16.734 campeones en la calle

Barcelona consolidó ayer todavía más su maratón. Unos 16.200 corredores de los 19.507 inscritos y de los 16.734 campeones que tomaron la salida fueron capaces de completar los 42,195 kilómetros de la histórica distancia. La 34ª edición de la prueba batió registros de participación y se situó como la cuarta de Europa, solo por detrás de Londres (34.656 finalizados en su última edición), Berlín (32.997) y París (31.133). Otros maratones populares de referencia, como los de Roma, Estocolmo, Fránc-

fort, Hamburgo, Dublín y Madrid ya han quedado atrás. Barcelona se situó también entre los 15 maratones más multitudinarios del mundo. Nueva York, con 46.759 atletas que acabaron la carrera en el 2011, aún queda lejos.

PÚBLICO Y CALOR / El éxito de participación se vio complementado por el seguimiento del público, más numeroso que en años anteriores. Cientos de miles de personas se apostaron en las aceras para encorajinar la marea que tomó las calles, huérfanas de coches por una mañana. Más de 50 grupos de animación contribuyeron a crear un clima cálido, ayudados sin duda por una climatología demasiado benévola, ya que la temperatura, de unos 10 grados a la hora de la salida (8.30 horas), se encaramó hasta casi los 20 grados un par de horas después. Las que tardaron en llegar los primeros clasificados, que acusaron menos el calor que el resto de sufridores. El año que viene, la prueba se adelantará una semana (17 de marzo) para esquivar el peligro de las altas temperaturas y el cambio horario de madrugada.

El maratón de los récords registró unos cuantos más ayer, aunque la numerosa presencia de atletas africanos no garantizó que cayera el más prestigioso. La marca de 2.07.30 horas lograda hace dos años por el keniano Jackson Kotut sobrevivió a la marea africana. La lesión temprana de una de las dos liebres y el exceso de vigilancia entre los favoritos configuró una carrera más lenta de lo previsto, pese a lo cual los 11 primeros lograron rebajar la mínima olímpica que se pide para Londres (2.14.00). Tres kenianos coparon el podio: el debutante Julius Chepkwony (2.11.14), Japhet Kipchirchir Kipkorir (2.11.32) y Willy Kimutai Kangogo (2.11.35).

PINCHAZO DE CHEMA / El mejor español fue el canario (de Lanzarote) José Carlos Hernández, de 34 años, que mejoró en casi dos minutos su marca personal (2.13.46). Sus 2.11.57 le valieron la octava plaza y situarse de momento con la segunda mejor mínima para los Juegos Olímpicos de Londres, a falta de que media docena de españoles más lo intenten en los maratones que quedan en abril.

«Malvivo como un miserable, prácticamente vivo de mi mujer y mis padres. Espero que con esta marca la federación española me dé beca internacional y a lo mejor pueda ir a los Juegos», explicó Hernández, que ayer derrotó a dos aspirantes a los Juegos. El catalán Jaume Leiva quería dar un salto de calidad y, quizá excesivamente ambicioso al principio, se hundió hasta la 15º posición (2.19.23). Chema Martínez, la figura española del maratón -fue subcampeón de Europa en Barcelona en el 2010-, se retiró en el kilómetro 28 al ver que las piernas no respondían.

RÉCORD FEMENINO / «No le encuentro ninguna explicación, pero no he estado a la altura», lamentó el atleta madrileño de 40 años, que no descarta intentar la mínima otra vez en Viena o Rotterdam antes de finales de abril. Triunfó en cambio el español de origen marroquí Abderrahman Ait Khamouch, nuevo récord mundial paralímpico (amputado de un brazo), con 2.25.43.

En mujeres cayó otro tope. La keniana Emily Chepkomy Samoei ganó con 2.26.52 y destrozó el récord de la prueba que la palentina Ana Isabel Alonso tenía en 2.30.04 desde 1997. Y se quedó a un segundo del maratón más rápido en territorio español, que aún conserva la propia Alonso con su récord de España de 1995 en San Sebastián (2.26.51).

Samoei superó a la etíope Degefa (2.29.52) y a la vallisoletana de 39 años Elena Espeso (2.30.52), que logró ampliamente la mínima olímpica (2.34.00). Espeso corrió su primer maraton en el 2011 en Hamburgo, donde estuvo ingresada después más de una semana por la bacteria E.coli, imputada falsamente al cultivo del pepino español.