El buen momento del bicampeón

Maradona en estado puro

Distendido 8 Maradona disfruta de un puro al final del entrenamiento de la selección argentina, ayer en el centro de alto rendimiento de Pretoria.

Distendido 8 Maradona disfruta de un puro al final del entrenamiento de la selección argentina, ayer en el centro de alto rendimiento de Pretoria.

MARCOS LÓPEZ
JOHANNNESBURGO ENVIADO ESPECIAL

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Argentina vive en una fiesta permanente desde que empezó el Mundial. No es para menos. Los albicelestes se clasificaron en la repesca al ganarse ese triste derecho tras una penosa liguilla de clasificación y llegaron a Suráfrica con más dudas que certezas. Por eso ahora la felicidad es inmensa: los bicampeones ya están en los cuartos de final después de una inmaculada primera fase (tres victorias) y eliminar a México en los octavos.

Por eso Diego Armando Maradona saca pecho, nada nuevo en él, y enciende un puro después de cada victoria. Normal, anda con los humos subidos y de muy buen humor. Hasta hoy, la imagen del técnico es la de un hombre que se abraza a todo el mundo en el banquillo después de cada gol sin soltar un solo instante el rosario milagroso que no deja de besar. Nada que ver con la imagen de maleducado y malhablado que dio tras lograr el pase a Suráfrica, una actitud que le valió una sanción de dos meses por parte de la FIFA. De aquel Maradona descarado no hay ni rastro. Por ahora. El técnico ha sabido blindar a su selección, convertida en una auténtica piña en busca del tercer Mundial para el fútbol argentino.

El orgullo de un país

Un objetivo que pasa, primero, por eliminar a Alemania, un duelo que revivirá la final de México-86. «Me gustaría estar en el campo. Quiero ponerme la camiseta y jugar», afirmó ayer Maradona, feliz por la entrega de sus jugadores –«no hemos venido de vacaciones sino a dejarnos la piel para que los argentinos se sientan orgullosos de nosotros»– aunque molesto por las lagunas de su equipo: «No me gustó cómo regalamos la pelota a México. Si la hubiéramos tenido, el partido habría sido más tranquilo».

El buen ambiente que respira la albiceleste ha bloqueado cualquier conato de tensión en el seno del equipo. Incluso las quejas del Apache Tévez tras ser sustituido ante México han pasado inadvertidas. «No entendí el cambio porque me sentía bien. No teníamos la pelota, pero no era el único culpable», dijo el delantero del Manchester City.

A quien no cambia Maradona es a Messi. Es el único intocable de la albiceleste. Por eso el seleccionador pide más protección para el azulgrana. «Lo de Messi es escandaloso. Le pegan patadas terribles y nadie dice nada. Un árbitro puede equivocarse, pero me preocupa más que lesionen a Leo que un línea se equivoque en un fuera de juego», reflexionó el técnico.

Messi, ansioso por marcar su primer gol en el Mundial, admitió ayer que la charla que tuvo con Kobe Bryant, estrella de los Lakers, en los Juegos de Pekín le sirvió para mejorar: «Hablar con él me hizo ver su mentalidad y lo que había conseguido. Me animó a mejorar. Fue una inspiración para mí».