Exposición dedicada al padre de Cobi

Mariscal en colores

Javier Mariscal asoma por una de las instalaciones de la muestra, ayer en La Pedrera.

Javier Mariscal asoma por una de las instalaciones de la muestra, ayer en La Pedrera.

NATÀLIA FARRÉ / Barcelona

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Dibujos, cómics, óleos, tipografías, muebles, telas, cerámica, carteles, logotipos, revistas y un sinfín de elementos de diseño cubren literalmente, ya que a penas queda espacio por llenar, la sala de exposiciones de La Pedrera (hasta el 30 de enero) en la que es la antológica más completa sobre Javier Mariscal (Valencia, 1950) realizada en Barcelona. Una muestra que, además de recorrer la trayectoria del artista durante los últimos 40 años, es una inmersión total en su universo.

Un mundo ingenuo, perverso, amoral, libre, atrevido, fascinante, explorador, mediterráneo, genial, libre y humano, según han escrito críticos y amigos en el catálogo. Y optimista y lleno de vitalidad, a juzgar por lo expuesto. Vale como ejemplo la escultura de cinco metros con la palabra Alegría, también título de la pieza, que desde el paseo de Gràcia da la bienvenida al visitante y que es toda una declaración de principios: «La alegría es la única solución para vivir», afirma Mariscal. Pero que nadie se confunda, esto no significa frivolidad, ya que aunque los diseños parecen muy sencillos, esconden todo un esfuerzo: «No es una cosa de ja, ja, ji, ji que hacemos como si nada, detrás hay un montón de gente que arriesga su dinero», aclara.

DE LA BARCELONETA A HANNÓVER / Son sus clientes, empresas y asociaciones con encargos que van desde lo más pequeño -acaba de regalar unos dibujos a los pescadores de la Barceloneta para que promocionen sus gambas-, hasta lo más grande, como el interiorismo del Gran Hotel Domine de Bilbao, la imagen de los socialdemócratas suecos, el logotipo de Bancaixa y la mascota de la Exposición Universal de Hannóver del 2000, por poner algunos ejemplos. Y su último gran proyecto: el musical de animación Chico y Rita realizado al alimón con Ferando Trueba y que dentro de poco se estrenará en el cine. «La pieza más bonita que podréis ver en vida. Una gran historia de amor», asegura Mariscal. Para ir haciendo boca hasta que la película llegue a las pantallas, Mariscal en La Pedrera, así se llama la muestra, exhibe la experiencia creativa, la tecnología empleada y el proceso artístico que han rodeado el proyecto.

Pero antes de llegar a Chico y Rita, el recorrido por la polifacética trayectoria del valenciano tiene varias paradas que permiten conocer su lenguaje, su metodología, sus intenciones y sus actitudes, así como las múltiples disciplinas en las que ha trabajado. El itinerario empieza con una instalación de 1500 dibujos en blanco y negro dispuestos en forma de cortina. «Es como un túnel de limpiar coches -explica Mariscal-, la idea es lavarte con dibujos para entrar en un mundo especial». Y lo que recibe al visitante a la salida del pasaje es una explosión de color donde reinan las tipografías - resumidas conceptualmente por un muro de letras gigantes-, las revistas, las bolsas comerciales, los carteles y los logotipos.

Todo esto antes de llegar a otra instalación dedicada a la que probablemente es su obra más conocida: Cobi. «El típico hijo que te da muchas alegrías, pero que gracias a Dios ya no está», y es que el artista está un poco cansado de ser conocido como el creador de la mascota. A partir de aquí, esculturas de material reciclado, óleos, dibujos, cerámica, libros y proyectos de interiorismo salpicados con espacios dedicados a otras creaciones ilustres como El Señor Mundo y los Garriris, unos personajes tiernos y outsiders que son el proyecto más personal de Mariscal.