o de mérito». El añadido, por tanto, requería una modificación de los estatutos que debía ser aprobada por la asamblea de compromisarios. Rosell ya había asegurado durante la campaña que la figura de Cruyff sería sometida a votación. El holandés renunció a ser objeto de un plebiscito público. «Parece ser que soy una molestia y, por tanto, un problema menos», afirmó, huyendo de la pira.

EL CARGO NO EXISTE / Seguramente será un problema menos para Rosell, aunque la noticia de la renuncia de Cruyff empezara a dar la vuelta al mundo y abriera una posible controversia. El presidente intentó justificar la simbólica dimisión de Cruyff tras asegurar que él habría hecho lo mismo. «Nadie quiere tener un título que no existe, supongo que lo habrá consultado con sus abogados», razonó, sin ningún asomo de pesar por lo sucedido en su segundo día de mandato. En el primero se habían estrechado las manos y Rosell había agradecido a Cruyff su presencia en la investidura. «Parece absurdo, pero era una figura jurídica alegal, no existía», insistió Rosell,

tras reiterar que promoverá la modificación de los estatutos. «Si los socios lo aprueban por mayoría, se lo propondremos a él o cualquier otro que decidan ellos», dijo.

VUELVE RONALDINHO / Se va un holandés y vuelve un brasileño. En un curioso paralelismo cuando era vicepresidente deportivo en el 2003 y fueron despareciendo los de Boer, Reiziger, Cocu, Kluivert y Overmars, sustituidos por Ronaldinho, Deco, Silvinho y Edmilson, la despedida de Cruyff coincide con el regreso de Ronaldinho. El Milan será el invitado del trofeo Joan Gamper. Se jugará a las 19.45 horas, en un ejemplo del adelantamiento de los horarios que quiere impulsar Rosell. «Tenemos que agradecer a los jugadores que han ayudado a hacer grande este club», argumentó al anunciar la vuelta de Ronaldinho.