La figura

Fallece Joan Solà, renovador de la normativa de la lengua catalana

ERNEST ALÓS
BARCELONA

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Fue el hijo pródigo de Pompeu Fabra. O mejor el nieto, Joan Coromines mediante. Ayer falleció, a los 70 años, Joan Solà (Bell-lloc d'Urgell, 1940), razonador de la revisión crítica de la normativa fabriana yenfant terribleproscrito por el Institut d'Estudis Catalans en tiempos de inmovilismos. Maestro de generaciones de filólogos catalanes, teórico brillante y meticuloso, polemista vigoroso y divulgador carismático, la sección filológica del IEC no le abrió sus puertas hasta 1999 (tarde, muy tarde). Vicepresidente de academia catalana desde hace solo un año, deja como última herencia la sección dedicada a la sintaxis de la gramática de la lengua catalana que deberá publicarse en el 2012, la primera oficial y normativa desde las de Fabra, de quien editó con Jordi Mir las obras completas.

La capilla ardiente se instalará hoy en el paraninfo de la Universitat de Barcelona, donde a las 15.30 horas se celebrará una ceremonia de despedida del lingüista.

LAS DOS GRAMÁTICAS / En el año 2002, Solà vio publicada la fundamentalGramàtica del català contemporani,una obra descriptiva de 3.600 páginas, que no normativa, que dirigió a la intemperie, sin subvenciones ni paraguas académico. «Hemos hecho una descripción amplia, generosa y documentada del catalán, sin dictaminar sobre la normativa», explicaba entonces. Con su aportación a la nueva gramática del Institut d'Estudis Catalans dio el paso «de la descripción a la prescripción», en palabras de la catedrática de la UAB Gemma Rigau, vicepresidenta de la Secció Filològica del IEC y colaboradora en ambos trabajos.

Si bien Solà se caracterizaba por el interés en adaptar la norma a las nuevas generaciones de hablantes y por la amplitud de miras a la hora de admitir los cambios y la variación dentro de la normativa, la posibilidad de aceptar más de una solución siempre que respondiese a la lógica de la lengua, en los últimos años le preocupaba mucho la inseguridad del hablante del catalán y la degradación del idioma. «Estaba enfadado y pesimista, dolido y triste, por la situación del catalán, pero pensaba que aún se podía hacer alguna cosa», recordaba ayer Rigau.

Su preocupación venía de lejos: «El catalán, si sigue así, no tardará en morir», advertía en el 2002. En los últimos años su postura fue haciéndose más crítica, hasta el punto de declarar, en una entrevista en este diario con motivo de la publicación de su libroPlantem cara(La Magrana), que «la política lingüística de Catalunya es un fracaso, porque no nos hemos creído que somos un pueblo; hacemos una política débil haciendo ver que es fuerte».

Cuando hace un año le llegó el momento de los homenajes (honoris causaen Lleida, Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, invitado a dirigirse al Parlament) parecía haber superado un cáncer que se le reprodujo poco después y que le había llevado a reducir su actividad en las últimas semanas. Nada dado a lamentarse de sus achaques, pudo despedirse, recordaba ayer Gemma Rigau, «con elegancia».

Tras cumplir 70 años y pasar a la condición de catedrático emérito, el pasado mes de junio dictó su última clase en el Aula Magna de Barcelona. Con el mismo motivo, el pasado día 20 se presentó en la UBJoan Solà. 10 textos d'homenatge(Empúries), un volumen en el que escriben sobre sus facetas personales y académicas sus amigos, colegas, discípulos y colaboradores, como Josep Murgades, que no duda en calificarlo como «el Fabra de nuestros días». Y el día siguiente, generoso como siempre, se despedía así de los lectores de su columna en el diarioAvui: «Es ley de vida: se ha de dar paso a los más jóvenes, que tienen mucho más empuje y más información (y mucha más facilidad para obtenerla con las nuevas técnicas) y ven la vida de la lengua de más cerca, sin nuestras rigideces».

La editorial Empúries tiene en proceso de edición una recopilación de los últimos textos de Solà, con el título deL'última lliçó.