ENSAYO

Historia de una pasión

'Leviatán o la ballena', de Philip Hoare, es una apasionada, apasionante y entrañable autobiografía literaria y biológica en homenaje a la ballena

JOAN DANIEL BEZSONOFF

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A veces la publicidad no miente. Todos los elogios que acompañan aLeviatán o La ballena, del británico Philip Hoare (Southampton, 1958) y obra ganadora del premio BBC Samuel Johnson al mejor libro de no ficción 2009, son exactos: de frases de la prensa anglosajona a las de escritores como WG Sebald, Muñoz Molina, Fernando Savater o Alex Ross, el autor deEl ruido eterno. Debo confesar que nunca he leídoMoby Dick. Nunca he seguido una adaptación de ella hasta el final ya que todo el mundo lo conoce. El libro de Hoare, verdadero templo literario en homenaje a la ballena, me ha hecho venir ganas de descubrir la novela de Herman Melville. Si tuviera que definir la obra de Hoare, diría que se trata de una autobiografía literaria y biológica, o monografía apasionada y apasionante. De entrada, el autor afirma: «El mar es el gran desconocido, el último territorio por descubrir, a pesar de abarcar tres cuartas partes de la superficie de la Tierra».

Contando su descubrimiento de la ballena, su historia, con numerosas alusiones aMoby Dick-las tablas de la Ley para él-, el autor entretiene al lector con anécdotas. Sus análisis de Melville le permiten cargarse de paso a un presidente famoso -«líderes que me recuerdan a Ahab por su insistencia ciega en la guerra contra el terror»-.

Esta enciclopedia personal no me ha aburrido a pesar de mi desinterés total por este cetáceo. Si Hoare pudiera dedicar toda su erudición, todo su talento narrativo a otras ramas de la ciencia, nosotros, los lectores, nos convertiríamos en especialistas de la antigua lengua annamita, doctores enbaobadologíao catedráticos en alpinismo.

Solo emitiré una pequeña reserva. Ya sabemos que el angloamericano es el latín del siglo XXI, pero me hubiera gustado que algunos libros de la importante bibliografía estuvieran escritos en otras lenguas.

Este libro me ha parecido entrañable. La traducción elegante de Joan Eloi Roca, la calidad y la variedad de las ilustraciones que acompañan el texto y que se asemejan a los dibujos de las novelas de Julio Verne, todo contribuye a hacer de este tocho de más de 500 páginas, a priori sin interés, una obra agradable, ligera como un helado de limón en una noche de verano.