CRÓNICA

Toro y Moi, soñando en la pista

El proyecto pop de culto de Chad Bundick sorprendió con un sonido rotundo

JUAN MANUEL FREIRE
BARCELONA

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A los críticos se les critica más o menos todo, pero sobre todo el uso de etiquetas. Al crítico escocés David Keenan le han caído collejas por inventarse el «pophipnagógico», pero el término es ideal para ese pop ensoñador y mareante, de fondo cíclico y textura inasible, emergido de los sótanos de Estados Unidos para convertirse en banda sonora de viajes en metro por todo el mundo. Uno de sus nombres clave, Toro y Moi, de Columbia, aireó su repertorio la noche del pasado miércoles en BeCool, ante un público bastante más numeroso del que cabía esperar, sobre todo con partido del Barça por medio.

Suave, flotante e hipnótica, la música de Chad Bundick es ideal para bailar en horizontal, bailar con la mente y, según el tema, hasta coger el sueño. Un dormitorio a las mil parece su escenario natural. Pero allí estaba el surcarolino, dispuesto a compensar con conciertos lo que no gana vendiendo discos, como le ha tocado a la mayoría de músicos de la era post-Napster.

POCO 'HIPNAGÓGICO' /Sale bien parado del reto: en lugar de cantar sobre pregrabados, que sería el plan sencillo, se acompaña de bajista y batería para hacer un directo realmente orgánico y directo, pocohipnagógico(se impone la línea clara) pero eficaz. Quienes oyeran con atención ya lo sabrían, pero este nuevo acercamiento, más desnudo, subraya el gran nivel de Chad Bundick como compositor pop.

Las canciones (grandesMinorso elhit de muchos quilatesLow shoulder) pierden capas, pero nunca pierden pegada. El chico promete.