NOVELA

Pastor y sus ultracuerpos

Con la adictiva y mordaz 'El año de la plaga', el autor de 'La mala dona' va mucho más allá del 'thriller' preapocalíptico y los clásicos de ciencia ficción

RICARD RUIZ GARZÓN

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Era una sospecha pero ya es una certeza: en el cuerpo de Marc Pastor (Barcelona, 1977) habitan varios seres. Invasores de género, replicantes intertextuales, narradores mutantes. Cómo si no se explica que este mosso d'esquadra se estrenara en el 2007 con Montecristo, una novela de aventuras cuyos fugitivos de Mauthausen ocultaban marcianadas como Indiana Jones o la espada de Carlomagno. Cómo si no aclarar que ganase el Premi Crims de Tinta 2008 por La mala dona, y que todo el mundo subrayara su maestría en el género negro, cuando su relato sobre la asesina Martí escondía registros tan dispares como el histórico o el de terror.

Ahora, por fin, El año de la plaga permite revelar la verdad. Parece un thriller preapocalíptico, pero no hagan caso. Parece, y es, un ingenioso pastiche infestado de series, música y cómic. Nada, no se dejen abducir. Puede incluso que enseguida desnuden su ADN, su revisitación de los clásicos de ciencia ficción Soy leyenda, de Richard Matheson, El día de los trífidos, de John Wyndham, y Los ladrones de cuerpos, de Jack Finney. Ni por esas. Resulta imposible que un solo autor funda tantos géneros sin implosionar, que navegue con tanta soltura por el ciberespacio pop y que lo narre todo de forma tan mordaz, efectiva y trepidante.

No, solo hay una respuesta: Pastor es un dotado proveedor de soylent green cultural, es una vaina trufada de clones, es legión. Lo comprobarán si ojean la foto de solapa de El año de la plaga. Si profundizan en su descripción de la Barcelona menos estelar, la de Nou Barris, el Carmel y Vall d'Hebron. O si analizan su violenta historia de amor y celos, en la que el tema del doble reaparece con fuerza sobrehumana.

Lo confirmarán en sus mil detalles, en los viajes espaciales que Brau y los Corvo realizan entre las tres novelas, o en su decisión, nada gratuita, de repetir la página 214 de la obra hasta más allá de la 350. Si lo leen lo descifrarán. Se contagiarán de su miedo a los eucaliptus, sí, y quizá se pregunten qué representan los alienígenas de Pastor si los de Finney parodiaban al mccarthismo. Pero, mientras meditan sobre los secretos de la inhumanidad, pregúntense, sobre todo: ¿cuántos escritores alberga aún Marc Pastor? ¿Y por qué generan todos tal adicción?