NUEVO LANZAMIENTO DEL SEXAGENARIO ROCKERO
Neil Young, belleza y poder
El músico canadiense regenera su sonido en 'Le noise' H En su nuevo disco, producido por Daniel Lanois, su feroz guitarra eléctrica suena brumosa, catedralicia y tridimensional
Que Neil Young publique un disco nuevo ha dejado de ser noticia; el susto vendrá cuando pase tres años sin dar señales. En lo que llevamos de siglo XXI, ha editado diez álbumes de material actual y cinco más con grabaciones de archivo. En realidad, el hecho de que siga sumando referencias ya es un motivo de celebración en sí mismo. «El viejo hippy sigue al pie del cañón», hay que decir. Esta vez, sin embargo, es obligado doblar los aplausos. Neil Young ha renovado sus votos como músico temerario y determinado con un disco radical y fascinante.
El artefacto se llama Le noise y se editó ayer en todo el mundo con esa portada en granuloso blanco y negro que le presenta de pie en un claustro frente a un micrófono y con una guitarra eléctrica cuyo cable está enchufado en el interior de la iglesia. No es una estampa casual. Describe perfectamente el contenido de este disco, donde un Neil Young completamente solo genera un sonido crepuscular y catedralicio, austero en su planteamiento y envolvente en el acabado. Es solo una guitarra, pero evoca misterio, carácter, belleza, poder.
En Le noise no hay banda. De hecho, no hay bajo ni batería. Pero todo lo que toca Young (guitarras y nada más) ha sido previamente sonorizado y posteriormente manipulado por Daniel Lanois. Nacido en Québec, el productor canadiense es un experto a la hora de crear texturas brumosas y ambientes de alta humedad, como atestigua su labor en Oh, mercy, de Bob Dylan, o The unforgettable fire, de U2.
La idea inicial de Young era grabar un disco acústico en soledad. No iba a ser el primero de este tipo, pero sí el primero que realizaría bajo la supervisión de Lanois. Al final, solo dos de sus ocho canciones están interpretadas con guitarra acústica. Una es Peaceful valley boulevard, la más larga del lote (siete minutos) y la de versos más elaborados; versos que hablan, una vez más, de cómo el progreso envenena la madre tierra. En la otra, Love and war, centra su mirada en esas familias rotas por la muerte de un soldado que fue enviado a luchar en una guerra absurda.
Pero la canción que más controversia ha despertado tras las primeras escuchas es Hitchhicker. En ella Neil relata con transparente naturalidad sus escarceos con las drogas en sus años mozos: hachís, anfetaminas, marihuana, cocaína... No hay en estos versos rastro de apología o arrepentimiento. Expone los hechos desde su experiencia. Y lo hace a sus 64 años, aunque ya había estrenado esta canción en algunos conciertos de su gira de 1992.
En el resto de piezas, las letras abundan en los temas recurrentes (pérdida del ser querido, crisis de valores, ecología...) con una poética poco elaborada. Parecen pensamientos llevados al papel poco antes de grabar, pero Le noise es, ante todo, un disco de sonido donde convergen sus dos facetas, la eléctrica y desbocada y la acústica y tierna, en pos de una nueva vía. En Rumblin', el último corte, Young dice percibir la agonía del planeta en el rumor del suelo y en el aire. «¿No sientes ese nuevo viento soplando? ¿No reconoces ese sonido?», pregunta. Y su guitarra empapa el aire con texturas inéditas.
Le noise son solo 38 minutos de música. Ocho canciones, alguna de las cuales ni siquiera está compuesta en esta década. Desde lejos huele a disco menor, pero cuando te adentras, ese magma de ecos, efectos, ruidos sampleados y filtros de todo tipo aportan a la escucha una húmeda tridimensionalidad. No es un experimento ensordecedor como el Metal machine music de Lou Reed, sino algo más místico y orgánico. Es 100% Neil Young, poderoso y magnético, pero suena distinto a cualquier disco suyo. Y ha publicado más de 50.
Ya se acabó la gira
Ajeno a los mecanismos de la industria musical, Neil Young no iniciará en breve una gira para presentar estas canciones. En realidad, lleva desde mayo tocándolas por Estados Unidos en una treintena de actuaciones en solitario que, curiosamente, finalizaron ayer con un último pase en Pensacola (Florida). Sí, el canadiense acaba la gira justo el día de la edición de Le noise. A partir de ahora, sus únicos compromisos son conciertos benéficos en favor de los granjeros. Y pensar qué hará con las canciones que acaba de componer y que ya está tocano en directo. El planeta agoniza, pero Neil Young no se detiene.
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