crítica

'La mosquitera', un toque de brutal ironía

La mosquitera Un toque de brutal ironía_MEDIA_1

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Q.C.

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Extraña y singular película con la que Agustí Vila, autor inclasificable por el momento, regresa a la dirección. Su primer largometraje,Un banco en el parque (1999), era una comedia atonal recorrida por un tamizado sentido del humor. El segundo,3055 Jean León (2006), reconstruía la azarosa vida de un camaleónico personaje que partió de España en un carguero y se hizo íntimo de las estrellas de Hollywood. El tercero,La mosquitera, es una especie de drama, aunque la modalidad genérica no le cuadra, que parte de situaciones anómalas filmadas como si fueran de lo más corriente, y de situaciones muy normales diseñadas como auténticas anomalías.

Difícil de describir un filme donde los personajes no se sabe a ciencia cierta si dicen la verdad o se están riendo constantemente del mundo que les rodea, todos convertidos en seres extraños en su propio universo. La primera secuencia ya marca la pauta, ese toque distanciado que Vila procura otorgar al relato y a los personajes. El matrimonio en crisis formado por Eduard Fernández y Emma Suárez llega a casa y durante minutos se dedica a contar los perros que pululan por el piso, convencidos de que su hijo ha aprovechado su ausencia para recoger alguno más de la calle.

Vila filma personajes tan inseguros como el de la madre, que termina flirteando con un amigo de su hijo; el padre, que paga a la doméstica para que le dejar besar su mano, o la hermana de la esposa, que le corta el cabello a su hija porque esta se lo ha cortado a su muñeca. Vila toma sus riesgos negando cualquier identificación afectiva con los insoportables personajes, de modo que La mosquiterase desliza entre la sorpresa, el despropósito, la radicalidad y la brutal ironía.