LETRAS

El siglo de Ray Bradbury

El legendario autor de 'Crónicas marcianas' y 'Fahrenheit 451' celebra hoy su 90º cumpleaños

Ray Bradbury, el día de su 83º cumpleaños, ante una fotografía de Marte.

Ray Bradbury, el día de su 83º cumpleaños, ante una fotografía de Marte.

ELENA HEVIA
BARCELONA

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Los Ángeles se está volcando en el homenaje a uno de sus más ilustres ciudadanos. El ayuntamiento de la ciudad de las estrellas ha declarado oficialmente hasta el próximo sábado la Semana Ray Bradbury y es que el mito vivo de la ciencia ficción cumple hoy 90 años. Entre los actos programados, que incluyen proyecciones de adaptaciones cinematográficas y teatrales de sus libros, amén de exposiciones fotográficas, destaca el encuentro entre el nonagenario escritor con el no mucho más joven –84 años– Hugh Hefner, en una de esas raras ocasiones en las que el padre de la revistaPlayboy decide desprenderse de su pijama y batín de seda para salir de su mansión.

La deuda de Bradbury con el patriarca del hoy tambaleante imperio del conejo es de calado. En 1953 el autor, que hasta la fecha había cultivado ampliamente el cuento y con la máxima brillantez en la colección de relatosCrónicas marcianas(1950), intentaba publicar su primera novela,Fahrenheit 451,sin éxito. La obra que dibuja un futuro cercano en el que los libros están prohibidos y los bomberos son los encargados de incinerarlos se escribió mientras el senador Joseph McCarthy había obligado a retirar algunos libros que él consideraba corruptos de las bibliotecas públicas norteamericanas. No eran, pues, buenos tiempos para publicar una historia sobre la censura aunque se tratase de un planteamiento alegórico y muchos editores se echaron atrás. Pero para el entonces joven Hefner el escándalo era parte de su negocio.Fahrenheit 451se publicó en los números 2, 3 y 4 dePlayboy, sellando una amistad de décadas entre ambos personajes.

ANCIANO CON ENERGÍA / Hoy a a Bradbury apenas le sostienen las piernas y le traicionan la vista y el oído, pero mantiene una importante energía en lo tocante a la escritura –el año pasado publicóAhora y siempre,que reúne dos novelas breves, y anunció estar embarcado en una nueva colección de cuentos– y, especialmente, a la hora de expresar sus opiniones de viejo moralista.

Casi todas las entrevistas se empeñan en destacar su faceta visionaria: ahí están enFahrenheit 451las omnipresentes y gigantescas televisiones que transforman la vida cotidiana de la gente en espectáculo (qué ironía que uno de los hitos de la televisión en España se titulara precisamenteCrónicas marcianas). Pero solo fue profeta para advertir, no para celebrar. En un determinado momento de la novela, el jefe de Montag, el protagonista, anuncia el radical procedimiento de quemar libros sin cerillas: la gente dejará de leer y los libros desaparecerán de muerte natural. De ahí que la posturabrad-

buriana frente al libro digital y un artilugio como el libro electrónico sea bastante apocalíptica. Él, que ya imaginó un cambio del formato en papel para los libros bajo el romántico sistema de memorizarlos, no tiene ordenador, carga cada vez que puede contra internet y se opone a que sus libros sean digitalizados.

A FAVOR DE LAS BIBLIOTECAS / Bradbury, que no tuvo una educación formal en una universidad, alardea siempre de que realizó sus estudios leyendo todo lo que cayó en sus manos en la biblioteca local y de que fue en la biblioteca de la Universidad de Los Ángeles donde, armado de medio kilo de monedas de 10 centavos, alquiló una máquina de escribir para pergeñarFahrenheit 451. Así que no debe sorprender que se haya convertido en uno de los grandes valedores y una de las voces más activas en pro del endeudado sistema bibliotecario norteamericano, atacado por la crisis. Hasta no hace demasiado tiempo era fácil encontrarle en una biblioteca incitando a los niños a la lectura. «Podemos salvar a los Estados Unidos gracias a los niños si les enseñamos a leer y a escribir a partir de los 3 años para que lleguen a la escuela primaria sabiéndolo hacer. Después, es muy tarde. Yo aprendí a los 3 años porque quería leer las palabras de los tebeos».

Definido por sus compañeros de filas como un eterno adolescente, esa quizá sea la imagen que más le gusta abonar de sí mismo. Los jóvenes y Bradbury siempre se han llevado bien. De hecho, la lectura de sus libros es un rito de paso en los institutos norteamericanos. A los 88 años, declaraba: «Todos mis libros son para niños. Pongo en ellos excitación, gloria y amor. Son libros que los adultos compran, los leen y se los pasan a sus hijos. Y es porque todavía sigo siendo un niño de 12 años, un niño que escribe libros».