bilbao recupera el esplendor de la edad de oro en los países bajos

La pintura holandesa y flamenca del XVII ilumina el Guggenheim

Expectación ante el cuadro 'El geógrafo' , de Vermeer, que por su importancia se expone solo en una sala del Guggenheim.

Expectación ante el cuadro 'El geógrafo' , de Vermeer, que por su importancia se expone solo en una sala del Guggenheim.

NATÀLIA FARRÉ / Bilbao

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Poco se sabe de la vida de Johannes Vermeer (Delft, Holanda, 1632-1675) y menos de su aprendizaje artístico y, aunque su producción apenas rebasa la treintena de lienzos, es, después de Rembrandt, el más conocido de los pintores de la llamada edad de oro holandesa (siglo XVII). Pintó, sobre todo, escenas cotidianas protagonizadas por mujeres concentradas en sus quehaceres domésticos, sin embargo una de sus obras maestras tiene a un hombre y científico como protagonista:El geógrafo(1669), una pieza inédita en España que, a partir de hoy y hasta el 23 de enero, puede verse en el Guggenheim de Bilbao dentro de la muestraLa edad de oro de la pintura holandesa y flamenca.

La importancia de la pieza es tal que se exhibe sola en una sala, «la capilla secular de la exposición», según su comisario, Jochen Sander. Su interés reside en que «es un ejemplo de la pasión del artista por los instrumentos ópticos -fue un precursor de la cámara oscura- que explican la distorsión de la perspectiva, además de la combinación de luz y sombras, tan típicas de la obra de Vermeer».

PeroEl geógrafono llega solo, le acompañan otras 130 obras firmadas por 80 artistas de la talla de Rembrandt, Rubens, Frans Hals, Jan Steen, Gerard ter Borch y los Brueghel, en lo que es un recorrido exhaustivo por la pintura que se desarrolló en los Países Bajos a partir de 1568, cuando estos se rebelaron contra el dominio de los Habsburgo españoles.

IDEALES BURGUESES / El dato histórico no es baladí, ya que la independencia supuso la conversión de los Países Bajos en una potencia económica basada en el comercio. La nueva situación generó una elite burguesa protestante que quería ver sus ideales en los cuadros que adornaban sus estancias.

A partir de aquí llegaron los cambios: desaparecieron las obras decorativas con figuras aristocráticas; las piezas disminuyeron de tamaño (ya no tenían como objetivo decorar castillos), y surgieron géneros como el paisaje, que exaltaba el nuevo nacionalismo, y la pintura histórica, que justificaba la creencia que por entonces tenían los holandeses de ser un pueblo escogido, como el judío. «El siglo XVII fue el siglo de oro en cuanto a la economía y la cultura, y esto se refleja en las obras de arte», concluye Sander.

Para poder recorrer estos cien años de excelencia artística la muestra se divide en los cinco géneros que más se cultivaron en la época y empieza por el menos considerado pero quizá el más amado: las naturalezas muertas, que van desde interpretaciones alegóricas comoRamo de flores en un jarrón de vidrio, de Brueghel el Viejo, hasta las piezas que tenían como objetivo mostrar el estatus de sus propietarios, como es el caso deBodegón suntuario con plato de porcelana china, naranjas y copas, de Willem Kalf. Evidenciar el nivel ocupado en la escala social era también una de las funciones de los retratos, apartado en el que destacan «dos maravillosas piezas», según Sander, de Frans Hals.

Los horizontes monocromos de Jan Van Goyen ocupan un lugar privilegiado en la pintura de paisajes yEl trago amargo, de Adriaen Brouwer, yEl alquimista, de Jan Steen, son los protagonistas de la pintura de género. El broche final va a cargo de las recreaciones históricas, el género más considerado, con un magistral Rembrandt:David toca el arpa ante Saúl.