Adiós a un personaje clave del panorama cultural catalán

Muere Joan Triadú, resistente de la cultura catalana

Joan Triadú, hace un año durante la grabación del programa (S)avis, de Televisió de Catalunya.

Joan Triadú, hace un año durante la grabación del programa (S)avis, de Televisió de Catalunya.

ERNEST ALÓS / Barcelona

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

En un plato de la balanza, sus esfuerzos en la resistencia cultural para salvar lalengua y la cultura catalana en los peores años del franquismo. En el otro, un carácter «áspero y dogmático» que, según su biógrafo Agustí Pons, no le importaba reconocer y que inspiró una y otra vez juegos de palabras entre la última sílaba de su apellido y el adjetivodur. Dos caras seguramente inseparables en tiempos en que era necesaria tozudez y convicción cuando no heroísmo. Como los que vivió Joan Triadú (Ribes de Fresser, 1921), crítico literario, activista cultural, militante nacionalista y pedagogo, que ayer falleció en el Hospital de Barcelona a los 89 años. La capilla ardiente se instalará en el Saló de Sant Jordi del Palau de la Generalitat hoy, entre las 11 y las 20 horas.

Nacido en una familia obrera de Ribes de Fresser, en el primer capítulo de sus memorias situó el origen de su rebeldía a los 5 o 6 años, cuando una monja no le dejó ir al servicio por haberlo pedido en catalán y le obligó a quedarse en pie hasta que se orinó. Triadú explica que sintió «rabia» pero por su propia pasividad. Una actitud en la que nunca recaería. Su insobornable soberanismo no le llevó precisamente al lamento victimista: en sus memorias no dudaba en calificar el siglo XX como, pese a todo, el siglo de oro de la cultura catalana.

PEDAGOGÍA Y LITERATURA / Habilitado como maestro por la Generalitat republicana, el ejemplo del pedagogo Alexandre Galí le marcó para siempre. Tras la guerra, la amistad con Josep Palau i Fabre en la universidad le abrió también perspectivas en el campo de la literatura. El activismo cultural de Joan Triadú fue precoz. Impulsor en 1944 del concurso literario de Cantonigrós, fue uno de los creadores de la revista literariaAriel, de la Agrupació Dramàtica de Barcelona y el Primer Congrès de Cultura Catalana. Implicado en el Front Nacional de Catalunya, tras una estancia académica de dos años en Liverpool empezó a dejar su huella en la literatura catalana con su polémica antología de la poesía catalana de 1951.

En el campo de la crítica literaria (con posteriores antologías y su labor ininterrumpida enSerra d'OryAvui) se produjo el primero de los grandes pulsos entre el catalanismo de raíz católica de Triadú y el de inspiración marxista o libertaria. Frente a Triadú, el binomio Joaquim Molas-Josep Maria Castellet, al igual que las iniciativas pedagógicas que Triadú dirigió (las clases de catalán primero en el CICF y después en Òmnium, la Institució Cultural del CIC y la escuela Thau) le llevaron a claros enfrentamientos con el movimiento Rosa Sensat, al que reprochó la apuesta por la escuela pública, la carga ideológica de izquierdas, un supuesto escaso fervor por los cursos de catalán y los planteamientos antiautoritarios frente a la exigencia y autodisciplina.

En sus memorias, Triadú negó haber sido quien personalmente vetó a Pla para el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, aunque se reafirmó en la decisión de no concedérselo.

Ayer Albert Manent, con quien compartió durante años la sección literaria de Serra d'Or, recordaba que Triadú «era como crítico un hombre muy independiente, que empezó hablando de literatura catalana pero se dedicó mucho a comentar la novela internacional ya que se había formado con muchas lecturas del exterior». En a hora de la muerte de Triadú, Manent destaca «la fuerzaq que dio a Triadú el apoyo de su mujer, Pilar Vila-Abadal» y sus hijos, la educadora Teresa Triadú y el abogado yexconsellerJoaquim Triadú.

Por su parte, Joaquim Molas calificaba anoche a Triadú como «uno de los símbolos de una época difícil». «Hemos seguido caminos diferentes pero hemos coincidido y colaborado en muchas aventuras. Yo destacaría -añade Molas- la pasión por su tierra y la capacidad de trabajo y de lucha».