EXPOSICIÓN de ARTE

García Lorca y Dalí 'dialogan' en el CaixaForum de Madrid

Una muestra repasa los años que vivieron en la Residencia de Estudiantes

Una de las obras de la muestra, en CaixaForum de Madrid.

Una de las obras de la muestra, en CaixaForum de Madrid.

JUAN FERNÁNDEZ / Madrid

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El poder seductor de sus figuras ha concentrado la atención de los estudiosos de Federico García Lorca y Salvador Dalí, y la curiosidad del público, en los aspectos más personales y menos intelectuales de la relación que mantuvieron. Libros, películas y tesis doctorales han contado hasta la saciedad los detalles grandes y pequeños de aquella amistad. Pero la influencia creativa que ambos intercambiaron no ha sido explicada con similar detenimiento. La exposición Dalí, Lorca y la Residencia de Estudiantes, inaugurada esta semana por la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, en el CaixaForum de Madrid, aspira a cubrir ese hueco.

Hasta el próximo 6 de febrero, el museo mostrará al público unos 300 documentos relacionados con el caldo de cultivo creativo que Lorca y Dalí compartieron entre 1922 y 1929, los años en los que coincidieron en la Residencia de Estudiantes. Están las cartas, los artículos, los dibujos y los poemas que ambos se dedicaron, así como los proyectos en los que participaron al alimón: desde la Oda a Salvador Dalí del poeta, al Sant Sebastià que el pintor dedicó al granadino o El cuaderno de los putrefactos que pusieron en marcha juntos para rebelarse contra la anquilosada cultura española tradicional.

Puesta en el contexto histórico en el que esta relación maduró, la muestra se hace eco de todos los ismos que sus protagonistas respiraron y se contaminaron mutuamente: del surrealismo al cubismo, del futurismo al purismo y la objetividad. Junto a los documentos dalinianos y lorquianos, la exposición incluye piezas de Picasso, Miró, Cèzanne, Le Corbusier, De Chirico y Ernst.

La visita se articula en tres tiempos: el flechazo creativo y personal que ambos sintieron al conocerse, la madurez de su relación -que coincide con las visitas de Lorca a Cadaqués en 1925 y 1927-, y su distanciamiento en el tramo final de la década. En 1929, el poeta pondría rumbo a Nueva York y el pintor se trasladaría a París. «Pero, hasta ese momento, entre ambos hubo un decisivo diálogo artístico, no solo la conocida amistad», destaca el profesor Juan José Lahuerta, comisario de la muestra.