entrevista con el Autor de cómic

Daniel Clowes: "Mis personajes son como un viejo blues"

Heredero de la cultura 'underground', insiste en su cruel retrato de la sociedad con 'Wilson' (La Cúpula), su primera novela gráfica.

«Mis personajes son como un viejo blues»_MEDIA_1

«Mis personajes son como un viejo blues»_MEDIA_1

GEMMA TRAMULLAS / Barcelona

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-Su brutal pero certero retrato de la sociedad norteamericana transcurre en Oakland, California, donde vive. ¿Sus vecinos aún le hablan?

--Es divertido. Durante años me guardé de decirle a nadie a qué me dedicaba, si acaso decía que era diseñador, para salir del paso. Pero cuando se publicó Wilson salí en todos los medios y todos los vecinos se enteraron de quién era. Ahora, cuando alguien me dice algo pretendidamente gracioso, inmediatamente añade: «¿Vas a ponerlo en tu cómic?».

-El personaje de Wilson es detestable. ¿Hay quien se reconoce en él?

-Esa es la belleza del cómic, que la gente no suele reconocerse. A menudo se verán retratados en un personaje que no tiene nada que ver con ellos y, en cambio, te comentarán lo horrible que es otro personaje que, ese sí, está inspirado en ellos.

-¿Wilson es un maleducado o está zumbado?

-Yo diría que es borderline. No tiene un filtro social, no tiene habilidad o interés en que la gente le conozca en profundidad. No es que no sea consciente de lo repelente que llega a ser, sino que parece estar interesado en mostrar lo peor de sí mismo.

-¿Tiene algo bueno?

-Dice las cosas de manera muy clara y simple, con una emoción real. Es un personaje que tiene el poder de llegar directamente a la gente, como una canción.

-¿Qué tipo de canción?

-Una vieja canción de blues, en la que el cantante se lamenta de forma directa, simple y cruda, sin filtros.

-Después de Como un guante de seda forjado en hierro, Ghost world y sobre todo Ice Haven, ¿qué necesidad tenía de insistir otra vez en la incomunicación entre las personas?

-Es que Wilson tiene su propio qué. Es un personaje que surgió de la nada. Después de unos cuantos bocetos tomó las riendas de su vida y perdí el control sobre él. Era totalmente impredecible. Siempre tenía algo que decir, incluso sobre el tema más soso. Es un regalo para un artista que un personaje así entre en su vida.

-¿Y cómo entró Wilson en la suya?

--Mi padre estaba en el hospital y yo estaba junto a su cama. «Tengo que hacer algo divertido para luchar contra este escenario tan lúgubre», me dije. Así que empecé a dibujar y Wilson salió a la primera. No tenía ni idea de qué historia quería contar, eran solo chistes divertidos.

-¿Wilson divertido? Sus lectores lo encuentran más bien deprimente.

--A veces cruza la frontera entre lo cómico y lo dramático, es cierto. Por eso decidí hacer historietas de una página y que cada página tuviera un tono y un estilo de dibujo distintos.

-¿La sociedad de EEUU está tan enferma como reflejan sus cómics?

-Yo hago un retrato desde un punto de vista concreto y espero que sea un retrato honesto. Pero les tengo afecto a estos fracasados de la América moderna, donde todo se ve a través de la lupa del éxito, y me gustaría que el lector conectara también con el potencial de América que existe en el subtexto del cómic. Está claro que a mis personajes les gustaría que las cosas fueran de otra forma.

-Quizá con Obama todo cambie y sus personajes pasen de moda.

--No lo creo. Es en una administración democrática cuando sus argumentos tienen más fuerza. En la era Bush, Wilson estaría tan cabreado que no podría articular palabra.

-Es uno de los últimos autores underground que se ha pasado a la novela gráfica.

-A nadie le interesa ya vender un cómic por cuatro dólares cuando puede vender un libro por mucho más. Si las grandes editoriales publican ahora cómics underground, ¿será que la cultura ha caído muy bajo?

-Usted creció leyendo los cómics underground de su hermano. ¿Le dejaría los suyos a su hijo?

-No hasta que cumpla los 16, por lo menos.